Un destino común: el olvido
Y es que tras más de medio siglo de tranquilidad y normalidad, la vida cotidiana de los tabarquinos se vio alterada el 12 de noviembre de 1838, cuando no tuvieron más remedio que presenciar un lamentable espectáculo. Dámaso Calbo y Rochina de Castro, historiador de la Primera Guerra Carlista, habla de los móviles y causas que obligaron a ello en su obra Historia de Cabrera y de la guerra civil en Aragón, Valencia y Murcia (Madrid, 1845), explicándolo como sigue:
Ramón Cabrera y Griñó |
La noticia de que habían sido fusilados en el pueblo del Forcal por los carlistas 96 sargentos prisioneros de la acción de Maella; de que en Convento de San Francisco de dicha población, también perecieron 37 heridos al día siguiente en la batalla; que 50 soldados del siguiente del Regimiento de Caballería del Rey, puestos en la desnudez más vergonzosa, también perecieron al filo de la espada de los carlistas, fue causa de que este funesto proceder tuviera inmediatamente imitación y de que las más tristes represalias se practicaran en lo sucesivo en Zaragoza, en Teruel y en otros puntos fortificados en donde había prisioneros carlistas. El grito de sangre corre de boca en boca y se transmitía de un campo a otro. Las familias o parientes de los que estaban con Cabrera, los vecinos reputados con adictos o de opiniones carlistas, fueron inmolados en sangrientos motines, que en muchos pueblos causaron la exasperación de los ánimos. Un río de sangre separaba ambos partidos, con mengua del siglo.
Tal estado de ánimo era el que presentaban las provincias de Aragón, Valencia y Murcia en los meses que mediaron entre julio y diciembre de 1838. Y la ciudad de Alicante no pudo sustraerse al mismo y así, por dos veces, se desarrollaron en nuestra ciudad sangrientos sucesos, una de ellas en la propia ciudad, y otra en Nueva Tabarca, dado que había sido destinada como depósito de prisioneros carlistas, habilitando la Torre de San José como mazmorra.
Hagamos un pequeño paréntesis en este lamentable suceso, para centrarnos en una de las edificaciones más características de Nueva Tabarca. La Torre de San José, también conocida como Castillo de San José, es uno de los edificios más notables que se construyeron en la isla. Fue proyectada por Baltasar Ricaud en 1789 con planta cuadrada de alzado en pirámide truncada, y rodeada de un foso. Se mandó construir por Real Orden de 12 de septiembre de 1790 con algunas modificaciones.
Rafael Viravens y Pastor nos describe en su Crónica de Alicante de 1870 un castillo de piedra que consta de tres pisos, en donde hay un patio y habitaciones para cárcel y alojamiento de tropa. A él se accede por una escalera de cantería interceptada por un puente levadizo. Sobre la puerta de entrada aparecen los escudos de las Armas Reales, tiene en sus fachadas ventanas con rejas de hierro, y el fuerte está coronado con baterías a barbeta que lo rodean por sus cuatro frentes, mostrando en los ángulos garitas voladoras.
Fue utilizada como prisión del estado en la guerra civil que estalló en España a la muerte de Fernando VII, a la que hace referencia la crónica que nos ocupa, más tarde ha sido cuartel de la Guardia Civil, y actualmente es utilizado como almacén del Instituto de Ecología Litoral.
Retomando la historia de este episodio, el comandante general de la provincia, Francisco Pérez Meca, cumpliendo órdenes recibidas de la Junta de Salvación y Defensa del Reino de Valencia, nombró en nuestra ciudad una Junta de Represalias, la cual ordenó pasar por las armas a diecinueve prisioneros en la isla, casi todos ellos con la graduación de sargento. Esto fue consecuencia de haber sido fusilados por mandato del comandante del ejército carlista de Valencia y Aragón, Ramón Cabrera y Griñó, cuya propia madre tendría el mismo destino de manos del ejército contrario, los 96 sargentos mencionados por Calbo, pertenecientes al ejército liberal.
En medio de la vorágine de represalias, se recibió un despacho en Alicante con órdenes muy precisas de ejecutar de inmediato a los prisioneros carlistas custodiados en la isla, y el 12 de noviembre al amanecer, partió un pequeño contingente militar del puerto de Alicante, comandado por un capitán, para cumplir tan atroz mandamiento. A su llegada a la isla fueron recibidos por el gobernador de la misma, Francisco Lanzarote. La orden no permitía ninguna dilación, que esa misma mañana los diecinueve legitimistas debían ser pasados por las armas. Es de comprender la sorpresa del momento de la primera autoridad de la isla, pero no había lugar a la piedad, pues la respuesta a los asesinatos de militares gubernamentales por los carlistas sólo entendía de la Ley del Talión.
Así sigue explicando Dámaso Calbo este suceso:
Muy de mañana del día 12 de noviembre de 1838, notábase en los alrededores del Gobierno Militar y Político de esta ciudad, inusitado movimiento; se había recibido una orden reservada del capitán general de Valencia, terminante, premiosa, y había que cumplimentarla en la mañana, de aquel mismo día. En efecto grupos de Milicianos Nacionales se dirigieron al Muelle de esta ciudad para embarcarse en los faluchos dispuestos para tal objeto, o sea el de dirigirse a la inmediata isla Plana o Nueva Tabarca.
Nadie sabía cuál era el objeto de la expedición. El capitán de la misma llevaba instrucciones para el citado gobernador de la isla, y hasta poco después de que fueran entregadas a su destinatario no se supo que el Capitán General de Valencia ordenaba pasar por las armas a los prisioneros de guerra que había en depósito en la isla, y la orden debía cumplirse inmediatamente.
En vano suplicó el párroco de Nueva Tabarca, mosén Miquel Bosch, que se demorase la terrible ejecución el tiempo necesario para preparar a aquellos infelices y darles la extremaunción. Enterado de la misión del destacamento recién llegado, acudió rápido para prestar auxilio espiritual a los desdichados reos, pero fue en balde, ya que los odios estaban tan exacerbados que hasta se les impidió recibir el sacramento. La insistencia del capellán no sirvió de nada, los diecinueve fueron conducidos extramuros de la población tabarquina e inmediatamente fusilados. Sobre las diez de la mañana les llevaron fuera de las murallas de la población, y en una hondonada cerca del mar fueron pasados por las armas, entre ellos nueve sargentos primeros y nueve sargentos segundos, procedentes todos ellos de la partida comandada por Antoni Tallada i Romeu, lugarteniente de Cabrera, dispersa por el ejército liberal en los campos de La Mancha.
¿Mártires? Aquellos desventurados creyeron en una causa romántica imbuida de tradicionalismo. Lo pagaron con su vida. Lo mismo que el coronel Pantaleón Boné y los suyos, pero éstos en 1844 y por defender ideales contrarios a los de los diecinueve de Nueva Tabarca. La historia quiso que unos, con el triunfo definitivo del liberalismo, se elevasen al rango de mártires de la libertad, de nuevo resucitados y conmemorados tras años de obligada amnesia; mientras los otros yazcan para siempre, olvidados, en la yerma tierra tabarquina, cerca de la Torre de San José, tan olvidada igualmente que su destino está en el aire una vez sacada a subasta por el Ministerio del Interior en BOE del 16 diciembre de 2010
Increíble, ¿verdad? Pues lo curioso del caso es que el Ayuntamiento de Alicante comunicó al Ministerio de lInterior, en escrito de fecha 7 de mayo de 2001, las circunstancias especiales que rodean a este monumento tabarquino, y de hecho, una vez declarada desierta la citada subasta, el Ministerior del Interior publicó la licitación para venta del mismo, cuyo texto reproduzco íntegro:
ANTIGUO TORREÓN DE LA GUARDIA CIVIL
EN ALICANTE (ISLA TABARCA)
INMUEBLE:
Antiguo torreón de la Guardia Civil en Alicante, situado en Isla Tabarca y conocido como “Castillo de San José”.
SUPERFICIE:
Según el Registro de la Propiedad consta de una superficie construida de 354,00 m2 sobre una parcela de 2.596,00 m2.
INFORMACIÓN URBANÍSTICA:
El inmueble está sometido al “Plan Especial de Protección de la Isla de Tabarca y se encuentra dentro del “Catálogo del Plan Especial de la Isla de Tabarca”, con grado 1 de protección “integral” y, por tanto, está sometido a la Ordenanza para la Protección del Conjunto Histórico Artístico. Asimismo, está declarado Bien de Interés Cultura (B.I.C.), según la Ley de Patrimonio Histórico Español.
SE ADJUNTA EN ANEXO INFORMACIÓN URBANÍSTICA.
VALOR DE TASACIÓN: 395.811,00 €
Procedente de subasta desierta anunciada en BOE de fecha 16 de diciembre de 2010. Se admiten ofertas directas.
El anexo mencionado, con membrete del Ayuntamiento de Alicante, está firmado en la citada fecha de 7 de mayo de 2001 por el entonces concejal de Urbanismo, José Luis Pamblanco Ayela.
Para terminar, y como curiosidad, según el último párrafo del texto contenido en las páginas 56 y 57 del Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos publicado por el Ayuntamiento de Alicante, donde se puede consultar una información mucho más amplia de la torre, están protegidas hasta las chumberas que rodean el edificio (y no es broma), por lo que ¿dejará de estar protegida la Torre de San José?
Publicado conjuntamente en el blog "La Foguera de Tabarca"