Creemos que la personalidad de José Guardiola Ortiz, en las varias -y alguna sorprendente- facetas que abordó en su fecunda vida, y su bonhomía, resaltada incluso por personalidades relevantes que podían compartir principios éticos -y de hecho los compartían- con él, aunque no su ideario, le otorgan un carácter ilustre que hoy, más de sesenta años después de su muerte, nos proponemos resaltar para reavivar su recuerdo.
Si con ello suscitamos, de paso, en los representantes de sus paisanos un reconocimiento de su figura, veríamos culminada nuestra modestísima aportación a aquel propósito, que -entendemos- honraría al Ayuntamiento.
RASGOS BIOGRÁFICOS
José Guardiola Ortiz nació en Alicante, en la calle Infanta -hoy General Primo de Rivera- el 18 de enero 1872, en el seno de una familia modesta siendo su padre, Francisco, oriundo de Callosa d’En Sarriá y la madre, Josefa, de Alicante. Detentaban un modesto negocio de cordelería y alpargatería en la plaza de San Cristóbal, muy próxima al domicilio familiar. José era el segundo de tres hermanos: los otros fueron Francisco, que regentó la popular administración de loterías “El Negrito”, en la plaza de Isabel II, y Joaquín, titular de una imprenta en la calle Sagasta (hoy San Francisco). Estudió las primeras letras en la escuela pública ubicada en el barrio de San Antón, al que también asistían muchos hijos de cigarreras, y culminados éstos como alumno destacado hizo el bachillerato en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza, a la sazón ubicado en la calle Ramales -sucesivamente, Joaquín Costa y Reyes Católicos-, al tiempo que ayudaba en el negocio familiar.
Sus prontas inquietudes y afán de superación, unidas a sus cualidades de estudioso y brillante, le llevaron a iniciar, como alumno libre, los estudios de Derecho y Medicina, desplazándose periódicamente a Valencia para documentarse y realizar los exámenes. Para obtener un mayor rendimiento optó por culminar sólo los primeros para los que sus próximos le encontraban muy bien dotado. Su familia consiguió, mediante el pago de la cuota, evitarle la prestación del servicio militar para que no interrumpiera sus estudios, mientras que él, por su brillante expediente, obtenía becas para el pago de matrículas y libros. Obtuvo la licenciatura de Derecho con 24 años de edad.
Casó en tres ocasiones: la primera con Rafaela Costa Tomás, hermana de su amigo Emilio Costa, periodista y director del Diario de Alicante, influyente periódico fundado en 1907; de este matrimonio nacieron Rafaela (que casó con su discípulo Antonio Pérez Torreblanca, brillante abogado y político), María (casada con el intelectual alicantino Germán Bernácer Tormo, economista, catedrático y primer Jefe del Servicio de Estudios del Banco de España), José (médico ginecólogo), Micaela (que casó con el agente de aduanas Arturo Carratalá) y Álvaro (diplomático). Viudo por primera vez, casó con Enriqueta Mira Tomás, prima de su fallecida esposa, que falleció antes de los dos años sin descendencia. Y la tercera vez lo hizo con Remedios Soler Miquel, de Jijona, también viuda con tres hijas y un hijo, y de este matrimonio nacieron Fernando y Francisco.
José Guardiola Ortiz armonizaba su aspecto elegante, -“patricio y señorial y el respeto que imponía su barbado rostro finisecular” en palabras de Agatángelo Soler-, con una gran sencillez en la relación con los demás, cualidad que tal vez adquirió por su procedencia humilde y que mantuvo siempre en su dilatada y brillante trayectoria en todas las facetas de su vida. Apasionado y de vasta cultura e inteligencia jugo un papel importante en la sociedad alicantina impulsando iniciativas políticas, sociales, culturales y educativas, uniendo a todo ello un carácter vitalista y festivo. Muchos de sus logros los alcanzó proyectando tanto el profundo estudio que realizaba de cuanto abordaba, como usando de sus dotes de persuasión y gran personalidad ante destacados intelectuales y hombres de la vida política nacional. Magnífico anfitrión y conversador ameno e incansable, conferenciante y articulista, fue autor de libros sobre Gabriel Miró, gastronomía alicantina y sobre les Fogueres de Sant Joan.
Guardiola tuvo siempre un gran afán por adquirir nuevos conocimientos y poseyó una amplia cultura humanística. Mantuvo relaciones personales y epistolares con personalidades literarias españolas; su biblioteca -que se conserva en parte- se nutrió de obras de clásicos y de autores que fueron considerados mas tarde la vanguardia de la creación literaria. La formación idiomática de Guardiola fue, además del castellano que utilizaba con diversidad léxica y gran propiedad, el francés que hablaba y escribía correctamente, y la lengua vernácula. El conocimiento del valenciano fue adquirida como la de mayor parte de los alicantinos, en la transmisión oral; sus padres hablaban valenciano y en su colegio su maestro, de Orihuela, sólo hablaba castellano, no obstante pese a que en Alicante no se disponía de libros, ni gramática, ni diccionarios valencianos, alcanzó un gran nivel en la normas ortográficas y vocabulario. Defendió con entusiasmo el mantenimiento, uso y conocimiento del valenciano. En distintos foros y escritos mantuvo que su perfeccionamiento, desde el respeto a las peculiaridades de su uso en Alicante, significaría un admirable progreso cultural. En la publicación del precitado discurso en Valencia dijo: “...lo pijor que podria ocorrir es qu´arribaren pel seu perfeccionament a fondres o confondres ab les llengües a les cuals ells han donat la vida, i això significaría un admirable progrés cultural per a els pobles que logren alcançar-ho.”... “De tot cor desitje que, allavors, no diga: -a que extrem arribà la decadència del valencià entre els alacantins a la primera mitad del sigle vigèsim, encetà ja la presurosa devallada vers llur entristadora desaparició. –Ans bé, que, en veritat, puga dir: -aixis era el valencià en Alacant al començar el renaiximent de la nostra dolça i rica parla. Treballem tots, amb fe i entusiasme i constancia, per a conseguir-ho.” Guardiola dijo en su discurso “El meu pòble es Alacant i la llengua que allí es parla es una modalitat especial del valencià, ab notables diferències en la pronunciació í parlat arbitrariament, en un lèxic empobrit i ab una verdadera invasió de paraules castellanes valensianisades; i a l´hora d´ara, que s´ha despertat una vera curiositat envers les manifestacions espirituals del país valencià, i, singularment, del seu parlar, vindre ací, a est´ acte, solemne expresió de la cultura valenciana, i vindre a parlar en un barreig de veus alacantines i valencianes i cuan el qui´l parla no ha discursejat, fins ahir, mai en valencià, es un atreviment tan gran, que sols pot trobar disculpa en l´obediència al manament rebut”. El discurso discurrió tratando entre otros los conceptos "Patria, L´Estatut, Autonomía no es separatisme, La Llengua, Afiancem la personalitat, Falles y Fogueres...”
Entre los testimonios y publicaciones sobre Guardiola Ortiz figuran los de Gabriel Miró, Valery Larbaud, Agatángelo Soler, Vicente Ramos y el del veterano periodista Tirso Marín que afirmó: “no es fácil acertar en cual de las distintas facetas destacó mas este ilustre alicantino, si en la abogacía, en la política, en la gastronomía o en la literatura, pues todas ellas las practicó con acierto”.
En uno de sus artículos Vicente Ramos escribió que Guardiola Ortiz fue “Una de las figuras mas sobresalientes de la cultura de nuestra tierra cuya vida y obra merecen profundo estudio, que contribuya a rescatar valores integrantes del ser y la personalidad propias de Alicante...”
Abundando en estas valoraciones, nosotros creemos necesario ampliarlas definiendo sus rasgos personales y algunas de sus muchas actuaciones.
Además de las anteriormente mencionadas merecen especial mención las que desarrolló desde sus cargos de Académico Correspondiente de las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia, Miembro del Centro de Cultura Valenciana y de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, Presidente de la Comisión Provincial de Monumentos de Alicante, que dio un notable impulso a las excavaciones arqueológicas que llevaron a cabo el no menos ilustre Cronista de la Ciudad Figueras Pacheco y el sacerdote Don José Belda; Presidente del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Alicante y Delegado Regio de Primera Enseñanza.
La brillante oratoria de Guardiola Ortiz fue otro de los rasgos característicos con la que destacó, tanto en el foro como en numerosos actos culturales. De estos últimos fueron celebradas sus intervenciones como Mantenedor en los Juegos Florales en Alicante en Agosto de 1902; la realizada en el homenaje al poeta Salvador Rueda -a la sazón afincado en la Isla de Tabarca, que él llamó Isla de los Poetas, y a la que se desplazaron dos días antes para recogerlo varios miembros de la intelectualidad local, entre los figuraba nuestro prócer- organizado el 17 de mayo de 1908 por el Centro de Escritores y Artistas y el Ateneo.
Asimismo, participó en el Jurado de los Juegos Florales celebrados el 19 de enero de 1909, con ocasión de la visita a Alicante de Alfonso XIII, y en la velada literario-musical en honor del recién galardonado en Viena Oscar Esplá por su Suite en la bemol, que tiene lugar en el Salón Azul del Ayuntamiento, del que forma parte, el 30 de enero de 1911.
Leyó del discurso de Gabriel Miró (por encargo de éste que no pudo estar presente) en el homenaje al médico, periodista, escritor, Hijo Adoptivo de Alicante, de la que era diputado en el Congreso, José Francos Rodríguez, al ser nombrado Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, el 20 de mayo de 1917, el mismo día que se colocaba la primera piedra del edificio de Correos en la plaza de Isabel II (antes, de las Barcas y, después, de Gabriel Miró.
Tomó la palabra en la inauguración del Círculo de Bellas Artes, el 27 de enero de 1918 y, en la del Ateneo, en el número 31 de la calle San Fernando en diciembre de 1923, con una exposición de Emilio Varela, pronunció una conferencia titulada Varela y su obra. Con otra conferencia, El verso y la poesía, preludió la velada rapsódica de Figueras Pacheco, el 18 de febrero de 1925, en el mismo Ateneo, que en aquel momento presidía (con una total ausencia de sesgo político que le mereció los elogios del Cronista de la Ciudad, aunque se convirtiera después en refugio de la única actividad permitida a los republicanos durante la Dictadura de Primo de Rivera).
Intervino en el homenaje que, en el que mismo centro cultural, se ofrendó al doctor Ramón Turró, junto con las de la señorita Josefina Pascual Devesa y los señores Germán Bernácer y Eduardo Mangada, el 28 de junio de 1926; así como, junto a Figueras, en el homenaje tributado a Azorín en el Casino de Monóvar, el 2 de febrero de 1930; y en el que se rindió el cuatro de mayo de ese mismo año a Antonio Rico Cabot con motivo de la inauguración de su busto -obra del escultor Daniel Bañuls- en la pinada que el inquieto y altruísta médico promovió en el castillo de San Fernando,. En ese acto, acompañaba al Alcalde del momento, Gonzalo Mengual, y también dedicó unas sentidas palabras al personaje homenajeado el vate Salvador Sellés.
Merece mención especial su discurso en valenciano como Mantenedor de lo Juegos Florales celebrados por Lo Rat Penat en 1933 en el Teatro Principal de Valencia, sobre el que nos extendemos por su significación.
Ejerció también el periodismo, primero como fundador y director del periódico El Republicano (1897-1901) y luego en el Diario de Alicante que dirigía su cuñado Emilio Costa.
Desempeñó, asimismo, funciones institucionales, no necesaria o estrictamente políticas -que luego veremos- como fueron las de Delegado Regio de Primera Enseñanza -él, un destacado republicano, lo que dice mucho en favor de su ecuanimidad y prestigio- a partir de 1917, o las de miembro de la Junta de Obras del Puerto, en representación del Ayuntamiento.
A partir de 1909, coincidiendo con el comienzo de un nuevo mandato municipal y el acceso a la Junta de Obras del Puerto, inició el desempeño de distintos cargos en la Caja Especial de Ahorros y Monte de Piedad de Alicante (precursora de la actual Caja de Ahorros del Mediterráneo) que en 1877, cuando él todavía era un niño, fundó su admirado Eleuterio Maisonnave. José Guardiola se incorporó en 1909 a los órganos de gobierno de la entidad benéfica desempeñando desde entonces hasta 1930, importantes cargos: Vicepresidente 1º, Letrado Asesor y Presidente.
Tal como venía haciendo en cuantas responsabilidades asumía, su sentido social, ético y emprendedor, unido a su alicantinidad, se manifestaron inmediatamente. En 1912, la Caja de Ahorros alicantina, por iniciativa de don José Guardiola Ortiz, abrió su capítulo de ayuda al estudiante y fomento de la cultura iniciando de este modo la proyección de esta modalidad de obra social que la distinguiría en adelante. Desde las distintas responsabilidades y representación en la Caja, José Guardiola Ortiz continuó alentando la tendencia iniciada por el anterior Presidente de compra de edificios colindantes hasta completar la titularidad de la manzana entre las calles San Fernando, Velarde, Rafael Terol y Santiago, para construir con el proyecto del arquitecto Juan Vidal la que sería durante muchos años sede social de la Entidad. En su discurso inaugural, el 2 de diciembre de 1923, como Presidente de la Caja, dijo: “si, como es de esperar, nuestro pueblo sigue progresivamente el camino del ahorro, al igual que hicimos esto, realizaremos otras obras magnas que ya tienen cabida en nuestros cerebros; y, así, el pueblo todo, el obrero como el magnate, podrá ufanarse, diciendo en el mañana: -Esas obras que han engrandecido a nuestra querida patria chica se realizaron gracias a nuestro esfuerzo-; y todos sentiremos en nuestros pechos la satisfacción que da el deber cumplido”.
Desde la presidencia de la Caja protegió los intereses de Alicante sirviendo de puente de interacción con el Ayuntamiento, al que perteneció interrumpidamente desde 1897 hasta 1923. Contribuyó decisivamente a la construcción del nuevo Mercado Central de Abastos desde que en 1909 se planteó desde la Junta de Obras del Puerto, impulsando el proyecto con su apoyo y su trabajo en distintas comisiones municipales, hasta la finalización de las obras, trece años después, facilitando al Ayuntamiento, cuando ya se habían agotado los demás recursos, los fondos económicos necesarios desde la Presidencia de la Caja de Ahorros, en cuya representación, en el acto de su inauguración el 12 de noviembre de 1922, entregó oficialmente el Mercado a la Ciudad representada por su Alcalde Antonio Bono Luque.
AMIGOS
José Guardiola tuvo ascendiente –y un cierto halo patriarcal por razón de edad- sobre un grupo de jóvenes e inquietos alicantinos unidos en el afecto y la solidaridad que se llamaron entre sí amigos-hermanos, y que llegaron a ser relevantes personalidades. Además de Guardiola Ortiz (1872) y el escultor Vicente Bañuls, el único mayor que él (1865), el grupo estaba integrado por el escritor Gabriel Miró (1879), el compositor Oscar Esplá (1886), el arquitecto Juan Vidal (1888), el pintor Emilio Varela (1887), el catedrático y economista Germán Bernácer (1883), el Director del Diario de Alicante Emilio Costa (1882) y el escritor y archivero Eduardo Irles (1883), a los que con los mismos vínculos se unían esporádicamente el escritor y Cronista de Alicante Francisco Figueras Pacheco (1880), el escritor Julio Bernácer (1887), el periodista Rodolfo Salazar...
Entre ellos existió siempre el apoyo y aliento de quienes se sabían llamados a abrir nuevos horizontes culturales. Guardiola presidía de facto este formidable cenáculo al que se unió, durante sus estadías en Alicante, el escritor francés Valery Larbaud, cantor y portavoz de las excelencias de la terreta en su país. Éste, durante su largo veraneo de 1917 en San Vicente del Raspeig, en la finca “Villa Rafaela”, frecuentó a Don José, en su vecina “Los Leones”, a la que acudía a alguna tertulia y a jugar al tenis, y del que dijo, en una carta “… he conocido a dos hombres notables: Don José Guardiola Ortiz… “. En relación con este grupo de la intelectualidad alicantina, Oscar Esplá escribió: “Alicante no es sólo pueblo de siesta eterna y deliciosa; blando, rubio y calentado por el buen sol; es también nido y morada de genios... Somos nosotros un grupo de amigos que gustamos del olor de la leña quemada y de la sembradura húmeda, y amamos los perros campesinos, las nieblas de los prados y de las cimas, y el vuelo de las gaviotas, y muchas puericias..., y burlando y riendo de nosotros, y con frecuencia para divertirnos de un íntimo desaliento, nos llamamos genios y todo”.
Guardiola, además de su profunda amistad con los paisanos cultivó otras muchas entre personalidades destacadas: Francisco Rodríguez Marín, Suriñach Senties, Blasco Ibáñez, Cossío...
AMISTAD CON GABRIEL MIRO - BIOGRAFÍA DEL ESCRITOR - EL HUERTO DE SAN VICENTE
Don José y Gabriel Miró –siete años más joven que él- mantuvieron estrechos lazos de amistad desde su juventud. Se visitaban con las familias en sus domicilios y mantenían largas conversaciones, pródigas en proyectos llenos de esperanzas, lo que favoreció el acercamiento e hizo posible que Don José conociese a Gabriel profundamente, siendo el primero en ocuparse biográfica y críticamente del insigne escritor en su “Biografía íntima de Gabriel Miró -El hombre y su obra-“, de 1935. Guardiola, además de financiar la edición de la obra, tuvo la delicadeza de leerla, antes de que ésta se publicase, a la viuda del escritor, para entonces ya fallecido, y a otros familiares, recabando su conformidad. Clemencia Miró, hija del escritor, en carta de 10 de octubre de 1934, decía a Guardiola: “...Ya sabe Vd. por qué no pude asistir a su lectura (del borrador de la biografía de Miró) escuchada con verdadera emoción por mi madre y por mis tíos bajo los pinos de Beni-Saudet... Si usted desea para su libro algunos datos o fotografías yo se los enviaré”. Guardiola envió una copia de su biografía a Clemencia y ésta le expresó su satisfacción, aportó fotografías y realizó gestiones con el pintor José Manaut Viglietti para ilustrar la publicación.
Los vínculos afectivos de Gabriel Miró por José Guardiola Ortiz se manifiestan en el amplio epistolario del escritor desde Barcelona y Madrid, parte del cual recoge Guardiola en la biografía. En sus cartas Miró hacía partícipe a Guardiola de sus cuitas, de proyectos editoriales y de lo que acontecía en el seno familiar; le pedía ayuda ante las amistades que como abogado y político tenía José Guardiola: “Pepe, escríbele a Francos y trázame la ruta que debo seguir...”
Antes de su marcha a Barcelona Miró pasó con su familia unos días en Los Leones, el huerto propiedad de Guardiola en San Vicente. Era frondoso, con árboles y paseos recogidos y umbríos en los que los rosales, madreselvas y jazmines perfumaban las noches de estío y desde donde se veía el mar. Emilio Varela en algunos de sus cuadros, y el famoso escritor francés Valery Larbaud en sus escritos, inmortalizaron este huerto. También Gabriel Miró lo describió en páginas memorables. La estancia de Gabriel Miró y los suyos en aquel lugar fue decisiva para que el autor de “Años y Leguas” decidiese su marcha a Barcelona.
En la biografía de Miró escribe Guardiola: “Al finalizar el año 1913, para que, serenamente, decidiera sobre su propósito de abandonar su tierra querida y, trasladarse a Barcelona, le insté para que nos fuéramos, juntas las dos familias, a mi casa de campo, en las inmediaciones de San Vicente del Raspeig. Inolvidables noches aquellas en que sentados en la cocina, sin más luz que la de las llamas, mientras afuera caía la nieve, mirábamos arder los troncos y aspirábamos el olor tan grato para Gabriel de la leña quemada, y se nos mostraba en toda su sencillez y grandeza de espíritu fino...”.
Instalado ya en Barcelona, Miró le escribe: “Esta carta llegará a la Pascua. Estaréis en vuestro huerto, tierno y jugoso de la Primavera. Lo veo todo, guardo la memoria óptica, la del oído, porque sé claramente cómo suena la pisada en sus viales, conozco el ruido bueno, como una mano fraternal, de las ramas de tus árboles sobre mis hombros, y recuerdo el gesto, las facciones de las hortalizas, y sé distinguir los peces de tu alberca; y veo las hendeduras y ceñidores de alambre de la tinajas y ánfora, y huelo la frescura y limpieza de las alcazarras y del aljibe, y toco la greca ahumadita y el lagarto de la campana del hogar, donde quemamos los almendros de Langucha tan reacios para la llama, y donde recogí el calor honrado y aromoso de tu leña y el abrigo santísimo de tu alma , y la alegría de tus hijos tan hermanitos de mis nenas, la dulce, la inagotable delicadeza de Enriqueta. ¡Casa hidalga y amiga que me acogió recién herido y puso los fundamentos de mi nuevo vivir...”. Y en otra epístola le muestra agradecimiento: “Los alientos y casi la firmeza en la favorable mudanza de mi vida a vosotros lo debo. Gracias con toda mi alma”.
Don José reunía allí los fines de semana a sus amigos que pasaban tardes festivas viendo cómo Guardiola, feliz junto a su familia, preparaba suculentos platos típicos de la terreta dirigiéndolo todo como si un rito se tratase. Y ya por las noches, junto al fuego de la chimenea, se prolongaba la tertulia y canciones hasta primeras horas del día. Vicente Bañuls hacía alardes líricos con canciones que durante su estancia en Roma había aprendido muy bien. Eran habituales Emilio Varela, Oscar Esplá, Emilio Costa, Eduardo Irles, Vicente Bañuls, Juan Vidal, Germán Bernácer y José Carreras, director de la Caja de Ahorros. La velada finalizaba cantando gozosamente en medio del huerto La Marsellesa y el himno de Alacant: “No es este ja el poble vell, qu´es altre Alacant...”
La prosperidad de su bufete de abogado y su presencia en algunos Consejos de Administración de empresas y entidades -Caja de Ahorros y empresa suministradora de gas ciudad, entre otras- le proporcionaron una sólida posición económica y social, de la que fueron reflejo su domicilio capitalino en el número 19 de la plaza de Isabel II -hoy de Gabriel Miró- y sus residencias de recreo en la playa de San Juan -primera de las construidas en aquel solitario paraje frente al mar, cuando no había agua, ni luz, ni carreteras- (en el tramo que hoy, y desde mediados de los años sesenta del pasado siglo, por razones oportunistas, se denomina Muchavista) y en la ya mencionada vecina San Vicente del Raspeig, bautizadas, respectivamente, como Belvedere y Los Leones (esta última llamada también, en el círculo familiar y de amigos, Huerto de San Vicente). Con estas últimas, puede decirse que nuestro personaje se anticipó varios lustros a lo que, andando el siglo iba a suponer toda una revolución en los hábitos de vida de los alicantinos del presente, transformando, además, el paisaje de los alrededores de la ciudad. Fue todo un pionero del recreo en el campo y en las playas de Alicante.
El domicilio de la ciudad era lugar de acogida muy frecuentado por los amigos. Valery Larbaud en su Journal 1912-1935 , y en páginas de su estancia en Alicante, escribe: “...fuimos a ver a don José. Con él estaba Oscar Esplá, que tocó para nosotros algo de Granados, después un pasaje de “La Belle au Bois Dormant” de Ravel, y una composición suya...”.
Belvedere, residencia de recreo y estío, fue asimismo centro de reunión de familiares, amigos y personalidades de paso por Alicante y escenario de memorables proezas culinarias de Don José al mando de los fogones domésticos, que refleja en sus literarias recetas a que luego aludiremos. Pero también refugio para quien lo necesitó en cada momento; como hicieron luego, en la posguerra, -aprendida esa lección paterna- sus hijos María y Germán Bernácer en su domicilio madrileño, acogiendo y ayudando a muchos alicantinos que se desplazaban a la capital en busca de solución a sus problemas.
Así, -anécdota curiosa- en la revuelta España de aquellos años, buscando descanso y cura de sus heridas en el frente, su hijo Álvaro, importante en aquellos momentos por sus destinos como Embajador en Finlandia y Bélgica se instaló en Belvedere una temporada. Durante aquel tiempo invitaba a ciertos visitantes extranjeros que parecían exóticos a los moradores del entorno. Uno de ellos fue un chino, delgado y alto: Chu-En-Lai, el que años más tarde fue primer ministro de la República Popular China. En la casa del arquitecto Juan Vidal, muy cerca de Belvedere, funcionaba en aquellos días el Gobierno Republicano y Alvaro Guardiola asistía a algunas de sus sesiones. Posteriormente, Álvaro se fue a París y, después, como representante del gobierno republicano, a Yugoslavia.
También acogió en Belvedere -por la mayor seguridad que ofrecía ante los bombardeos aéreos en aquellos difíciles años de guerra- a familiares, amigos y a monjas que, desprovistas de sus hábitos, parecía que compartían vida familiar. Después de las efemérides de Valladolid, se había convertido en el sino de Don José erigirse en firme protector del clero regular femenino, con tocas o sin ellas.
Si con ello suscitamos, de paso, en los representantes de sus paisanos un reconocimiento de su figura, veríamos culminada nuestra modestísima aportación a aquel propósito, que -entendemos- honraría al Ayuntamiento.
RASGOS BIOGRÁFICOS
José Guardiola Ortiz nació en Alicante, en la calle Infanta -hoy General Primo de Rivera- el 18 de enero 1872, en el seno de una familia modesta siendo su padre, Francisco, oriundo de Callosa d’En Sarriá y la madre, Josefa, de Alicante. Detentaban un modesto negocio de cordelería y alpargatería en la plaza de San Cristóbal, muy próxima al domicilio familiar. José era el segundo de tres hermanos: los otros fueron Francisco, que regentó la popular administración de loterías “El Negrito”, en la plaza de Isabel II, y Joaquín, titular de una imprenta en la calle Sagasta (hoy San Francisco). Estudió las primeras letras en la escuela pública ubicada en el barrio de San Antón, al que también asistían muchos hijos de cigarreras, y culminados éstos como alumno destacado hizo el bachillerato en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza, a la sazón ubicado en la calle Ramales -sucesivamente, Joaquín Costa y Reyes Católicos-, al tiempo que ayudaba en el negocio familiar.
Sus prontas inquietudes y afán de superación, unidas a sus cualidades de estudioso y brillante, le llevaron a iniciar, como alumno libre, los estudios de Derecho y Medicina, desplazándose periódicamente a Valencia para documentarse y realizar los exámenes. Para obtener un mayor rendimiento optó por culminar sólo los primeros para los que sus próximos le encontraban muy bien dotado. Su familia consiguió, mediante el pago de la cuota, evitarle la prestación del servicio militar para que no interrumpiera sus estudios, mientras que él, por su brillante expediente, obtenía becas para el pago de matrículas y libros. Obtuvo la licenciatura de Derecho con 24 años de edad.
Casó en tres ocasiones: la primera con Rafaela Costa Tomás, hermana de su amigo Emilio Costa, periodista y director del Diario de Alicante, influyente periódico fundado en 1907; de este matrimonio nacieron Rafaela (que casó con su discípulo Antonio Pérez Torreblanca, brillante abogado y político), María (casada con el intelectual alicantino Germán Bernácer Tormo, economista, catedrático y primer Jefe del Servicio de Estudios del Banco de España), José (médico ginecólogo), Micaela (que casó con el agente de aduanas Arturo Carratalá) y Álvaro (diplomático). Viudo por primera vez, casó con Enriqueta Mira Tomás, prima de su fallecida esposa, que falleció antes de los dos años sin descendencia. Y la tercera vez lo hizo con Remedios Soler Miquel, de Jijona, también viuda con tres hijas y un hijo, y de este matrimonio nacieron Fernando y Francisco.
José Guardiola Ortiz armonizaba su aspecto elegante, -“patricio y señorial y el respeto que imponía su barbado rostro finisecular” en palabras de Agatángelo Soler-, con una gran sencillez en la relación con los demás, cualidad que tal vez adquirió por su procedencia humilde y que mantuvo siempre en su dilatada y brillante trayectoria en todas las facetas de su vida. Apasionado y de vasta cultura e inteligencia jugo un papel importante en la sociedad alicantina impulsando iniciativas políticas, sociales, culturales y educativas, uniendo a todo ello un carácter vitalista y festivo. Muchos de sus logros los alcanzó proyectando tanto el profundo estudio que realizaba de cuanto abordaba, como usando de sus dotes de persuasión y gran personalidad ante destacados intelectuales y hombres de la vida política nacional. Magnífico anfitrión y conversador ameno e incansable, conferenciante y articulista, fue autor de libros sobre Gabriel Miró, gastronomía alicantina y sobre les Fogueres de Sant Joan.
Guardiola tuvo siempre un gran afán por adquirir nuevos conocimientos y poseyó una amplia cultura humanística. Mantuvo relaciones personales y epistolares con personalidades literarias españolas; su biblioteca -que se conserva en parte- se nutrió de obras de clásicos y de autores que fueron considerados mas tarde la vanguardia de la creación literaria. La formación idiomática de Guardiola fue, además del castellano que utilizaba con diversidad léxica y gran propiedad, el francés que hablaba y escribía correctamente, y la lengua vernácula. El conocimiento del valenciano fue adquirida como la de mayor parte de los alicantinos, en la transmisión oral; sus padres hablaban valenciano y en su colegio su maestro, de Orihuela, sólo hablaba castellano, no obstante pese a que en Alicante no se disponía de libros, ni gramática, ni diccionarios valencianos, alcanzó un gran nivel en la normas ortográficas y vocabulario. Defendió con entusiasmo el mantenimiento, uso y conocimiento del valenciano. En distintos foros y escritos mantuvo que su perfeccionamiento, desde el respeto a las peculiaridades de su uso en Alicante, significaría un admirable progreso cultural. En la publicación del precitado discurso en Valencia dijo: “...lo pijor que podria ocorrir es qu´arribaren pel seu perfeccionament a fondres o confondres ab les llengües a les cuals ells han donat la vida, i això significaría un admirable progrés cultural per a els pobles que logren alcançar-ho.”... “De tot cor desitje que, allavors, no diga: -a que extrem arribà la decadència del valencià entre els alacantins a la primera mitad del sigle vigèsim, encetà ja la presurosa devallada vers llur entristadora desaparició. –Ans bé, que, en veritat, puga dir: -aixis era el valencià en Alacant al començar el renaiximent de la nostra dolça i rica parla. Treballem tots, amb fe i entusiasme i constancia, per a conseguir-ho.” Guardiola dijo en su discurso “El meu pòble es Alacant i la llengua que allí es parla es una modalitat especial del valencià, ab notables diferències en la pronunciació í parlat arbitrariament, en un lèxic empobrit i ab una verdadera invasió de paraules castellanes valensianisades; i a l´hora d´ara, que s´ha despertat una vera curiositat envers les manifestacions espirituals del país valencià, i, singularment, del seu parlar, vindre ací, a est´ acte, solemne expresió de la cultura valenciana, i vindre a parlar en un barreig de veus alacantines i valencianes i cuan el qui´l parla no ha discursejat, fins ahir, mai en valencià, es un atreviment tan gran, que sols pot trobar disculpa en l´obediència al manament rebut”. El discurso discurrió tratando entre otros los conceptos "Patria, L´Estatut, Autonomía no es separatisme, La Llengua, Afiancem la personalitat, Falles y Fogueres...”
Entre los testimonios y publicaciones sobre Guardiola Ortiz figuran los de Gabriel Miró, Valery Larbaud, Agatángelo Soler, Vicente Ramos y el del veterano periodista Tirso Marín que afirmó: “no es fácil acertar en cual de las distintas facetas destacó mas este ilustre alicantino, si en la abogacía, en la política, en la gastronomía o en la literatura, pues todas ellas las practicó con acierto”.
En uno de sus artículos Vicente Ramos escribió que Guardiola Ortiz fue “Una de las figuras mas sobresalientes de la cultura de nuestra tierra cuya vida y obra merecen profundo estudio, que contribuya a rescatar valores integrantes del ser y la personalidad propias de Alicante...”
Abundando en estas valoraciones, nosotros creemos necesario ampliarlas definiendo sus rasgos personales y algunas de sus muchas actuaciones.
Además de las anteriormente mencionadas merecen especial mención las que desarrolló desde sus cargos de Académico Correspondiente de las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia, Miembro del Centro de Cultura Valenciana y de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, Presidente de la Comisión Provincial de Monumentos de Alicante, que dio un notable impulso a las excavaciones arqueológicas que llevaron a cabo el no menos ilustre Cronista de la Ciudad Figueras Pacheco y el sacerdote Don José Belda; Presidente del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Alicante y Delegado Regio de Primera Enseñanza.
La brillante oratoria de Guardiola Ortiz fue otro de los rasgos característicos con la que destacó, tanto en el foro como en numerosos actos culturales. De estos últimos fueron celebradas sus intervenciones como Mantenedor en los Juegos Florales en Alicante en Agosto de 1902; la realizada en el homenaje al poeta Salvador Rueda -a la sazón afincado en la Isla de Tabarca, que él llamó Isla de los Poetas, y a la que se desplazaron dos días antes para recogerlo varios miembros de la intelectualidad local, entre los figuraba nuestro prócer- organizado el 17 de mayo de 1908 por el Centro de Escritores y Artistas y el Ateneo.
Asimismo, participó en el Jurado de los Juegos Florales celebrados el 19 de enero de 1909, con ocasión de la visita a Alicante de Alfonso XIII, y en la velada literario-musical en honor del recién galardonado en Viena Oscar Esplá por su Suite en la bemol, que tiene lugar en el Salón Azul del Ayuntamiento, del que forma parte, el 30 de enero de 1911.
Leyó del discurso de Gabriel Miró (por encargo de éste que no pudo estar presente) en el homenaje al médico, periodista, escritor, Hijo Adoptivo de Alicante, de la que era diputado en el Congreso, José Francos Rodríguez, al ser nombrado Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, el 20 de mayo de 1917, el mismo día que se colocaba la primera piedra del edificio de Correos en la plaza de Isabel II (antes, de las Barcas y, después, de Gabriel Miró.
Tomó la palabra en la inauguración del Círculo de Bellas Artes, el 27 de enero de 1918 y, en la del Ateneo, en el número 31 de la calle San Fernando en diciembre de 1923, con una exposición de Emilio Varela, pronunció una conferencia titulada Varela y su obra. Con otra conferencia, El verso y la poesía, preludió la velada rapsódica de Figueras Pacheco, el 18 de febrero de 1925, en el mismo Ateneo, que en aquel momento presidía (con una total ausencia de sesgo político que le mereció los elogios del Cronista de la Ciudad, aunque se convirtiera después en refugio de la única actividad permitida a los republicanos durante la Dictadura de Primo de Rivera).
Intervino en el homenaje que, en el que mismo centro cultural, se ofrendó al doctor Ramón Turró, junto con las de la señorita Josefina Pascual Devesa y los señores Germán Bernácer y Eduardo Mangada, el 28 de junio de 1926; así como, junto a Figueras, en el homenaje tributado a Azorín en el Casino de Monóvar, el 2 de febrero de 1930; y en el que se rindió el cuatro de mayo de ese mismo año a Antonio Rico Cabot con motivo de la inauguración de su busto -obra del escultor Daniel Bañuls- en la pinada que el inquieto y altruísta médico promovió en el castillo de San Fernando,. En ese acto, acompañaba al Alcalde del momento, Gonzalo Mengual, y también dedicó unas sentidas palabras al personaje homenajeado el vate Salvador Sellés.
Merece mención especial su discurso en valenciano como Mantenedor de lo Juegos Florales celebrados por Lo Rat Penat en 1933 en el Teatro Principal de Valencia, sobre el que nos extendemos por su significación.
Ejerció también el periodismo, primero como fundador y director del periódico El Republicano (1897-1901) y luego en el Diario de Alicante que dirigía su cuñado Emilio Costa.
Desempeñó, asimismo, funciones institucionales, no necesaria o estrictamente políticas -que luego veremos- como fueron las de Delegado Regio de Primera Enseñanza -él, un destacado republicano, lo que dice mucho en favor de su ecuanimidad y prestigio- a partir de 1917, o las de miembro de la Junta de Obras del Puerto, en representación del Ayuntamiento.
José Guardiola, Presidente de la Caja Especial de Ahorros,
pronunciando una conferencia de contenido cultural en el
Salón de Actos de la sede de la calle San Fernando.
Salón de Actos de la sede de la calle San Fernando.
A partir de 1909, coincidiendo con el comienzo de un nuevo mandato municipal y el acceso a la Junta de Obras del Puerto, inició el desempeño de distintos cargos en la Caja Especial de Ahorros y Monte de Piedad de Alicante (precursora de la actual Caja de Ahorros del Mediterráneo) que en 1877, cuando él todavía era un niño, fundó su admirado Eleuterio Maisonnave. José Guardiola se incorporó en 1909 a los órganos de gobierno de la entidad benéfica desempeñando desde entonces hasta 1930, importantes cargos: Vicepresidente 1º, Letrado Asesor y Presidente.
Tal como venía haciendo en cuantas responsabilidades asumía, su sentido social, ético y emprendedor, unido a su alicantinidad, se manifestaron inmediatamente. En 1912, la Caja de Ahorros alicantina, por iniciativa de don José Guardiola Ortiz, abrió su capítulo de ayuda al estudiante y fomento de la cultura iniciando de este modo la proyección de esta modalidad de obra social que la distinguiría en adelante. Desde las distintas responsabilidades y representación en la Caja, José Guardiola Ortiz continuó alentando la tendencia iniciada por el anterior Presidente de compra de edificios colindantes hasta completar la titularidad de la manzana entre las calles San Fernando, Velarde, Rafael Terol y Santiago, para construir con el proyecto del arquitecto Juan Vidal la que sería durante muchos años sede social de la Entidad. En su discurso inaugural, el 2 de diciembre de 1923, como Presidente de la Caja, dijo: “si, como es de esperar, nuestro pueblo sigue progresivamente el camino del ahorro, al igual que hicimos esto, realizaremos otras obras magnas que ya tienen cabida en nuestros cerebros; y, así, el pueblo todo, el obrero como el magnate, podrá ufanarse, diciendo en el mañana: -Esas obras que han engrandecido a nuestra querida patria chica se realizaron gracias a nuestro esfuerzo-; y todos sentiremos en nuestros pechos la satisfacción que da el deber cumplido”.
Desde la presidencia de la Caja protegió los intereses de Alicante sirviendo de puente de interacción con el Ayuntamiento, al que perteneció interrumpidamente desde 1897 hasta 1923. Contribuyó decisivamente a la construcción del nuevo Mercado Central de Abastos desde que en 1909 se planteó desde la Junta de Obras del Puerto, impulsando el proyecto con su apoyo y su trabajo en distintas comisiones municipales, hasta la finalización de las obras, trece años después, facilitando al Ayuntamiento, cuando ya se habían agotado los demás recursos, los fondos económicos necesarios desde la Presidencia de la Caja de Ahorros, en cuya representación, en el acto de su inauguración el 12 de noviembre de 1922, entregó oficialmente el Mercado a la Ciudad representada por su Alcalde Antonio Bono Luque.
AMIGOS
José Guardiola tuvo ascendiente –y un cierto halo patriarcal por razón de edad- sobre un grupo de jóvenes e inquietos alicantinos unidos en el afecto y la solidaridad que se llamaron entre sí amigos-hermanos, y que llegaron a ser relevantes personalidades. Además de Guardiola Ortiz (1872) y el escultor Vicente Bañuls, el único mayor que él (1865), el grupo estaba integrado por el escritor Gabriel Miró (1879), el compositor Oscar Esplá (1886), el arquitecto Juan Vidal (1888), el pintor Emilio Varela (1887), el catedrático y economista Germán Bernácer (1883), el Director del Diario de Alicante Emilio Costa (1882) y el escritor y archivero Eduardo Irles (1883), a los que con los mismos vínculos se unían esporádicamente el escritor y Cronista de Alicante Francisco Figueras Pacheco (1880), el escritor Julio Bernácer (1887), el periodista Rodolfo Salazar...
Entre ellos existió siempre el apoyo y aliento de quienes se sabían llamados a abrir nuevos horizontes culturales. Guardiola presidía de facto este formidable cenáculo al que se unió, durante sus estadías en Alicante, el escritor francés Valery Larbaud, cantor y portavoz de las excelencias de la terreta en su país. Éste, durante su largo veraneo de 1917 en San Vicente del Raspeig, en la finca “Villa Rafaela”, frecuentó a Don José, en su vecina “Los Leones”, a la que acudía a alguna tertulia y a jugar al tenis, y del que dijo, en una carta “… he conocido a dos hombres notables: Don José Guardiola Ortiz… “. En relación con este grupo de la intelectualidad alicantina, Oscar Esplá escribió: “Alicante no es sólo pueblo de siesta eterna y deliciosa; blando, rubio y calentado por el buen sol; es también nido y morada de genios... Somos nosotros un grupo de amigos que gustamos del olor de la leña quemada y de la sembradura húmeda, y amamos los perros campesinos, las nieblas de los prados y de las cimas, y el vuelo de las gaviotas, y muchas puericias..., y burlando y riendo de nosotros, y con frecuencia para divertirnos de un íntimo desaliento, nos llamamos genios y todo”.
Guardiola, además de su profunda amistad con los paisanos cultivó otras muchas entre personalidades destacadas: Francisco Rodríguez Marín, Suriñach Senties, Blasco Ibáñez, Cossío...
AMISTAD CON GABRIEL MIRO - BIOGRAFÍA DEL ESCRITOR - EL HUERTO DE SAN VICENTE
Don José y Gabriel Miró –siete años más joven que él- mantuvieron estrechos lazos de amistad desde su juventud. Se visitaban con las familias en sus domicilios y mantenían largas conversaciones, pródigas en proyectos llenos de esperanzas, lo que favoreció el acercamiento e hizo posible que Don José conociese a Gabriel profundamente, siendo el primero en ocuparse biográfica y críticamente del insigne escritor en su “Biografía íntima de Gabriel Miró -El hombre y su obra-“, de 1935. Guardiola, además de financiar la edición de la obra, tuvo la delicadeza de leerla, antes de que ésta se publicase, a la viuda del escritor, para entonces ya fallecido, y a otros familiares, recabando su conformidad. Clemencia Miró, hija del escritor, en carta de 10 de octubre de 1934, decía a Guardiola: “...Ya sabe Vd. por qué no pude asistir a su lectura (del borrador de la biografía de Miró) escuchada con verdadera emoción por mi madre y por mis tíos bajo los pinos de Beni-Saudet... Si usted desea para su libro algunos datos o fotografías yo se los enviaré”. Guardiola envió una copia de su biografía a Clemencia y ésta le expresó su satisfacción, aportó fotografías y realizó gestiones con el pintor José Manaut Viglietti para ilustrar la publicación.
Los vínculos afectivos de Gabriel Miró por José Guardiola Ortiz se manifiestan en el amplio epistolario del escritor desde Barcelona y Madrid, parte del cual recoge Guardiola en la biografía. En sus cartas Miró hacía partícipe a Guardiola de sus cuitas, de proyectos editoriales y de lo que acontecía en el seno familiar; le pedía ayuda ante las amistades que como abogado y político tenía José Guardiola: “Pepe, escríbele a Francos y trázame la ruta que debo seguir...”
Antes de su marcha a Barcelona Miró pasó con su familia unos días en Los Leones, el huerto propiedad de Guardiola en San Vicente. Era frondoso, con árboles y paseos recogidos y umbríos en los que los rosales, madreselvas y jazmines perfumaban las noches de estío y desde donde se veía el mar. Emilio Varela en algunos de sus cuadros, y el famoso escritor francés Valery Larbaud en sus escritos, inmortalizaron este huerto. También Gabriel Miró lo describió en páginas memorables. La estancia de Gabriel Miró y los suyos en aquel lugar fue decisiva para que el autor de “Años y Leguas” decidiese su marcha a Barcelona.
Las familias de Gabriel Miró y de José Guardiola
en 1918, en Las Planas-Barcelona
en 1918, en Las Planas-Barcelona
En la biografía de Miró escribe Guardiola: “Al finalizar el año 1913, para que, serenamente, decidiera sobre su propósito de abandonar su tierra querida y, trasladarse a Barcelona, le insté para que nos fuéramos, juntas las dos familias, a mi casa de campo, en las inmediaciones de San Vicente del Raspeig. Inolvidables noches aquellas en que sentados en la cocina, sin más luz que la de las llamas, mientras afuera caía la nieve, mirábamos arder los troncos y aspirábamos el olor tan grato para Gabriel de la leña quemada, y se nos mostraba en toda su sencillez y grandeza de espíritu fino...”.
Instalado ya en Barcelona, Miró le escribe: “Esta carta llegará a la Pascua. Estaréis en vuestro huerto, tierno y jugoso de la Primavera. Lo veo todo, guardo la memoria óptica, la del oído, porque sé claramente cómo suena la pisada en sus viales, conozco el ruido bueno, como una mano fraternal, de las ramas de tus árboles sobre mis hombros, y recuerdo el gesto, las facciones de las hortalizas, y sé distinguir los peces de tu alberca; y veo las hendeduras y ceñidores de alambre de la tinajas y ánfora, y huelo la frescura y limpieza de las alcazarras y del aljibe, y toco la greca ahumadita y el lagarto de la campana del hogar, donde quemamos los almendros de Langucha tan reacios para la llama, y donde recogí el calor honrado y aromoso de tu leña y el abrigo santísimo de tu alma , y la alegría de tus hijos tan hermanitos de mis nenas, la dulce, la inagotable delicadeza de Enriqueta. ¡Casa hidalga y amiga que me acogió recién herido y puso los fundamentos de mi nuevo vivir...”. Y en otra epístola le muestra agradecimiento: “Los alientos y casi la firmeza en la favorable mudanza de mi vida a vosotros lo debo. Gracias con toda mi alma”.
Don José reunía allí los fines de semana a sus amigos que pasaban tardes festivas viendo cómo Guardiola, feliz junto a su familia, preparaba suculentos platos típicos de la terreta dirigiéndolo todo como si un rito se tratase. Y ya por las noches, junto al fuego de la chimenea, se prolongaba la tertulia y canciones hasta primeras horas del día. Vicente Bañuls hacía alardes líricos con canciones que durante su estancia en Roma había aprendido muy bien. Eran habituales Emilio Varela, Oscar Esplá, Emilio Costa, Eduardo Irles, Vicente Bañuls, Juan Vidal, Germán Bernácer y José Carreras, director de la Caja de Ahorros. La velada finalizaba cantando gozosamente en medio del huerto La Marsellesa y el himno de Alacant: “No es este ja el poble vell, qu´es altre Alacant...”
Alicante. Plaza de Isabel II con la casa de José Guardiola
La prosperidad de su bufete de abogado y su presencia en algunos Consejos de Administración de empresas y entidades -Caja de Ahorros y empresa suministradora de gas ciudad, entre otras- le proporcionaron una sólida posición económica y social, de la que fueron reflejo su domicilio capitalino en el número 19 de la plaza de Isabel II -hoy de Gabriel Miró- y sus residencias de recreo en la playa de San Juan -primera de las construidas en aquel solitario paraje frente al mar, cuando no había agua, ni luz, ni carreteras- (en el tramo que hoy, y desde mediados de los años sesenta del pasado siglo, por razones oportunistas, se denomina Muchavista) y en la ya mencionada vecina San Vicente del Raspeig, bautizadas, respectivamente, como Belvedere y Los Leones (esta última llamada también, en el círculo familiar y de amigos, Huerto de San Vicente). Con estas últimas, puede decirse que nuestro personaje se anticipó varios lustros a lo que, andando el siglo iba a suponer toda una revolución en los hábitos de vida de los alicantinos del presente, transformando, además, el paisaje de los alrededores de la ciudad. Fue todo un pionero del recreo en el campo y en las playas de Alicante.
El domicilio de la ciudad era lugar de acogida muy frecuentado por los amigos. Valery Larbaud en su Journal 1912-1935 , y en páginas de su estancia en Alicante, escribe: “...fuimos a ver a don José. Con él estaba Oscar Esplá, que tocó para nosotros algo de Granados, después un pasaje de “La Belle au Bois Dormant” de Ravel, y una composición suya...”.
Belvedere, residencia de recreo y estío, fue asimismo centro de reunión de familiares, amigos y personalidades de paso por Alicante y escenario de memorables proezas culinarias de Don José al mando de los fogones domésticos, que refleja en sus literarias recetas a que luego aludiremos. Pero también refugio para quien lo necesitó en cada momento; como hicieron luego, en la posguerra, -aprendida esa lección paterna- sus hijos María y Germán Bernácer en su domicilio madrileño, acogiendo y ayudando a muchos alicantinos que se desplazaban a la capital en busca de solución a sus problemas.
Así, -anécdota curiosa- en la revuelta España de aquellos años, buscando descanso y cura de sus heridas en el frente, su hijo Álvaro, importante en aquellos momentos por sus destinos como Embajador en Finlandia y Bélgica se instaló en Belvedere una temporada. Durante aquel tiempo invitaba a ciertos visitantes extranjeros que parecían exóticos a los moradores del entorno. Uno de ellos fue un chino, delgado y alto: Chu-En-Lai, el que años más tarde fue primer ministro de la República Popular China. En la casa del arquitecto Juan Vidal, muy cerca de Belvedere, funcionaba en aquellos días el Gobierno Republicano y Alvaro Guardiola asistía a algunas de sus sesiones. Posteriormente, Álvaro se fue a París y, después, como representante del gobierno republicano, a Yugoslavia.
También acogió en Belvedere -por la mayor seguridad que ofrecía ante los bombardeos aéreos en aquellos difíciles años de guerra- a familiares, amigos y a monjas que, desprovistas de sus hábitos, parecía que compartían vida familiar. Después de las efemérides de Valladolid, se había convertido en el sino de Don José erigirse en firme protector del clero regular femenino, con tocas o sin ellas.
CONTINUA EN LA SEGUNDA PARTE.
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MANUEL SÁNCHEZ MONLLOR
JOSÉ MARÍA BONASTRE HERNÁNDEZ
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