Sin duda Alicante ha tenido muy mala suerte en lo referente al
soterramiento de sus vías. El proyecto que tenía que coser dos mitades del
casco urbano mediante un gran parque central que recorriera desde el Centro comercial
hasta el extrarradio pasó por un no-proceso participativo por el cual el Ayuntamiento
y AVANT solo contaron con unos pocos y determinados interlocutores vecinales
con los que reunirse habitualmente –y gracias- para decidir el diseño de la
zona verde, sus servicios, amén de qué elementos eran susceptibles de ser
conservados como patrimonio cultural y cuáles no.
Ante el elevado coste que suponía la intervención planteada desde las
Instituciones Públicas, la agresividad con el entorno que dejaba precisamente
lo que debía ser eje central de la obra –ese pretendido bosque urbano- como un
conjunto de espacios inconexos separados por carreteras, así como la demolición
de todas las edificaciones de interés a lo largo del soterramiento, vecinos y
residentes en los Barrios anexos a los terrenos afectados y otros muchos
alicantinos nos fuimos organizando fuera de la Plataforma “oficial” –entre
ellos Alicante Vivo- y presentamos diversas alternativas. La menos confrontada con las líneas rojas que
marcaban las Administraciones dado el nulo interés en debatir nada por las
prisas que supuestamente corrían, era aquella que pasaba por preservar
básicamente tres hitos: el Silo de San Blas, los tinglados de la estación y el
Puente Rojo.
Ante
nuestro trabajo, sin embargo, críticas (y también tomaduras de pelo) tanto
desde los responsables políticos como desde la Plataforma RENFE y alguna que
otra asociación empresarial, rechazando nuestras aportaciones sin siquiera
contemplarlas. Nos acusaron de querer retrasar las trabajos y la llegada de la
Alta Velocidad al tener que modificar el proyecto para salvar el Patrimonio,
nos preguntaron a los que hoy tenemos entre 25 y 30 años donde estábamos hace
veinte, calificaron de “nido de ratas” la antigua Harinera de los Magro, de
inseguro o de “mamotreto” el Puente del V Centenario y de piedras mal puestas
los tinglados, justificando cualquier atentado contra la Cultura en nombre del
“progreso”, la “riqueza” y el “desarrollo” que iba a suponer “la inminente
llegada del AVE”.
Así una a una han ido cayendo las infraestructuras que pretendíamos
salvar, decidiéndose también la demolición del Puente sin contemplar opciones
más baratas como su adecuado mantenimiento, rehabilitación, la insonorización
de las viviendas colindantes y su integración en el nuevo entorno,
proyectándose desembolsos disparatados a la vez que desde Fomento primero se
retrasaba la conclusión de la Alta Velocidad a finales del 2012, después para
2013 y ahora ya sine die por una
evidente falta de fondos. ¿Alguien nos puede decir entonces de qué le ha
servido a Alicante la premura y la impaciencia de sus dirigentes? ¿No nos
podíamos permitir pequeñas modificaciones para preservar Patrimonio, y sin
embargo el retraso será ahora mucho mayor por cuestiones que poco tienen que
ver con el respeto a nuestra arquitectura histórica? ¿Alguien nos dice razones por
la cuales no tenemos dinero para concluir la obra y sin embargo generamos
gastos millonarios como el desmantelamiento del Puente? A todo esto, ¿a qué se
espera para proteger el conjunto de la Estación de Madrid?
Como casi siempre no hemos sido las organizaciones cívicas o sociales las
culpables de nada, lo son los que quieren o han querido especular con la obra, los
imaginadores de megacentros comerciales y rascacielos a los que les ha podido
la codicia y han hecho que algo importante para toda la ciudad nos estalle
ahora en la cara, empobreciéndonos en todos los sentidos. Este AVE no aterriza,
aunque es seguro lo hará. Debemos preguntarnos, pero, si el precio a pagar no
está siendo demasiado alto.
Tribuna publicada en La Verdad de Alicante el 19 de junio de 2012
XAVIER LÓPEZ
RUBÉN BODEWIG
ALFREDO CAMPELLO