El Diario Información daba hoy la noticia que desde Alicante Vivo llevábamos meses esperando: el periodista Rodolfo de Salazar y el abogado y político José Guardiola Ortiz serán trasladados al Jardí del Silenci, lugar de descanso para alicantinos ilustres creado a iniciativa de Alicante Vivo.
De Rodolfo de Salazar ya hablamos en ESTE artículo. Lo haremos ahora de Guardiola publicando este artículo que servirá de introducción a una (esperemos) futura reedición de su obra literaria gastronómica completa.
De humilde familia callosina, José Guardiola nace en Alicante en 1870 siendo el mayor de tres hermanos. Tras pasar por el instituto alicantino marcha a estudiar a Valencia licenciándose en Derecho a los 22 años. Se casó en tres ocasiones y tuvo once hijos. Debido a su prolífica descendencia y a sus varios matrimonios quedaría emparentado políticamente con alicantinos de la talla de Emilio Costa o Germán Bernácer entre otros. Entre su extensa lista de amigos de todas las ideologías y clases sociales destacaron Emilio Varela (del cual fue mecenas), Gabriel Miró y el escritor francés Valery Larbaud.
En lo social y cultural destacó como Presidente tanto del consejo de administración de la Caja de Ahorros, como de la Comisión Provincial de Monumentos o del Ateneo; fue Académico de la Real Academia de Bellas Artes, miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País y Comisario Regio para la Enseñanza. Durante la Guerra Civil fue miembro del Consejo Provincial de Asistencia Social. Como presidente del consejo de la caja alicantina concedió la financiación necesaria para realizar el tan deseado Mercado de Abastos.
Convencido de sus ideas republicanas, fundó en 1897 el periódico “El Republicano” donde colaboraron importantes personalidades como Hermenegildo Giner de los Ríos, Joaquín Dicenta o Carmelo Calvo. Tras militar en varios partidos republicanos, pasó al Partido Radical. Fue candidato a Cortes en tres ocasiones y desde 1897 desempeñó el cargo de concejal del Ayuntamiento alicantino repitiendo en varias legislaturas, siendo además uno de los concejales electos del primer ayuntamiento republicano surgido tras las elecciones de 1931. Por cierto, suya fue la bandera que ondeó aquel 14 de abril en el balcón del Ayuntamiento. En su nuevo cargo de concejal consiguió que el Ayuntamiento alicantino fuera la primera institución que reconociera la jornada de ocho horas. Pero su fama y prestigio le precedían y poco después fue nombrado Gobernador Civil de Valladolid en cuya provincia mantuvo el orden constitucional frente a los exaltados, ejerciendo su cargo hasta 1933.
Como letrado destacó por su innato don de la labia, ocupando interinamente el decanato del Colegio de Abogados, cargo que repetiría ya oficialmente durante la Guerra Civil. Fue famosa la defensa de su correligionario y amigo el doctor Antonio Rico Cabot, el cual estaba acusado de negarse a jurar por Dios en la causa contra Mariano Leal.
Como Guardiola no distinguía entre ideologías políticas cuando de defender el orden y a la gente buena se trataba, en 1938 actuó de abogado defensor en la causa contra Agantángelo Soler, amigo de la familia. Algo que en plena Guerra Civil era no menos que jugarse la vida. Soler le devolvería el favor defendiéndole en el humillante e injusto proceso que soportó tras la Guerra Civil. José Guardiola fue depurado y expulsado de la carrera llegando a pasar momentos de extrema necesidad. Momentos antes de morir, un 13 de julio de 1946, José Guardiola Ortiz fue rehabilitado, ingresando de nuevo en el Colegio de Abogados. El reconocimiento llegó tarde y la toga sólo se la pudo poner de cuerpo presente.
En su faceta de escritor destacó la primera biografía sobre Gabriel Miró publicada en 1935 siendo muy interesantes sus intervenciones en la prensa escrita, así como el discurso realizado con motivo de unos juegos florales de Lo Rat Penat o el folleto que publicó a finales de 1900 sobre el proceso contra el Doctor Rico, antes mencionado titulado “Por no jurar”. Curiosamente fue su afición a la gastronomía lo que hizo perdurar entre los alicantinos y estudiantes de cocina el nombre de José Guardiola. En 1936 y de forma artesanal publicó medio en broma, medio en serio el libro “Conduchos de Navidad”, un falsete literario repleto de su sabiduría culinaria. Posteriormente ya en plena guerra, y pensando en los más necesitados, publicaría “Platos de Guerra” y “ Sesenta maneras de condimentar la sardina”. Su última obra “Gastronomía alicantina” vió la luz dos años antes de morir.
En 1947 su buen amigo Agantángelo Soler reeditó por su cuenta y con permiso de la familia las dos publicaciones más importantes de su obra gastronómica, la cual, además de ser indispensable para todo el buen aficionado a la cocina es un homenaje al autor y al padre del editor, el farmacéutico Agatángelo Soler. El libro conocería más reediciones destacando las de 1972 y 1974.
Ahora después de décadas de separación, Guardiola y Rico volverán a encontrarse en el Jardí del Silenci recuperándose así otro trocito de la Memoria Histórica de la ciudad.
Fuentes:De Rodolfo de Salazar ya hablamos en ESTE artículo. Lo haremos ahora de Guardiola publicando este artículo que servirá de introducción a una (esperemos) futura reedición de su obra literaria gastronómica completa.
De humilde familia callosina, José Guardiola nace en Alicante en 1870 siendo el mayor de tres hermanos. Tras pasar por el instituto alicantino marcha a estudiar a Valencia licenciándose en Derecho a los 22 años. Se casó en tres ocasiones y tuvo once hijos. Debido a su prolífica descendencia y a sus varios matrimonios quedaría emparentado políticamente con alicantinos de la talla de Emilio Costa o Germán Bernácer entre otros. Entre su extensa lista de amigos de todas las ideologías y clases sociales destacaron Emilio Varela (del cual fue mecenas), Gabriel Miró y el escritor francés Valery Larbaud.
En lo social y cultural destacó como Presidente tanto del consejo de administración de la Caja de Ahorros, como de la Comisión Provincial de Monumentos o del Ateneo; fue Académico de la Real Academia de Bellas Artes, miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País y Comisario Regio para la Enseñanza. Durante la Guerra Civil fue miembro del Consejo Provincial de Asistencia Social. Como presidente del consejo de la caja alicantina concedió la financiación necesaria para realizar el tan deseado Mercado de Abastos.
Convencido de sus ideas republicanas, fundó en 1897 el periódico “El Republicano” donde colaboraron importantes personalidades como Hermenegildo Giner de los Ríos, Joaquín Dicenta o Carmelo Calvo. Tras militar en varios partidos republicanos, pasó al Partido Radical. Fue candidato a Cortes en tres ocasiones y desde 1897 desempeñó el cargo de concejal del Ayuntamiento alicantino repitiendo en varias legislaturas, siendo además uno de los concejales electos del primer ayuntamiento republicano surgido tras las elecciones de 1931. Por cierto, suya fue la bandera que ondeó aquel 14 de abril en el balcón del Ayuntamiento. En su nuevo cargo de concejal consiguió que el Ayuntamiento alicantino fuera la primera institución que reconociera la jornada de ocho horas. Pero su fama y prestigio le precedían y poco después fue nombrado Gobernador Civil de Valladolid en cuya provincia mantuvo el orden constitucional frente a los exaltados, ejerciendo su cargo hasta 1933.
Como letrado destacó por su innato don de la labia, ocupando interinamente el decanato del Colegio de Abogados, cargo que repetiría ya oficialmente durante la Guerra Civil. Fue famosa la defensa de su correligionario y amigo el doctor Antonio Rico Cabot, el cual estaba acusado de negarse a jurar por Dios en la causa contra Mariano Leal.
Como Guardiola no distinguía entre ideologías políticas cuando de defender el orden y a la gente buena se trataba, en 1938 actuó de abogado defensor en la causa contra Agantángelo Soler, amigo de la familia. Algo que en plena Guerra Civil era no menos que jugarse la vida. Soler le devolvería el favor defendiéndole en el humillante e injusto proceso que soportó tras la Guerra Civil. José Guardiola fue depurado y expulsado de la carrera llegando a pasar momentos de extrema necesidad. Momentos antes de morir, un 13 de julio de 1946, José Guardiola Ortiz fue rehabilitado, ingresando de nuevo en el Colegio de Abogados. El reconocimiento llegó tarde y la toga sólo se la pudo poner de cuerpo presente.
En su faceta de escritor destacó la primera biografía sobre Gabriel Miró publicada en 1935 siendo muy interesantes sus intervenciones en la prensa escrita, así como el discurso realizado con motivo de unos juegos florales de Lo Rat Penat o el folleto que publicó a finales de 1900 sobre el proceso contra el Doctor Rico, antes mencionado titulado “Por no jurar”. Curiosamente fue su afición a la gastronomía lo que hizo perdurar entre los alicantinos y estudiantes de cocina el nombre de José Guardiola. En 1936 y de forma artesanal publicó medio en broma, medio en serio el libro “Conduchos de Navidad”, un falsete literario repleto de su sabiduría culinaria. Posteriormente ya en plena guerra, y pensando en los más necesitados, publicaría “Platos de Guerra” y “ Sesenta maneras de condimentar la sardina”. Su última obra “Gastronomía alicantina” vió la luz dos años antes de morir.
En 1947 su buen amigo Agantángelo Soler reeditó por su cuenta y con permiso de la familia las dos publicaciones más importantes de su obra gastronómica, la cual, además de ser indispensable para todo el buen aficionado a la cocina es un homenaje al autor y al padre del editor, el farmacéutico Agatángelo Soler. El libro conocería más reediciones destacando las de 1972 y 1974.
Ahora después de décadas de separación, Guardiola y Rico volverán a encontrarse en el Jardí del Silenci recuperándose así otro trocito de la Memoria Histórica de la ciudad.
ALFREDO CAMPELLO
- "40 alicantinos" Tirso Marín Sessé (2009)
- " Gastronomía alicantina" José Guardiola Ortiz (1974)
- " Diccionario de Políticos Valencianos" (Institució A. el Magnànim)