Alegría, una inmensa alegría es lo que sentí al pasar por la Autovía Alicante-Madrid, a la altura de la Colonia Santa Eulalia, y ver la Casa de los Giles llena de andamios preparada para su restauración.
Tengo fresco el recuerdo de cuando estaba habitada, yo era pequeña y me parecía un palacio donde vivir increibles aventuras. Con el paso de los años fuí testigo de como, abandonada, se convirtió en una ruina.
Ahora sé que fué declarada de Interés Comunitario, y que la restauración externa e interna, a cargo de los propietarios de los terrenos, fué la condición para conder las autorizaciones pertinentes para poner una gasolinera. Aunque se restaure no se le podrá dar uso alguno por su cercanía a la carretera.
Es una gran ironía que vaya a recuperar todo su esplendor para permanecer vacía.
Tengo fresco el recuerdo de cuando estaba habitada, yo era pequeña y me parecía un palacio donde vivir increibles aventuras. Con el paso de los años fuí testigo de como, abandonada, se convirtió en una ruina.
Ahora sé que fué declarada de Interés Comunitario, y que la restauración externa e interna, a cargo de los propietarios de los terrenos, fué la condición para conder las autorizaciones pertinentes para poner una gasolinera. Aunque se restaure no se le podrá dar uso alguno por su cercanía a la carretera.
Es una gran ironía que vaya a recuperar todo su esplendor para permanecer vacía.
ANA HERNÁNDEZ HURTADO