Si es que ya lo dijo Don Wences, cuando el invierno baja de Europa como un vikingo depredador, la primavera se refugia en nuestras tierras. Y aquí es donde paciente espera su momento, a resguardo de los gélidos rigores. No es de extrañar pues, que de vez en cuando, la primavera se resista a abandonar esta, su casa. Nos tiene acostumbrados a marcharse pronto, casi sin enterarnos el invierno se transforma en verano y la primavera es un breve espacio de transición donde la flora y la fauna se apresuran a eclosionar y multiplicarse.
Este año, hemos tenido unas estaciones bastante definidas, un verano llevadero, que se alargó de segundas tras las lluvias de octubre, un otoño corto y seco que dio paso a una transición fría y lluviosa hacia un invierno como hacía años que no teníamos en Alicante, lluvioso y de temperaturas frescas y estables, sin los típicos altibajos anticiclónicos que suelen dejar heladas suaves al alba y máximas veraniegas a mediodía, y una primavera agradable, lluviosa y bastante fresca.
Así, los campos de nuestras comarcas lucen verdes y húmedos y los arroyos y fuentes brotan por las montañas como antaño, en torno a la ciudad de Alicante, la invasión de gramíneas y margaritas, mantienen verdes los eriales y pincelan de flores cualquier espacio libre. Ya comienzan a dorarse las espigas, no en vano estamos a finales de mayo, pero es curioso ver como tan avanzada la primavera, la naturaleza nos puede sorprender con agradables sorpresas.
Amapolas en primavera en el interior de la provincia, Alcoy, Mariola y Onil
Es habitual ver las tierras altas de la provincia salteadas de amapolas en los márgenes y ribazos, en los verdes campos de cereales de L´Alcoiá o entre las viñas del Vinalopó. Mas difícil es verlas cerca del mar, aunque en años lluviosos, llegan a las huertas prelitorales y salpican de rojo lomas y caminos.
Junto al cementerio del Palamó
Lo que no es tan habitual es ver amapolas silvestres en la ciudad, seguro que muchos de nosotros las hemos visto, pero apenas sin fijarnos, han pasado desapercibidas para la mayoría. Son miles los vehículos que entran a Alicante a diario desde el sur y muy poca gente la que se ha percatado que la cuneta que separa la carretera de la estación de Benalúa, está salpicada de manchas rojas y que estas no son latas de Coca-Cola, sino amapolas.
Ababoles en la Avd.de Elche
El caso es que en las últimas semanas las amapolas han llegado a las afueras de la ciudad y se han dejado ver en la Avenida de Elche, en Villafranqueza o entre Santa Faz y la Playa de San Juan como hacía años no se veían. Sus semillas han llegado a la ciudad y han arraigado desafiando al monóxido de carbono y demostrando, una vez mas, con permiso de los alérgicos, que Alicante fue, es y será, la Casa de la Primavera.
Como colofón, y como suele hacer Elkiko en sus articulos os pondría el enlace a la archiconocida canción Amapola, compuesta por Jose Maria Lacalle en los años veinte y versionada por Deanna Durbin, Hugo Avendaño, Sara Montiel, Plácido Domingo, Los Panchos, Nana Mouskouri o Andrea Bocelli. Pero no lo voy a poner, mas que nada porque si estas leyendo esto, a estas alturas, ya estarás tarareando el estribillo de la canción... Amapola, na ni no ni no no na, na ni no ni no naaaaa...