"El talento de las personas consiste en saber vivir y comer sin trabajar (...) No tiene trabajo, y asegura que, como es negro, el trabajo para él es una condena (...) Demuestra lo vago que puede llegar a ser, que no se agacha por nada del mundo. Le tiran una moneda y por no agacharse se de media vuelta y la deja en el suelo. Lleva siempre un par de zapatos o botas remendadas para vender, único negocio al que honradamente se dedica, y de cuando en cuando lleva algunas merluzas de mayor tamaño que las del Cantábrico (...) El dice que no sabe de donde viene ni como se llama, ni quien lo crió pero que se encuentra a gusto en esta "terreta". Cuando se tercia suelta piropos tropicales como por ejemplo este: "Muquela coven (se entiende por mujer joven), estas para comerte". Claro la mujer piensa que tiene hambre y le da todo lo que tiene... de sobra. Quedémonos que es un hombre con talento; no trabaja por más que le pinchen".
(Fragmentos del Semanario "El Tío Cuc". 1928)
(Fragmentos del Semanario "El Tío Cuc". 1928)
"Diario de Alicante", con fecha 3 de marzo de 1915.
El suceso con el que comenzaría años después la leyenda negra más importante de nuestra historia moderna y que nos daría a conocer al personaje "ilustre" alicantino más carismático, conocido y vago que ha existido en "la terreta", comenzó a las 14:00 horas del día 3 de marzo de 1915, en el puerto de Alicante, y terminó ocho días después.
Una "horrenda explosión" sobresaltó a los tranquilos ciudadanos de la ciudad, que comían o descansaban en sus casas tras la jornada laboral de la mañana. La detonación hizo que cientos de ellos salieran a la calle, anhelosos de conocer las causas del escandaloso suceso. Al llegar al Paseo de los Mártires, la multitud vio en el muelle del puerto un buque envuelto en llamas y humo, lo que les hizo recordar la tragedia ocurrida unos años antes en Santander, cuando la explosión del "Cabo Machichaco" causó la muerte a 592 personas. Uno de los carabineros que se encontraba a bordo relató días después que, en realidad, habían sido dos explosiones casi consecutivas, pero que la deflagración y onda expansiva de la segunda dilapó a la primera. El buque, con matrícula de Amberes, se llamaba "Tiflis". Y con permiso de D. Cosme García y su "Garcibuzo" (el primer submarino exitoso de la historia), ha sido el barco más famoso que ha anclado en nuestro puerto... ¡¡aunque fuera accidentalmente!!
Los primeros momentos del incendio en el "Tiflis"
El barco se había dedicado durante varios días a vaciar su cargamento de petróleo y bencina en la factoría que la Empresa Deutsch tenía en La Cantera, donde descargaron más de 600 toneladas. Sin embargo, quedó anclado en nuestro Muelle de Poniente para suministrar a la fábrica petrolera de Fourcade unas 1.500 toneladas más del material de sus depósitos. A la hora de las explosiones, ya casi había terminado con las labores de descarga y estaba a punto de hacerse a la mar. Aún quedaba gran cantidad de petróleo en sus tanques, reservado para la fábrica que en Sevilla poseía la citada casa Deutsch.
Los primeros en saltar del buque fueron los carabineros Juan Calvo, Roque Such y la esposa de este último, que había ido a bordo a llevar la comida del rancho. La barquilla que les había de conducir a tierra había desaparecido y tuvieron que lanzarse al agua, de donde fueron rescatados sanos y salvos.
Pronto se personaron en el muelle diversas autoridades, como el Comandante de Marina, el Gobernador Civil, el alcalde de Alicante, el Juez de Instrucción y los concejales Sres. Limiñana, Guardiola y Langucha, que dictaron las órdenes pertinentes al personal para evitar males mayores de los ocurridos.
Al ser informados de la existencia de varios tanques llenos de bencina y, la más que posible, tercera explosión, el alcalde mandó acordonar la zona y dispuso libremente a los bomberos para que iniciaran las labores de salvamento y auxilio. Se comunicó al resto de buques anclados en el puerto el peligro existente y todos ellos levaron anclas y salieron a alta mar.
Durante toda la tarde hubo un "ir y venir" de policías, bomberos y personal de La Cruz Roja, que trabajaron denodadamente trasladando a la Casa de Socorro a los heridos. Además, se dispuso un puesto de auxilio en la Plaza de Isabel II. Allí podía verse a cientos de alicantinos ayudando desinteresadamente en las diferentes labores de socorro.
El capitán del buque intentaba contener a la marinería que, presa del pánico, huía despavorida. Poco tiempo después de inicarse el suceso, no quedaba a bordo nadie. El buque se quedó silencioso, envuelto en humo y llamas, y conteniendo mil doscientas toneladas de material inflamable. Ante esa amenaza, se intentó todo infructuosamente. En Alicante no había medios para destruir el barco; además, no quedó tripulante con el valor de cortar las amarras y permitir que los remolcadores, todos averiados, sacaran al "Tiflis" fuera del puerto.
Pronto se personaron en el muelle diversas autoridades, como el Comandante de Marina, el Gobernador Civil, el alcalde de Alicante, el Juez de Instrucción y los concejales Sres. Limiñana, Guardiola y Langucha, que dictaron las órdenes pertinentes al personal para evitar males mayores de los ocurridos.
Al ser informados de la existencia de varios tanques llenos de bencina y, la más que posible, tercera explosión, el alcalde mandó acordonar la zona y dispuso libremente a los bomberos para que iniciaran las labores de salvamento y auxilio. Se comunicó al resto de buques anclados en el puerto el peligro existente y todos ellos levaron anclas y salieron a alta mar.
Durante toda la tarde hubo un "ir y venir" de policías, bomberos y personal de La Cruz Roja, que trabajaron denodadamente trasladando a la Casa de Socorro a los heridos. Además, se dispuso un puesto de auxilio en la Plaza de Isabel II. Allí podía verse a cientos de alicantinos ayudando desinteresadamente en las diferentes labores de socorro.
El capitán del buque intentaba contener a la marinería que, presa del pánico, huía despavorida. Poco tiempo después de inicarse el suceso, no quedaba a bordo nadie. El buque se quedó silencioso, envuelto en humo y llamas, y conteniendo mil doscientas toneladas de material inflamable. Ante esa amenaza, se intentó todo infructuosamente. En Alicante no había medios para destruir el barco; además, no quedó tripulante con el valor de cortar las amarras y permitir que los remolcadores, todos averiados, sacaran al "Tiflis" fuera del puerto.
Las causas del siniestro nunca se llegaron a aclarar. Según el capitán del barco, el señor Zyster, una imprudencia con una colilla en el tanque de proa (que estaba vacío, pero contenía los restos del material descargado en La Cantera) originó el percance. Fue allí, en la proa del barco, donde perecieron cuatro de los cinco fallecidos en el incendio, algunos de cuyos restos nunca pudieron ser rescatados. El quinto, de nacionalidad inglesa, murió horas después en la Casa Socorro, y fue enterrado en el cementerio protestante. La llovizna que comenzó a caer el segundo día ahuyentó a mucha gente que se apostaba en el Paseo de los Mártires para ver las labores de extinción. Sin embargo, apenas sirvió para apaciguar las fuertes llamas que salían del interior del barco; por el contrario, cada día parecía más virulento y peligroso el incendio. A las tres de la madrugada del día 5 de marzo, en plena oscuridad de la noche, el barco ofrecía un aspecto siniestro: llamaradas rojas visibles desde todos los puntos de la ciudad.
En dias posteriores, se sucedieron más explosiones en la cubierta del barco, lo que obligó a las autoridades a acordonar todo el perímetro hasta el Parque de Canalejas. El capitán, tras lamentar la pérdidas de vidas humanas, calculó los daños iniciales del "Tiflis" en 1.500.000 pesetas de la época, que afectaban al castillo de proa, el rancho de la marinería, los botes, las escotilas números 1 y 2, el mamparo del puente de proa con armazón y volantes, la caseta y el servomotor.
Hubo que esperar el paso de los días, y la combustión de la práctica totalidad del carburante alojado en los tanques 3 y 4, para que los bomberos intentaran subir al buque y prosiguieran con las labores de extinción de una manera más directa. Sin embargo, diversas explosiones consecutivas impidieron llevar a cabo definitivamente esta tarea. La decisión de no remolcar la nave fuera del puerto por el precario estado de su casco seguía en pie, más aún al constatar el peligro que conllevaba para el resto de las embarcaciones y remolcadores.
Poco a poco, los heridos leves fueron dados de alta y realojados en casas. Mientras, se procedió a abrir un boquete en el "Tiflis" para verter por él al mar el combustible restante de sus depósitos y evitar, de esta forma, una explosión que destruyera todo el carguero.
A última tarde del día 10 de marzo de 1915, tras más de 168 horas de incendio descontrolado, las llamas se apagaron por sí mismas. El capitán subió al barco e inspeccionó los lugares en donde se había originado el desastre, mientras era remolcado, ahora sí, fuera del puerto. Allí se encontró el cadaver de uno de los cuatro primeros desaparecidos, que fue llevado inmediatamente al depósito del cementerio. También se encontraron sin arder más de seiscientas toneladas de mineral, que milagrosamente no se había quemado en el incendio.
Las últimas noticias que tenemos del barco y su tripulación las encontramos en el "Diario de Alicante", con fecha 11 de marzo de 1915: "El boquete abierto en uno de los costados ha sido cerrado (...) Desde anoche queda montada una guardia a bordo del vapor sobre el que se ejerce una gran vigilancia. En el lugar en el que estaba anclado en el muelle se trabaja para extraer el ancla y las cadenas, y es probable que de nuevo entre en nuestro puerto (...) para ponerlo en condiciones de ser transportado a otro puerto en donde se repararán las averías". Y así tuvo que ser, ya que el "Tiflis" pasó a manos de Campsa en 1.927. Y estando en la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos Sociedad Anonima, se le cambio de nombre y paso a llamarse "Campestre". Después, ya siendo propiedad de Cepsa, tuvo su último nombre "Monteleón", y sufrió otro terrible incendio en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, el día 19 de marzo de 1966.
Respecto a los 30 miembros de la tripulación, todos ellos fueron repatriados a sus lugares de origen.
Bueno... ¡¡todos no!!
Hubo que esperar el paso de los días, y la combustión de la práctica totalidad del carburante alojado en los tanques 3 y 4, para que los bomberos intentaran subir al buque y prosiguieran con las labores de extinción de una manera más directa. Sin embargo, diversas explosiones consecutivas impidieron llevar a cabo definitivamente esta tarea. La decisión de no remolcar la nave fuera del puerto por el precario estado de su casco seguía en pie, más aún al constatar el peligro que conllevaba para el resto de las embarcaciones y remolcadores.
Poco a poco, los heridos leves fueron dados de alta y realojados en casas. Mientras, se procedió a abrir un boquete en el "Tiflis" para verter por él al mar el combustible restante de sus depósitos y evitar, de esta forma, una explosión que destruyera todo el carguero.
A última tarde del día 10 de marzo de 1915, tras más de 168 horas de incendio descontrolado, las llamas se apagaron por sí mismas. El capitán subió al barco e inspeccionó los lugares en donde se había originado el desastre, mientras era remolcado, ahora sí, fuera del puerto. Allí se encontró el cadaver de uno de los cuatro primeros desaparecidos, que fue llevado inmediatamente al depósito del cementerio. También se encontraron sin arder más de seiscientas toneladas de mineral, que milagrosamente no se había quemado en el incendio.
Las últimas noticias que tenemos del barco y su tripulación las encontramos en el "Diario de Alicante", con fecha 11 de marzo de 1915: "El boquete abierto en uno de los costados ha sido cerrado (...) Desde anoche queda montada una guardia a bordo del vapor sobre el que se ejerce una gran vigilancia. En el lugar en el que estaba anclado en el muelle se trabaja para extraer el ancla y las cadenas, y es probable que de nuevo entre en nuestro puerto (...) para ponerlo en condiciones de ser transportado a otro puerto en donde se repararán las averías". Y así tuvo que ser, ya que el "Tiflis" pasó a manos de Campsa en 1.927. Y estando en la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos Sociedad Anonima, se le cambio de nombre y paso a llamarse "Campestre". Después, ya siendo propiedad de Cepsa, tuvo su último nombre "Monteleón", y sufrió otro terrible incendio en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, el día 19 de marzo de 1966.
Respecto a los 30 miembros de la tripulación, todos ellos fueron repatriados a sus lugares de origen.
Bueno... ¡¡todos no!!
Uno de los trabajadores de las cocinas del carguero, un grandullón de color muy pintoresco, logró escabullirse y se quedó a vivir entre nosotros, dando a nuestra ciudad un toque "étnico" poco visto hasta entonces en aquellos duros años de la pre-Guerra Civil. Se llamaba John Moore, aunque hasta la fecha de su muerte, los alicantinos lo apodaron "el Negre Lloma".
"Llevaba muchos años pisando nuestras calles, silencioso, con lento caminar, vistiendo las ropas que le ofrecían y comiendo de la caridad ciudadana (...) Aquí nunca quiso iniciar trabajo estable, por mucho que se le instara a ello; prefirió seguir vagando hasta hacer famoso el dicho de "És més gos que el Negre Lloma"
La corta vida de este hombre, conmovedora y triste, tuvo un gran paralelismo con el barco que lo trajo a la "terreta". Al igual que el "Tiflis", nuestro "ilustre" tuvo varios nombres: John Moore, Negre Lloma y Juan Mallol.
Sin embargo, esta historia pertenece a una leyenda de la que hoy no hemos venido a hablar.
Quizá lo hagamos otro día... si la pereza no puede con nosotros.
Fuentes y Fotografías:
-"Diario de Alicante" (1915)
-Wikipedia
-Elaboración Propia
-Historia Gráfica del Puerto de Alicante