"Esta campaña está dedicada a todos los alicantinos que han pasado a mejor vida. Y a los que aún están por ahí abajo y que con el paso del tiempo, obviamente y sin exclusión, irán a hacerles una alegre visita"
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Para informarte y participar en la Campaña de Concienciación Ciudadana "SER ALICANTINO DUELE... ¡¡EN EL MÁS ALLÁ!!", visita ESTE enlace de la Asociación Cultural Alicante Vivo
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Caricatura de D. Carlos Arniches Barrera, dibujada por el escultor alicantino D. Vicente Bañuls Aracil
«Soy un hombre viejo, de muchos años; pongan ustedes los que quieran, que no me molesto. Yo tengo la culpa por haberlos vivido. Alto, todavía esbelto, hasta cierto punto; correcto y moderado en el vestir, y de no mala facha, pues, según han dicho varios biógrafos, tengo un cierto aire de personaje yanki. No sé si esto será cierto, porque yo no me he sentido nunca ni personaje ni yanki; pero como el trazo no me disgusta, aquí queda. Guapo, no lo soy -no quiero engañar a nadie-, y además, a estas alturas, ¿para qué? Tengo los ojos pequeños..., y cuidado que he visto cosas... ¡Y la nariz grande y de mala calidad; me acatarro mucho! (...) Esta es mi cuadratura física. La moral es peor..., peor para mí, naturalmente. Soy un trabajador infatigable. Presumo de esto con cierta razón. Estoy en el yunque desde los catorce años. Al principio, de dependiente de comercio; luego, de aprendiz de periodista, y, por último, desde los dieciocho, de autor cómico. Y, aquí me quedé, y con no mala suerte.(...) Es lo justo y lo razonable; porque piensen ustedes que, al fin, cuando el espectáculo de la vida termine, hemos de ir a otro, donde no hay manera de sobornar al acomodador, porque el acomodador es el Tiempo, que no tiene amigos, y que ha de colocar a cada uno, sin apelación, en el sitio que merezca: o en el recuerdo o en el olvido.»
(D. CARLOS ARNICHES BARRERA)
LA CURIOSIDAD
D. Carlos Arniches y Dña Pilar Moltó a su llegada a Buenos Aires, en 1937. (Fotografía extraída de Cervantes Virtual)
Casado con Dña. Pilar Moltó y Campo-Redondo en 1894, D. Carlos Arniches Barrera tuvo cinco hijos: Carlos, Fernando, José María, Pilar y Rosario. El primogénito de todos ellos, Carlos Arniches Moltó, sería con los años el prestigioso arquitecto del Hipódromo de La Zarzuela. El capricho del destino quiso que sus dos hijas contrajeran matrimonio con importantes escritores de la época: D. José Bergamín, quien trató en vida de congraciar el catolicismo y el comunismo (famosa su frase: "con los comunistas hasta la muerte... pero ni un paso más"), y D. Eduardo Ugarte Pagés, quien fundaría junto a Federico García Lorca "La Barraca".
En 1937, en plena Guerra Civil Española, D. Carlos Arniches sufrió en primera persona los bombardeos de sus ciudades más queridas, Madrid y Alicante. Fue entonces cuando decidió huir a Buenos Aires en un exilio voluntario. También sufrieron exilio sus hijas (con peor fortuna) y el citado arquitecto Carlos, represaliado en la posguerra. Bondadoso, tímido y hogareño (siempre tuvo un talante conservador, pero completamente apolítico), le dolió en lo más hondo una contienda fraticida que no comprendió jamás.
En tierras argentinas, escribió piezas tan conocidas como "El tío Miseria" y "El padre Pitillo". Aún así, no dudó en regresar a su país nada más concluir la Guerra. Pero la alegría del hombre que había hecho reír a tantas generaciones con su teatro de evasión, se quebró el 22 de febrero de 1943, con la muerte de su hija Rosario en Mexico. La ausencia de sus seres queridos, primero, y la trágica noticia, después, hirieron de muerte a nuestro ilustre, persona entregada al cariño de su familia. Su hija Pilar dijo al respecto: «Este dolor fue, sin duda alguna, el que le provocó la muerte. Mi padre solía decir siempre: "Yo sería capaz de soportar todo en la vida la ingratitud, el desengaño, los ataques de la opinión pública, la calumnia, todo. Todo menos la muerte de un hijo mío".
Construcción del Teatro Arniches de Alicante. Fotografía de Elkiko extraída de la web "Barrio de Benalúa"
El teatro alicantino que lleva su nombre está ubicado en la Avenida de Aguilera Nº 1
Los días de Carlos Arniches estaban contados. Recluido en su triste hogar, el escritor trazó las últimas escenas de su comedia "Don Verdades", obra que terminó exactamente el 15 de abril. Ese mismo día, trabajó normalmente. A la hora de costumbre se acostó sin ningún síntoma que presagiara el fatal desenlace, cuyos detalles se conocen gracias a doña Juana Navarro, la sirvienta. A las cinco de la madrugada del día 16, sonó el timbre de la habitación de D. Carlos Arniches. Dña. Juana acudió a la llamada, pues la esposa del escritor se hallaba enferma. La sirvienta encontró al comediógrafo sentado sobre el lecho y con las facciones descompuestas. Conmocionada, solicitó la urgente presencia del médico D. Eusebio Oliver Pascual, cuyo diagnóstico fue terminante: angina de pecho. Dña. Pilar avisó con premura a sus hijos, pero antes de que llegaran falleció D. Carlos Arniches Barrera en sus brazos: "Pilar, me muero; dame un beso; me muero". Eran las 06:00 del viernes día 16 de abril de 1943. Según el certificado de defunción, Arniches murió a consecuencia de "angor péctoris y arterioesclerosis".
A las pocas horas del fallecimiento, el director de la Sociedad de Autores envió al alcalde de Alicante, D. Román Bono Marín, el siguiente telegrama: «Ante fallecimiento insigne autor alicantino Carlos Arniches, acaecido hoy, la Sociedad Autores, consternada por dolorosa pérdida, expresa su pésame a ciudad Alicante. Entierro verificaráse once mañana, sábado. Notificámosle por si desean enviar representante. Saludos, Serrano Anguita, director general». El alcalde alicantino contestó con otro telegrama, manifestando su dolor y anunciando que la ciudad nativa estaría representada por el ex alcalde D. Luis Pérez Bueno.
Arniches (sentado), junto a la actriz Aurora Redondo y el actor Valeriano León
El sepelio, que constituyó una extraordinaria manifestación de duelo en Madrid, se verificó el sábado día 17 a la hora mencionada: once de la mañana. La comitiva fúnebre se detuvo frente al Teatro Alcázar para que Aurora Redondo y demás actrices de su compañía colocaran flores sobre el féretro, mientras la Banda Municipal de Madrid interpretaba una selección de obras líricas, con letra de Arniches. El cadáver recibió cristiana sepultura en el cementerio de Nuestra Señora de la Almudena, donde aún hoy puede visitarse.
Pocos días después de la muerte de D. Carlos Arniches (exactamente el 24 del mismo mes), el Ayuntamiento de Alicante acordó honrar la memoria de su Hijo Predilecto y dispuso reponer, en su casa natalicia, la lápida que fue arrancada durante la Guerra Civil, labrar otra lápida de mármol con el nombre del escritor e instalarla en el antesalón de sesiones del Palacio Municipal, y erigirle un monumento, que realizaría el escultor alicantino D. Daniel Bañuls Martínez, el domingo día 20 de junio de 1948.
Dentro del mundo teatral, Alicante rindió dos homenajes a su gran comediógrafo: uno el 28 de noviembre de 1943, en cuya fecha la compañía de comedias cómicas de Davó y Alfayate representó la comedia arnichesca "El pecado de ser guapa", y otro un año más tarde, el 3 de noviembre de 1944 en el teatro Principal alicantino, con la compañía de los ilustres Aurora Redondo y Valeriano León interpretando "El hombrecillo". En aquel homenaje, organizado por la emisora Radio Falange, Valeriano León dijo: "El teatro de Arniches ganará con los años como los buenos caldos, y habrá de ser España y, de España, su Alicante, quien podrá gozar de su gloria, que de España salió y saldrá más cada día su nombre"
(Vicente Ramos; "Vida y Teatro de Carlos Arniches")
EL PERSONAJE
Arniches y su esposa, recien casados. Fotografía extraída de "Revista Katharsis"
D. Carlos Jorge Germán Arniches Barrera nació en la Calle Golfín número 1, de Alicante, en el año 1866. Hijo de un pagador de la Fábrica de Tabacos llamado D. Carlos Arniches Baus y de Dña. Maria Antonia Barrera Mingot, aprendió las primeras letras en el colegio "La Educación". De este centro, donde Arniches ya se distinguió por su aplicación, pasó al colegio San José, de gran prestigio. El ilustre D. Rafael Altamira describió así el lugar: "Ocupaba el colegio la planta baja y los dos pisos de un gran caserón, a la entrada de la calle; y como ésta no era muy ancha, el edificio de enfrente -un caserón, también, ocupado por una fonda- arrojaba constantemente sobre nosotros la mancha triste de su sombra, privándonos de ver el sol y el mar que, al otro lado, rompía sus olas sobre la playa y la escollera". Entre los amigos del joven Arniches estaban el citado Altamira, D. Joaquín Dicenta Benedicto, D. Heliodoro Guillen y D. Francisco Martínez Yagües. Nuestro ilistre era "delgado, de ojos soñadores que parecían mirar a todo y no enterarse de nada".
Aquellos no fueron buenos años para nuestra ciudad: a los estragos causados por la epidemia de fiebre amarilla de 1870, hubo que sumar el bombardeo cantonalista de 1873, las luchas políticas internas y las inundaciones del río Segura, contribuyendo todo al agotamiento y postración de Alicante, roída por la incuria, la miseria y el hambre. Su familia decidió entonces fijar su hogar en Barcelona, donde esperaba hallar una estabilidad que le era negada aquí. En Barcelona, D. Carlos Arniches trabajó como empleado de banca, colaborando en los periódicos "Correspondencia Catalana" y "La Vanguardia". En aquellas columnas volcó todo su potencial, y decidió entonces viajar a Madrid en busca de una mayor fortuna literaria.
Su casa natal aún se conserva. Podemos verla en la Calle San Francisco, esquina con Calle Golfín. Una placa nos informa de ello
Una placa con las letras borradas vuelve a decir muy poco de los alicantinos y de su escaso aprecio a nuestros grandes ilustres.
Sus padres, según los óleos que se conservan en la Diputación de Alicante (Pinchar en las imágenes para ampliar)
Ya en la capital de España, plasmó una labor de gacetillero en las redacciones de "El Diario Universal", "La Ilustración Artística Teatral" y "El Resumen". En 1887 editó su primera obra, "Cartilla y Cuaderno de Lectura", que el Ministerio de Fomento adquirió para las escuelas, lo que reportó a su autor cinco mil pesetas.
Gracias a su colaboración con D. Gonzalo Cantó, nacieron sus primeras piezas teatrales: "Casa Editorial", "El Fuego de San Telmo", "Panorama Nacional", "Las guardillas", etc... A ellos se le sumaría el gran compositor D. Ruperto Chapí, con el que firmarían importantes zarzuelas como "Ortografía" y "Las campanadas". No fue el señor Chapí el único músico con el que trabajaría D. Carlos Arniches. Con otro ilustre, el maestro alicantino D. Tomás López Torregrosa, escribirá "¡Victoria!", "Los puritanos", "El Príncipe heredero", "La banda de trompetas" y "El santo de la Isidra"
D. Carlos Arniches Barrera
Para evitar el abuso que sufrían los escritores y compositores por parte de los empresarios, D. Ruperto Chapí y D. Carlos Arniches impulsaron la creación de la "Sociedad General de Autores". No en vano, nuestro ilustre ya había concebido más de doscientas piezas, muchas de ellas llevadas al cine y que aún hoy siguen representándose: "El amigo Melquiades", "La Señorita de Trévelez", "Que viene mi marido"... Todas ellas lo convirtieron en el escritor de todos los tiempos cuya producción literaria más veces se ha llevado al cine tanto en España como en el extranjero.
A fin de cuentas, Arniches fue un innovador; el autor que popularizó hasta extremos insospechados el casticismo madrileño, llegando hasta a inventarse un vocabulario que el pueblo asumió. Y cuando este género empezó a decaer, supo evolucionarlo hacia lo que se llamó "tragedia grotesca" (la denuncia social a través de la comedia).
Multitudinario entierro de Arniches en Madrid
Desde diciembre de 1921 hasta enero de 1932, D. Carlos Arniches, Hijo Predilecto de Alicante, sólo nos visitó dos veces: una, el 29 de diciembre de 1925, al objeto de asistir al estreno de "El tío Quico", y otra, el 16 de abril de 1929, que llegó acompañado de su esposa e hijo Carlos. Sin embargo, en enero de 1932, el Ayuntamiento de Alicante se dispuso a recibir a D. Niceto Alcalá Zamora, en su primer viaje como Presidente de la República. Con tal solemne motivo, el Concejo alicantino invitó al ilustre sainetero. Sus palabras fueron: "Soy un modesto sainetero, y los saineteros no tenemos otra misión que la de entretener y divertir, y cuando esto no puede lograrse, al menos, la de molestar poco (...) Me encuentro absolutamente desplazado, como comediógrafo, del cartel de esta función teatral de gala que se celebra en honor del Excmo. Sr. Presidente de la República en mi amada tierra nativa (...) Así lo he manifestado a algunos amigos, a pesar de lo cual, se me volvió a requerir para que viniese, y aquí estoy, si no como autor dramático, como alicantino, que es mejor, y que, para mí, vale tanto como el más glorioso de los títulos".
Aquel mismo año de 1932, fue propuesto para su ingreso en la Orden de la República; pero no consta que la distinción le fuera concedida; en cambio, sí se colocó, entre los balcones del primer piso de la casa número 40 de la calle de Sagasta (hoy, San Francisco), la lápida de mármol que hemos puesto al principio de este artículo. Injustificadamente, la lápida fue arrancada en febrero de 1935 y repuesta enseguida.
Aquel mismo año de 1932, fue propuesto para su ingreso en la Orden de la República; pero no consta que la distinción le fuera concedida; en cambio, sí se colocó, entre los balcones del primer piso de la casa número 40 de la calle de Sagasta (hoy, San Francisco), la lápida de mármol que hemos puesto al principio de este artículo. Injustificadamente, la lápida fue arrancada en febrero de 1935 y repuesta enseguida.
Como ya hemos dicho, al estallar la Guerra Civil Española el 18 de julio de 1936, la familia Arniches estaba en Madrid. Fue el amargo momento de la separación: la hermana del escritor se quedó en la capital con la sirvienta y la poetisa Juana Navarro; sus hijas se fueron a Valencia; y los padres regresaron a la ciudad natal de D. Carlos. El matrimonio se instaló en el hotel Mediterráneo, sito en la playa de San Juan. Aquí, lejos del estruendo de los cañones y de las bombas, la situación económica se agravó. Con el ánimo resuelto y el corazón amargo, Carlos Arniches y señora dejaron Alicante en los primeros días de diciembre de 1936 para pasar por Valencia y marchar a Barcelona, de donde salieron, el día 18, hacia el exilio. A su llegada a Buenos Aires, Arniches diría: "No, por favor... No me hagan hablar de España... Supongo que sea ésta la misma respuesta que hallen de los labios de todos los que salimos de allí... No, no... Política, no... Si la razón corresponde a los unos o a los otros, si es todo aquello, por favor, no me interroguen... Como español que soy, como hermano de los hombres que luchan en los dos bandos, no puedo hablar... No puedo decirles más que lo que debemos decir todos los españoles: que acabe pronto la batalla, que termine cuanto antes la guerra".
La historia final, ya la conocemos.
Algunos han criticado, sin razón, a D. Carlos Arniches por su febril y fervoroso "madrileñismo", en contraposición con un escaso alicantinismo. Sin embargo, aunque su obra se centra en el Madrid castizo de la época en la que vivió, considerando a la capital de España "su pueblo de adopción", jamás renegó de su tierra, y acudió a ella en cuanto su trabajo y su salud se lo permitían. Podemos decir, pues, que Arniches no llevaba a Alicante en su corazón...; ¡¡era su corazón!!
"Dice un proverbio italiano: "Vedere Nápoli e poi morire". Yo, parafraseándolo, quiero decir: "Ver Alicante y después vivir". Vivir para gozar infinitamente de la gloria de su cielo, del templado aliento de su clima sin par, de la esplendorosa luz de su mar azul. Id a Alicante, recorred su provincia entera, cruzad sus montes, visitad su costa, extasiaros en su huerta... y, cuando os alejéis de él, sentiréis la nostalgia de una tierra de promisión, hundida en vuestro recuerdo, como un sueño venturoso, perdido para el recreo de vuestros ojos y la paz de vuestro espíritu. Hijo de Alicante, proscrito de él por el destino, en mis luchas por la vida, la esperanza de volverlo a ver es la única ilusión que consuela mis anhelos y templa mis ansias. Id a Alicante, id... Es una tierra madre, llena de amor para los que la amen y que paga con su hermosura el amor que se la tiene»
Llegué al Cementerio de la Almudena rozando el mediodía. En principio, se trataba de una búsqueda breve. La Asociación Cultural Alicante Vivo había realizado un excelente trabajo previo… yo simplemente tenía que limitarme a seguir las indicaciones y encontrar la sepultura de uno de nuestros dramaturgos más importantes: el gran Carlos Arniches. Pero a pesar de ello –y sin ánimo de ofender- el personal del cementerio me tuvo dando vueltas, con toda la buena voluntad del mundo, durante un par de horas hasta que por fin decidí coger el teléfono y llamar directamente a los servicios funerarios de Madrid. Debo decir que ese espacio de tiempo se me hizo corto gracias a la compañía de un gran amigo de Pinto, Emilio Serrano, que se animó a acompañarme esa mañana.
Acabamos el reportaje casi a las tres de la tarde. Nos marchábamos y algo me impulsó a mirar de nuevo hacia atrás. Allí se quedaba otra vez sola, rota, medio olvidada entre las miles de sepulturas, la de nuestro querido Carlos Arniches. Tuve la necesidad de volverme, tocar con la palma de la mano, una vez más, la losa de mármol y pensar: "¡qué pena no poder tenerte en nuestra ciudad!..." para luego responderme: "¿Para qué? ¿Para olvidarla como tantas otras? ¿Cómo olvidamos a Maisonnave, al Dr. Rico…?. No, así no". Me fui de allí con un sueño y un deseo: que nuestra ciudad y nuestra provincia un día reconozca y rinda el tributo que se merecen esos grandes alicantinos y alicantinas que tanto nos han dado, que han sido referencia en muchos campos, desde la cultura a la ciencia, o la medicina, la política... Que un día alicante y las y los alicantinos recuperen el orgullo de su propia identidad.
Por cierto, no lo he dicho aún:
-D. Carlos Arniches Barrera reposa en una sepultura preferente, ubicada en la Segunda Meseta, Cuartel 14, Manzana 24, Letra A, del Cementerio de la Almudena, de Madrid.
-El Cementerio de Nuestra Señora de la Almudena, con 120 hectáreas de extensión, es uno de los cementerios más grandes de Europa. Se estima que el número de personas inhumadas en él ronda los cinco millones, sobrepasando al de los actuales habitantes de la ciudad. Fue el cementerio principal de la capital desde 1884 a 1973, y el único camposanto existente en la ciudad para la mayoría de la población.
La historia final, ya la conocemos.
Obra de Daniel Bañuls Martínez, el "Busto a Arniches" se inauguró el 20 de julio de 1948 en el Castillo de San Fernando, pasando después a su actual emplazamiento en el Parque de Canalejas
Calle de Carlos Arniches, en Carolinas Bajas
En la subida al Castillo de Santa Bárbara, a mano derecha, parte un camino de tierra que accede al Parque de la Ereta. ¿Cuántos alicantinos saben que a finales de los años 20 se aprobó que esa "avenida" se llamase Carlos Arniches? Aunque la propuesta cayó en el olvido, posiblemente hoy no lo sepan ni los propios responsables del Ayuntamiento
Algunos han criticado, sin razón, a D. Carlos Arniches por su febril y fervoroso "madrileñismo", en contraposición con un escaso alicantinismo. Sin embargo, aunque su obra se centra en el Madrid castizo de la época en la que vivió, considerando a la capital de España "su pueblo de adopción", jamás renegó de su tierra, y acudió a ella en cuanto su trabajo y su salud se lo permitían. Podemos decir, pues, que Arniches no llevaba a Alicante en su corazón...; ¡¡era su corazón!!
"Dice un proverbio italiano: "Vedere Nápoli e poi morire". Yo, parafraseándolo, quiero decir: "Ver Alicante y después vivir". Vivir para gozar infinitamente de la gloria de su cielo, del templado aliento de su clima sin par, de la esplendorosa luz de su mar azul. Id a Alicante, recorred su provincia entera, cruzad sus montes, visitad su costa, extasiaros en su huerta... y, cuando os alejéis de él, sentiréis la nostalgia de una tierra de promisión, hundida en vuestro recuerdo, como un sueño venturoso, perdido para el recreo de vuestros ojos y la paz de vuestro espíritu. Hijo de Alicante, proscrito de él por el destino, en mis luchas por la vida, la esperanza de volverlo a ver es la única ilusión que consuela mis anhelos y templa mis ansias. Id a Alicante, id... Es una tierra madre, llena de amor para los que la amen y que paga con su hermosura el amor que se la tiene»
LA TUMBA
Crónica de una búsqueda: Tristeza y Orgullo (por Josep Fuster i Ortuño)
Entrada principal al Cementerio de Nuestra Señora de la Almudena, en Madrid
Llegué al Cementerio de la Almudena rozando el mediodía. En principio, se trataba de una búsqueda breve. La Asociación Cultural Alicante Vivo había realizado un excelente trabajo previo… yo simplemente tenía que limitarme a seguir las indicaciones y encontrar la sepultura de uno de nuestros dramaturgos más importantes: el gran Carlos Arniches. Pero a pesar de ello –y sin ánimo de ofender- el personal del cementerio me tuvo dando vueltas, con toda la buena voluntad del mundo, durante un par de horas hasta que por fin decidí coger el teléfono y llamar directamente a los servicios funerarios de Madrid. Debo decir que ese espacio de tiempo se me hizo corto gracias a la compañía de un gran amigo de Pinto, Emilio Serrano, que se animó a acompañarme esa mañana.
Fotografías de la necrópolis o basílica, proyectada por Arbós y Urioste. Está situada en el vértice noroeste del recinto, en la confluencia de las avenidas de Daroca y de las Trece Rosas.
Sepultura de D. Carlos Arniches, con la bandera alicantina.
Mi primera impresión al encontrar la sepultura fue de tristeza. Tendría que haber previsto que tantos años de olvido iban a pasar factura, pero con sinceridad, tratándose de Carlos Arniches y de su vinculación con el pueblo de Madrid, no esperaba encontrar la lápida abierta, rota en su frontal y con restos de basura en su interior. Pero bueno, al fin al cabo esto no hacía más que confirmar el lema de la campaña emprendida por la asociación: “Ser Alicantino duele… incluso en el Más Allá”.
Me aguanté la pena mientras pensaba en qué fácil sería para nuestro Ayuntamiento el ponerse en contacto con los servicios del Cementerio de la Almudena y ordenar que se limpiara y se restituyera la lámina de mármol desaparecida… Tragué saliva y me dispuse a hacer las primeras fotos de la olvidada sepultura. Era a la vez de emotivo, triste; pero también me llenaba de orgullo ciudadano, orgullo alicantino, estar allí rindiendo un sencillo homenaje a este ilustre escritor cuya obra no creo que se valore en nuestra ciudad como debiera. Tan orgulloso estaba que quise darle un toque identitario a la misma, bordeándola con la bandera de nuestra ciudad. Lo hice, realicé las fotos con la alegría de saber que en breve Alicante Vivo iba a publicarlas en un artículo de homenaje y memoria, un artículo dentro de una campaña que denuncia el olvido… Y es que el olvido es lo peor que le puede ocurrir a una sociedad. Olvidar a nuestros antepasados, a aquellos que generaron cultura, que fueron referentes en nuestra ciudad y provincia, gracias a los cuales hoy somos lo que somos es una mala e injusta inversión. Olvidar nuestra cultura es la mejor manera de perderla… y perder nuestra cultura es perder nuestra identidad.
Acabamos el reportaje casi a las tres de la tarde. Nos marchábamos y algo me impulsó a mirar de nuevo hacia atrás. Allí se quedaba otra vez sola, rota, medio olvidada entre las miles de sepulturas, la de nuestro querido Carlos Arniches. Tuve la necesidad de volverme, tocar con la palma de la mano, una vez más, la losa de mármol y pensar: "¡qué pena no poder tenerte en nuestra ciudad!..." para luego responderme: "¿Para qué? ¿Para olvidarla como tantas otras? ¿Cómo olvidamos a Maisonnave, al Dr. Rico…?. No, así no". Me fui de allí con un sueño y un deseo: que nuestra ciudad y nuestra provincia un día reconozca y rinda el tributo que se merecen esos grandes alicantinos y alicantinas que tanto nos han dado, que han sido referencia en muchos campos, desde la cultura a la ciencia, o la medicina, la política... Que un día alicante y las y los alicantinos recuperen el orgullo de su propia identidad.
Por cierto, no lo he dicho aún:
-D. Carlos Arniches Barrera reposa en una sepultura preferente, ubicada en la Segunda Meseta, Cuartel 14, Manzana 24, Letra A, del Cementerio de la Almudena, de Madrid.
-El Cementerio de Nuestra Señora de la Almudena, con 120 hectáreas de extensión, es uno de los cementerios más grandes de Europa. Se estima que el número de personas inhumadas en él ronda los cinco millones, sobrepasando al de los actuales habitantes de la ciudad. Fue el cementerio principal de la capital desde 1884 a 1973, y el único camposanto existente en la ciudad para la mayoría de la población.
Tumba de los padres de Arniches en el Cementerio de la Almudena. Imagen de Carlos Sánches Gómez Del Pulga. |
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Queremos dar las gracias a nuestro compañero y amigo, Josep Fuster i Ortuño, autor del texto final y de las fotografías de la sepultura de D. Carlos Arniches Barrera. Su viaje a Madrid, su amabilidad y su paciencia con nosotros fueron fundamentales para poder tratar la figura de nuestro ilustre dramaturgo en esta campaña. Hasta el momento, no existía en internet ninguna fotografía de la tumba de Arniches, uno de los alicantinos más reconocidos y queridos del siglo XX. Todo ésto ha sido posible gracias a él, y en él deben recaer todos los méritos
Si alguno de nuestros lectores es pariente de D. Carlos Arniches, o puede facilitarnos más información sobre él, puede ponerse en contacto con nosotros en la dirección alicantevivo@ono.com
Fuentes:
-"Vida y Obra de Carlos Arniches"; RAMOS, Vicente.
-"Carlos Arniches: Renovador del sainete y padre de la tragedia grotesca"; SANTO MATAS, Joaquín