Dentro del "III Ciclo Cultural Ciutat i Festa", organizado por la Foguera Gran Vía-Garbinet, tuvo lugar ayer por la tarde la charla titulada "El orgullo de ser alicantino", en la que participaron el periodista del Diaro La Verdad, D. José Francisco Picó, y el compañero de Alicante Vivo, Juan José Amores.
Hasta el Salón de Actos de la Casa de la Festa se acercaron amigos y curiosos para escuchar la tercera de las charlas/debates del ciclo, quizá la menos relacionada con el mundo fogueril en particular, pero sí de candente actualidad por tratarse de un tema muy relacionado con nuestra ciudad. Tanto el señor Picó como Alicante Vivo ofrecieron sus respectivos puntos de vista sobre el "orgullo" alicantino o el tan socorrido "memfotisme", dejando claro que el alicantinismo queda por encima de natalismos, credos o falsos arquetipos.
Desde Alicante Vivo queremos dar las gracias a la Foguera Gran Vía-Garbinet en conjunto por la deferencia que han tenido con nosotros, al tiempo que aplaudimos su iniciativa y deseamos un futuro lleno de proyectos tan interesantes (o más) como éste. Del mismo modo, no podemos dejar pasar la oportunidad de agradecer a D. Juan Carlos Vizcaíno (¡¡eres un crack!!) y a D. José Francisco Picó, sus amables palabras y el excelente y cariñoso trato que han tenido con nosotros durante esta gran tarde.
Hasta pronto
La presentación y la dirección del debate posterior estuvo a cargo de D. Juan Carlos, que mostró en todo momento su pasión por nuestra fiesta.
Tras él, tomó la palabra Juan José Amores, que con el peculiar estilo que caracteriza a nuestra Asociación, acercó la historia y el desarrollo del "menfotismo" en nuestra ciudad.
El último de los ponentes en hablar fue el afamado periodista alicantino D. José Francisco Picó, que quisó dejar muy claro que el "orgullo" alicantino no debía limitarse a pregonar las maravillas de nuestro Castillo o nuestra Explanada, y que, por supuesto, estaba por encima de lugares de nacimiento o actitudes tan características del pasado.
La Bellea de Gran Vía-Garbinet y sus damas no quisieron faltar ni a la charla ni al debate posterior, que se alargó hasta casi las diez de la noche
En el año 1854, un vasco se ganó nuestro respeto, nuestra admiración, nuestro mejor monumento, un fragmento del Cielo (si es que existe) y un título que por encima de condecoraciones oficiales, casi nadie tiene en esta ciudad: el título de Héroe. Se llamaba Quijano… y ante el grito de “para salvar a los alicantinos de debajo de las piedras se hacen brotar recursos”, dio su vida por todos y cada uno de los que hoy estamos aquí. Ya saben… el cólera morbo tiene la costumbre de matar a la gente. Recuerdo: no era nativo de Alicante y sólo estuvo en esta tierra 24 días. ¿Sería considerado por ustedes como un “buen alicantino”?
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Somos tan ricos en alicantinismo que relegamos al Doctor Balmis y sus 22 niños héroes a una pequeña, abandonada y, por qué no decirlo, asquerosa plaza; olvidamos que esta ciudad fue el último bastión de la libertad antes de 40 años oscuros; sólo por aquello del centenario y casi por obligación –no nos engañemos, es así- recordamos al más grande de los poetas, Miguel Hernández, que en otro lugar tendría una enorme avenida y un monumento que se vería desde lo alto de Aitana; tenemos monumento a Jaime II, el invasor, pero ni una calle a Peris, el hombre que defendió con su vida esta ciudad.
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Figueras Pacheco era nativo de Alicante, es cierto. Y Carlos Arniches. Y Rafael Altamira. Y Oscar Esplá. Pero… ¿lo era José María Py, fundador de nuestra fiesta? No… él nació en Cádiz, y sin embargo descansa con orgullo en el Jardí del Silenci. Pero voy a llegar más lejos: Maissonnave, el de la avenida, es un apellido francés, como lo es Lamaigner, el de la casa que descansa junto a la carbonell, que tampoco es alicantina: es alcoyana. O`donell, el general que da nombre a la calle, no es muy latino que digamos. Ni Bosch, Curt, Guarner, Lassaleta, Quijano, Cáceres de mi querida Ángeles o Castedo, de mi querida Sonia. Y todo eso sin nombrar a Nordstrom, Solveig, la nórdica que salvó el Tossal de Manises de la destrucción y que vive sola y abandonada en un apartamento de Benidorm sin ni siquiera una calle a su nombre, a pesar que algunos ya lo hemos pedido varias veces. En los plomos del yacimiento arqueológico de la Serreta, Alcoy, encontramos un lenguaje mitad griego, mitad ibero. ¿Qué ocurrió? ¿Ya había mezcolanza de sociedades entonces? La historia nos enseña….si queremos.
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Pero ese no es el problema del “menfotisme” alicantino. Hay veces que no queremos cambiar; que no queremos recuperar nuestras raíces. Como mucho arremetemos contra las desgracias desde la silla de una heladería, en un bar o en nuestra propia casa. Renegamos de todos los que no piensan como nosotros y no somos más intolerantes por qué no practicamos, leches. El pasota de los años ochenta estaba ya históricamente presente en el Alacant de siempre. El Menfot. Hijo predilecto de nuestra ciudad. Erudito personaje digno de un monumento. “Al Menfot Desconocido” . Parece como si una nube de olvido colectivo hubiera hecho mella en la población de nuestra ciudad. Ahora preferimos hacernos las víctimas (“jopeta…. Todo lo que hemos perdido…”) que plantar cara a los de arriba. Y por desgracia, y aquí tengo que dar un pequeño tirón de orejas, algunos colectivos de les fogueres (algunos, eh?), o el antaño colectivo de la Asociación de Teatro Independiente, o grupos de escritores y poetas, o intelectuales que promueven la cultura, son muchas veces contagiados del menfotismo. Asimilan lo cotidiano como única meta, sin afán de superación. Por eso surgen cada vez más colectivos o comisiones, valga el ejemplo de estas jornadas, que dicen ¡YA ESTÁ BIEN!. Desde el mundo de la fiesta, la cultura, la ciudadanía surgen personas que no se dejan aplastar por esta lacra del olvido. Tenemos motivos más que suficientes para lucir unas fiestas innovadoras desde su origen. Tenemos unas tradiciones dignas de darse a conocer. Tenemos una historia plagada de hechos y personas de primera fila.
(Algunos fragmentos de la intervención de Alicante Vivo. Texto elaborado por Eusebio Pérez Oca, encargado también de las fotografías, y Juan José Amores Liza)