26 abril 2009

MUSEO DE LA SAL (PARQUE NATURAL DE LAS SALINAS)

 
Cuadro de José Pérez Gil, sobre las Salinas de Santa Pola, segun aparece publicada en "La gastronomía de José Soler". Cedida
       
Siempre me ha gustado cruzar las salinas de Santapola. Por la carretera N-332. Andando. En coche. Las balsas, las acequias, llenas de agua salada. Las montañas de sal. Las aves que se alimentan en las salinas. La torre de Tamarit. Bellos paisajes que alargan la vista hasta un horizonte lejano. En nuestro campo de visión multitud de aves colorean las lagunas. Las oscuras golondrinas de Becker que, una vez más, han vuelto otro año. Las gaviotas, tan escandalosas. Los flamencos, blancos y rosados, de porte señorial. También cigueñuelas, avocetas, el pato cuchara ó el pato colorado, garzas, cormoranes, los pequeños correlimos, incluso los aguiluchos laguneros ó las águilas pescadoras. Una interesante fauna en libertad, en un paraje extraordinario. Fauna que podemos apreciar desde muy cerca. Todo, dentro del Parque Natural de las Salinas de Santa Pola.
                    
 
  
 
         
Este Parque tiene una extensión de 2.470 hectáreas. Está situado al sur de la provincia de Alicante. En él las aves conviven con la explotación salinera. Por medio de un circuito de balsas discurre el agua marina. Con la evaporización del agua se concentra la sal. Esta explotación no se interrumpe durante el inverno, permaneciendo las balsas inundadas todo el año. Por esto, el ecosistema se mantiene. Las aves se alimentan de los peces e invertebrados que se introducen en las salinas mientras que la producción salinera se beneficia de la riqueza mineral aportada por los excrementos de la avifauna. Por esto, una de las finalidades del Parque es que la explotación salinera se mantenga.
                         
               
El Parque tiene un Centro de Visitantes “Museo de la Sal”, con espacio para exposiciones y con una permanente sobre la explotación salinera. Está ubicado en un antiguo molino de sal restaurado que fue propiedad de una de las primeras industrias salineras asentadas en la zona. Con un amplio documento gráfico con fotografías en blanco y negro, paneles informativos y la propia maquinaria del molino, podemos entender mejor el proceso de extracción de la sal de las salinas.
                      
     
Junto al molino hay una pequeña laguna con un observatorio de aves. Cerca de este se abre un camino y diversos senderos alrededor de tres balsas que fueron antaño de explotación salinera. Las recorremos en silencio para poder ver de cerca a las aves. Rosa, del Museo de la Sal, nos ha dejado dos prismáticos de largo alcance. Uno lo lleva mi hijo Carlos, otro Paqui, mi mujer. MI hija Myriam y yo nos proponemos hacer unas interesantes fotografías. Rosa nos advierte que las aves están anidando, encubando los huevos de sus futuros polluelos. Por esto, entendemos mejor la actitud de algunas gaviotas que, entre los matorrales,  se ponen a chillar para advertirnos de su presencia y para no acercarnos. Alguna de ellas vuelan cerca de nuestras cabezas de forma intimidatoria para que lo tengamos en cuenta. Siempre tan escandalosas. Esta actitud de algunas gaviotas no empaña la visita. Los cañaverales, la flora de la laguna, la abundante fauna, es un espectáculo que nos permite disfrutar de una actividad al aire libre en familia.

 
  
  
 

Cerca de las 14,30 h nos acercamos al puerto de Santa Pola. La cocina de Jaime del restaurante de la Antigua Casa del Mar nos abre sus puertas. Su sabiduría gastronómica de años le permiten hacernos un arroz a banda memorable, disfrutando antes de frutos del mar. La guinda a una mañana inolvidable.
                      
 

 
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