Autores:
Begoña García y Jordi Henales
Fotografías:
Extraídas del documento original, con permiso de sus autores.
Agradecimientos:
Miguel Ángel Pérez Oca, escritor.
INTRODUCCIÓN
La guerra civil española terminó hace setenta años en el puerto de Alicante. La ciudad estuvo alejada del frente durante toda la guerra, pero eso no le impidió ser cruelmente bombardeada en 71 ocasiones, sembrando terror, destrucción y muerte, infundiendo el pánico entre la población civil y casi alcanzando las 500 víctimas mortales sin contar los centenares de heridos.
La ciudad sufrió los ataques de la aviación fascista hasta el 25 de marzo de 1939, cuando ya estaba decidida la contienda. Se produjeron grandes masacres, como el 25 de mayo de 1938, donde hubo un número elevado de víctimas, y tras la lucha de colectivos como la Comisión Cívica para la recuperación del la Memoria Histórica, tienen tan sólo una pequeña placa conmemorativa en el exterior del Mercado Central.
Con este trabajo se pretende profundizar en el conocimiento de los bombardeos sufridos por la ciudad de Alicante. Debido a la poca información bibliográfica sobre el tema, queremos hacer un pequeño análisis de los registros documentales del momento, recogiendo la información ofrecida en las Actas Municipales, las Actas de la Junta de Defensa y la prensa local, junto con los testimonios de aquellas personas que sufrieron tan crueles ataques.
Nos hubiera gustado poder contar con los registros materiales, ya que sabemos que Alicante tenía cerca de 100 refugios antiaéreos, siendo una de las ciudades con menos construcciones de este tipo a pesar de ser copiosamente bombardeada. Muchos de estos refugios siguen intactos bajo plazas y parques, algunos incluso negados en su existencia, como el habido en Campoamor. La mayoría de ellos, hoy en día han desaparecido o se les ha ocultado, no concediéndoles la importancia histórica que se merecen. El problema es que la ley no contempla estas construcciones como protegidas, ya que son elementos de defensa pasiva, y depende de la buena voluntad del Ayuntamiento el querer conservarlos y restaurarlos. Cosa que hasta el momento no ha sucedido.
El objetivo primordial es ofrecer la visión de una ciudad que no está preparada para los ataques aéreos y no posee ningún objetivo militar como para ser tan castigada como lo fue. Nuestra intención es demostrar, con los datos obtenidos, que los bombardeos de la aviación fascista se dirigen a minar la moral de la población civil, la moral de una población con una gran tradición liberal y progresista.
1. BOMBARDEOS EN ALICANTE.
Relación de bombardeos por año y número de víctimas mortales y heridos :
AÑO 1936: 2 BOMBARDEOS. 4 MUERTOS. 6 HERIDOS
AÑO 1937: 5 BOMBARDEOS. 46 MUERTOS. 109 HERIDOS
AÑO 1938: 52 BOMBARDEOS. 419 MUERTOS. 569 HERIDOS
AÑO 1939: 12 BOMBARDEOS. 12 MUERTOS. 106 HERIDOS
TOTAL: 71 BOMBARDEOS. 481 MUERTOS. 790 HERIDOS
Terror, destrucción y muerte fue lo que trajeron los bombardeos de la aviación italogermana al servicio de Franco.
Al comienzo de la contienda fueron escasos los bombardeos en la ciudad de Alicante, a excepción del producido el 5 de noviembre en el puerto y la ciudad con el fallecimiento de dos personas. Sin embargo, el más importante producido este año fue el del 28 de noviembre, el cual recibe el nombre “de las 8 horas” cuyo objetivo fue la CAMPSA y produjo la muerte de tres personas. El primer bombardeo ya dejó sentir el pánico en la población y los efectos provocados. Durante el año 1937 los bombardeos fueron más esporádicos por no decir cuantiosos pero en 1938, a partir de la ofensiva hacia el Mediterráneo, fueron masivos y continuos, provocando en la ciudad una terrible destrucción y conmoción. Se convirtieron en una pesadilla casi cotidiana para la sufrida población alicantina.
La ciudad de Alicante sufrió 71 bombardeos en total durante la Guerra Civil, los cuales provocaron desperfectos en 705 edificios, dejando a más de 250 de ellos totalmente en ruinas, con unas cifras espeluznantes de 481 muertos, sin contar muchos heridos fallecidos con posterioridad y unos 790 heridos, muchos de ellos de gravedad, incapaces de incorporarse a la sociedad después del conflicto.
AVIACIÓN ITALO-ALEMANA Y DEFENSA ANTIAÉREA.
Es bien sabido que los aviones que bombardearon Alicante son de origen italiano y alemán. Sobre todo fue el primero el que más actividad tuvo. Entre los aviones de origen alemán destacan los pertenecientes a la Legión Cóndor situada en Pollensa, Palma de Mallorca, el Heinkel HE-59 y el hidroavión Dornier Wal. Sin embargo, tuvieron más significación las aeronaves italianas, siendo los modelos el Savoia S.M. 79-1 (il Gobbo maledetto o maldito jorobado) conocido como Sparviero (gavilán). Estos aviones llegan a España el 14 de febrero de 1937 para operar con la Aviación del Tercio. Volaron durante la Guerra Civil con el nombre de “Falchi delle Baleari” (Halcones de las Baleares). El otro modelo fue el Savoia S.M. 81 conocido como “Pipistrello” o murciélago. Fue uno de los primeros aviones suministrados a los militares rebeldes a principios de la Guerra Civil, sirviendo otros ejemplares en España encuadrados en la Aviación Legionaria Italiana con base en Son Sant Joan, Palma de Mallorca.
El bando sublevado enarbolaba cruces de San Andrés sobres sus derivas y timones. Otro avión italiano a destacar fue el hidroavión Cant-Z 506.
Para poder parar a estos aviones, Alicante no gozaba de una defensa necesaria. Sin embargo, se llevó a cabo un esfuerzo titánico por poder conseguir cazas que pudieran paralizar los intentos llevados a cabo por la aviación italogermana. Entre los cazas republicanos se encuentran el Polikarpov 1-15 conocido como “Chato” y el Polikarpov 1-16- conocido como “Mosca”. Eran aviones muy ligeros y pequeños, tenían una velocidad de vuelo mayor que la aviación fascista pero tenían una capacidad de carga mínima. Eran aviones de origen soviético, en algunos casos modelos bastante anticuados. Para empeorar la situación de la ciudad de Alicante, no había una escuadrilla fija en Rabasa.
Manolo García dice sobre ello: “Los aviones se veían perfectamente. Aquí había artillería en los dos castillos y creo que derribaron uno o dos. Había chatos, moscas... Los bombardeos los hacían los Savoia y el Junker, italianos y alemanes”.
Otro de los elementos para poder frenar los ataques aéreos era la artillería. Ésta escaseaba en número y las existentes correspondían a modelos utilizados durante la I Guerra Mundial, como modelos del 1919 y del 1915, aunque tenía versiones más modernas como la de 1931. Algunas de estas baterías fueron situadas en el Castillo de Santa Bárbara y San Fernando, la Serra Grossa, playas de Agua Amarga y Babel.
La aviación fascista tuvo en España un campo de entrenamiento perfecto para la posterior guerra que estallaría al final de la contienda española, la II Guerra Mundial. Aquí, los alemanes perfeccionaron la técnica de la Blitzkrieg o guerra relámpago que luego sufriría el resto de Europa.
OBJETIVOS.
El objetivo fundamental de la aviación era el puerto, para así destruir sus infraestructuras y dañar el comercio marítimo, pero las bombas también fueron lanzadas masivamente sobre objetivos civiles alejados del puerto y situados en el centro de la ciudad, donde destruyeron edificios, provocaron el pánico y causaron la muerte a centenares de personas.
Los objetivos estratégicos eran:
1. Las instalaciones de la CAMPSA y fábricas situadas cerca de la misma, como los bombardeos producidos en varias ocasiones, destacando el de “las 8 horas”, sobre el que se debate si fue perpretado en represalia al fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera. Este objetivo fue bombardeado en 7 ocasiones y la zona industrial tan sólo en una.
2. El cuartel y el aeródromo de Rabasa. Sólo fue bombardeado en 2 ocasiones.
3. El puerto. Fue una de las zonas más atacadas por la aviación fascista. La mayoría de ataques se produjeron por la entrada de los Savoia desde Mallorca, descargando su carga mortífera en el puerto, sobre todo aquella que les quedaba a su vuelta tras bombardear otros objetivos. Los ataques fueron en número de 37.
4. Estaciones de ferrocarril. Fue bombardeada en una ocasión la Estación de Murcia.
Pero en el mayor número de casos, el objetivo principal es la propia ciudad. Se produjeron 38 bombardeos sobre la población civil, de los cuales 24 fueron en conjunto con el puerto.
Uno de los bombardeos más mortíferos hasta el año 1938 ocurrió cuando una bomba destrozó la antecámara del refugio de la calle Huerta, en las laderas del Benacantil. Fue el 21 de noviembre de 1937, con un saldo trágico: 37 muertos y 60 heridos.
Concha hablaba de este bombardeo. “Esta zona fue muy castigada. No sé si buscaban la Fábrica de Tabacos o les venía camino del puerto, pero por aquí cayeron muchas bombas...Entonces, yo era una chiquilla de 7 años, y me refugié en un pequeño abrigo particular, construido por el dueño de una casa vecina. Las explosiones sacudieron el recinto con tal fuerza que temimos que el techo llegara a derrumbarse y nos sepultara. Así que, en cuanto dejaron de caer las bombas, salimos a la calle y nos encontramos con la matanza"
Pero la mayor tragedia que sufrió la ciudad de Alicante se produjo el miércoles 25 de mayo de 1938. Ese día entró mucha sardina en el Mercado Central, las mujeres hacían cola para abastecerse de alimentos. Nadie esperaba la masacre que se iba a producir en pocos momentos.
Sobre las once de la mañana, con el Mercado lleno de gente, comenzó el más cruento y despiadado bombardeo sobre la población civil de la ciudad.
Sobre este ataque, Eliseo Gómez Serrano dirá: “Será difícil que en Alicante se olvide la fecha de hoy, 25 de mayo de 1938. La ciudad ha sufrido el más intenso y trágico de los bombardeos aéreos. Esta vez no han venido los inhumanos aviadores extranjeros a arrojar su carga siniestra sobre el puerto y sus aledaños. La ciudad misma ha sido su objetivo de guerra.”
Es de suponer que el Mercado no era un objetivo militar, y además, no se puede alegar fallo alguno, pues el día del ataque fue antes de las 12 de la mañana y con una visibilidad excelente. Este bombardeo se produjo cuando el Mercado estaba muy concurrido. No sonó la alarma, por lo que no dio tiempo a esconderse en los refugios.
Según se extrae del parte de la Junta de Defensa Pasiva, se produjo por una deficiencia del personal de vigilancia,”cuando la aviación facciosa perpetró el crimen más horrendo en esta ciudad, ocasionando un elevadísimo número de víctimas que de haber sido avisadas con unos minutos de antelación hubiera dado tiempo a guarecerse en los refugios a la población civil, no pudiéndolo hacer porque las explosiones de las primeras bombas fueron simultáneas con los toques de sirena.”
Unos minutos antes había pasado un avión comercial de la Air France hacia el aeródromo de El Altet, lo que pudo confundir a los encargados de los fono-localizadores de la vigilancia antiaérea. Además, ese día, en el aeródromo de Rabasa no había ningún avión de combate. La artillería fue insuficiente y era obsoleta. Se hicieron dos pasadas, con unos cuatro minutos de intervalo y cayeron bombas en las cercanías del Club de Regata, calles San Fernando, Correos y Gerona, calle López Torregrosa, Plaza del Mercado, calle Capitán Segarra y Lonja de Verduras. En el Barrio Antiguo, calle San Vicente y calle Vicente Inglada.
Bernarda Domenech, Berna, era una niña de 9 años que vivía en el Raval Roig. Ella estaba en casa, pero cree que es muy posible que su madre estuviera allí: “El día del bombardeo de la plaza, del Mercado Central, no estoy segura, pero yo creo que mi madre estaba allí, en el Mercao. Yo si que sé, que debió ser impresionante. Dicen que con carros, cogían con palas a la gente, dicen que fue una destroza enorme.”
Manuel García, el Corbí, salió esa mañana temprano con su mujer, Justa Ramos, camino del Mercado, donde todas las mañanas vendían fruta y verdura. “Entonces no tenían los mostradores de exposición. Había unos hierros con una altura que no llegaba a medio metro aproximadamente. En el bombardeo, mis padres, cuenta Manolo García Ramos, se metieron debajo de los hierros hasta que terminó todo.” “ En frente de Julio el Madrileño había una tienda de comestibles, donde se guardaban en el patio los envases del mercado. Allí cayó precisamente una bomba. La madre de un amigo mío fue alcanzada. A los muertos los recogían con carretas y los iban tirando a todos encima. A la madre de ese amigo mío la tiraron allí, pero el señor Andrés oyó que le llamaban: ¡Andrés, Andrés! Subió corriendo y la cogió. Estaba herida, pero no muerta”.
Los aviones que cometieron atroz acción eran Savoia S.M. 79 Sparviero, que pertenecían a la 8º División de Bombardeo Veloz “Falchi delle Baleari” con base en Mallorca. Noventa bombas para la masacre de mujeres y niños principalmente.
Con certeza, no se conoce el número de muertos. En el Avance, periódico socialista, en su número del día 27 de mayo, afirma: ” Doscientos cincuenta muertos, en su mayoría mujeres y niños, nos ha causado la aviación italo-germana en su última incursión en Alicante”. El diario Liberación, de la CNT habla de cerca de 300 muertos e infinidad de heridos. El informe oficial del ejército los cifraba en 290 y la Junta de Defensa Pasiva en 273.Curiosamente la cifra más alta la da el primer Ayuntamiento franquista, que nos da el número de 313 víctimas.
Los fallecidos fueron enterrados en su mayoría en fosas comunes y entre ellos había de todo tipo de ideologías. Cabe citar que entre los fallecidos se encuentran un sacerdote y una feligresa.
Otro de los bombardeos importantes sobre la población civil fue el del Balneario del Postiguet y los caídos en julio en dicha playa, cuando la gente disfrutaba de un día caluroso de verano. Sobre la destrucción del balneario se trató en un acta del Ayuntamiento, con la siguiente conclusión: “La madera, tanto para combustible como para la construcción de refugios. Puede ser aprovechado el hierro como chatarra para la fabricación de material de guerra.”
Uno de los bombardeos más curiosos fue el llevado a cabo el 6 de octubre por los hidroaviones Cant-Z 506 los cuales arrojaron pan y octavillas con el lema “Este es el pan de cada día en la España de Franco”. Esta acción fue criticada en una sesión del Ayuntamiento por García Pino: “Nosotros creemos se debe salir al paso de hacernos ver al pueblo que es un engaño el propósito de hacernos creer que allí se vive en la abundancia viendo así que en realidad nuestro sacrifico en la actualidad depende de ellos, de su propia acción, acción que nos ha llevado a un terreno catastrófico.”
La concejala comunista María Olcina diría aquél día en una arenga radiofónica: “...Las mujeres alicantinas han reaccionado hoy apenas efectuada la provocación fascista, pisoteando y quemando las migajas de pan de los causantes de la muerte de sus familiares...”
El objetivo claro de este bombardeo era minar la moral de la castigada población de Alicante.
Poco tiempo antes de su disolución, la Junta Local de Defensa Pasiva realizó una Memoria con la que adjuntaba el plano de los lugares alcanzados por las bombas. En esta Memoria dejan claro que no existen en la ciudad concentraciones de fuerzas, ni industrias importantes que puedan ser objetivo de la aviación fascista. “No cabe argüir, como hacen las falsas propagandas facciosas, que el puerto sea un objetivo militar, porque a parte de la inspección del mencionado plano, confirma del modo más indubitable como se han ensañado los aviones enemigos con la población civil, cruzándola con sus bombas, repetidas veces, en dirección norte a sur y este a oeste (...) quedan en nuestra atormentada población civil, libres de los efectos de los bombardeos aquellos lugares que, aun sin serlo, pudieran tener alguna relación con objetivos militares.(...) La metralla fascista ha arruinado únicamente edificios particulares, casas de comercio, pequeñas viviendas de los arrabales, donde habitan las clases obreras,(...) en el Mercado central de la población ,a la hora de mayor concurrencia pública, sobre la lonja de frutas y verduras; sobre los balnearios de la playa, cuando la animación y la asistencia de bañistas era considerable; sobre los paseos públicos, donde los niños se entregaban inocentemente a sus juegos, han caído las bombas destructoras, sembrando la desolación y la muerte.”
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