31 marzo 2008

EL TERRIBLE PIRATA DRAGUT

Antes de iniciar este articulo, tenemos que hacer las pertinentes presentaciones.
Lectores de Alicante Vivo..., éste es Dragut.
Dragut..., aquí te presento a nuestros lectores.
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¿Cómo?
¿Que no conocéis a Turgut Reis, el terrible pirata Dragut?
No me lo puedo creer.
Sus correrías a lo largo del Mediterráneo, cargadas de sangre y desolación, son famosas en el mundo entero.

Dragut en plena acción

Turgut Reis (1514-1565), fue un terrible corsario turco. Conocido en el mundo de la piratería como Dragut o Darghouth, su nombre original en turco proviene de la palabra "Reis", que significa "almirante".
Nacido en la costa del mar egeo en Turquía, Turgut fue uno de los más famosos corsarios de la historia. Protegido de Barbarroja, luchó contra los Cristianos en numerosas batallas en el mediterráneo e inundó de miedo a sus enemigos por su ferocidad. Para derrotar a Turgut, el Emperador Carlos V envió al almirante genovés Andrea Doria contra él. Turgut fue capturado en 1540 y fue enviado a las galeras como esclavo durante cuatro años, siendo rescatado por Barbarroja, que pagó la cantidad de 3000 ducados para su liberación.
En otras palabras...., pagó una burrada de dinero, para la época en que hablamos.

El Almirante Andrea Doria

Después de la muerte de Barbarroja, Turgut, con 32 años, asaltó la villa de Cullera y consiguió un importante botín en bienes y cautivos; el suceso causó gran conmoción en la Cullera de la época y la villa quedó prácticamente despoblada durante décadas. En la cueva en que, según la leyenda, se produjo el intercambio de prisioneros, se ubica un interesante museo sobre la piratería mediterránea en el siglo XVI.
Pero su siniestra fama se debe también a la llamada ‘‘matanza de Djerba”, isla fortificada en la costa de Túnez, donde Dragut tenía su base de operaciones.
Felipe II quiso vengar la afrenta a su padre y en 1559 armó contra Dragut una flota al mando del duque de Medinaceli, que se dirigió contra Djerba con medio centenar de navíos de guerra y unos trece mil hombres. La fuerza expedicionaria ocupó la isla, pero cayó en la trampa tendida por Dragut, que había dispersado sus barcos. El pirata fue implacable y sanguinario con los prisioneros. Decapitó a todos los que cayeron en su poder y con los cráneos levantó un montículo. No hay cifras contrastadas, pero la noticia histórica dice que fueron... cinco mil las cabezas con las que Dragut levantó su horripilante “torre de las calaveras”, de 11 metros de altura.
De aquellos sucesos, sólo queda un triste monolito en la costa de Djerba.

Y ahora os preguntaréis... ¿qué tiene que ver el terrible Dragut con Alicante?
Muy sencillo.
El 24 de mayo de 1550, desembarcó en nuestras playas dicho corsario, con 27 barcos. Hizo grandes daños a nuestra huerta, arrasando cultivos y apresando a toda la gente que encontró a su paso. Fue un golpe por sorpresa para los cristianos..., aunque, en lugar de ceder al pirata, los habitantes de San Juan salieron a batir a Dragut.
Por desgracia, los susodichos lugareños no debían conocer la ferocidad del corsario, pues todos fueron muertos y arrollados. Cuando las gentes de alrededores, tras cundir la alarma, acudieron a la villa, Dragut se vio obligado a reembarcarse y huir mar adentro.
Siete años después, el 8 de septiembre de 1557, Dragut regresó de nuevo con una armada morisca compuesta por 14 galeras. En esta ocasión, abordó nuestras playas por la parte de la Albufereta. Desembarcaron algunas compañías árabes que se hicieron dueñas de las posiciones en la Serra Grossa y en la Sierra de San Julián. Más tarde, se apoderaron del Tossal de Manises, donde colocaron dos cañones con los que atacaron (y mucho) a la población.
Al parecer, querían hostilizar la huerta para atacar la ciudad.
Sin embargo, la artilería del Castillo de Santa Bárbara y de los baluartes les obligó a reembarcarse precipitadamente, abandonando los cañones y municiones que tenían en el punto de operaciones.
Nunca más, que cuenten las crónicas, se vió a Dragut por nuestras tierras.
Sólo una curiosidad más.
¿Queréis saber cómo murió el pirata?
Veréis....
Cuando el sultán Soleimán atacó Malta en 1565, Turgut unió 16,000 hombres y 15 navíos. Murió a la edad de 41 años, el 23 de junio de 1565 en el terraplén del fuerte San Elmo. Un cañonazo golpeó en la superficie cercana a él haciendo que los escombros despedidos impactaran contra Turgut hiriéndole mortalmente.
Sin embargo, vivió lo suficiente para escuchar las noticias de la captura de St. Elmo.
Su cuerpo fue enterrado en Trípoli.
La ciudad donde nació fue nombrada Turgutreis, en honor a él.

info: El Historiador

30 marzo 2008

RETRATOS DE UNA CIUDAD (V)



Con la llegada del siglo XX, las actividades deportivas comenzaron a tomar auge en la ciudad. Reflejo, tal vez, de las manifestaciones gráficas de la revista Blanco y Negro, fue la práctica de deportes minoritarios como el "tennis".


La aerostática y el patinaje, exóticas actividades deportivas, tenían también sus seguidores, entre lo más "snob" de la sociedad alicantina

Resulta dificil concebir el Alicante del siglo XX sin la actividad de las bandas de música, civiles o militares, que amenizaban desfiles y ofrecían conciertos en plazas y templetes. Aquí vemos a los músicos de la Banda Municipal de Alicante en 1913.

Desfile de la Guardia Civil por la Rambla de Méndez Núñez, en 1918.

Primer aterrizaje de un aeroplano en Alicante. Era el año 1917, en una pista improvisada del Altet. El piloto calculó mal la distancia de 1 km necesaria para detener la nave y acabó dando con sus huesos en un bancal.

Primeros coches circulando por las calles de Alicante.




El 20 de octubre de 1919, contraían matrimonio en la Santa Faz Juan Claver y Maria Vidal. Aquí vemos el protocolo existente en las ceremonias de la alta sociedad: la exposición de los modelos en casa de la novia, la llegada a la iglesia y la recepción de los invitados.

info: Juan Luis Román del Cerro
Alicante: 1881-1980

Retratos de una Ciudad (I)
Retratos de una Ciudad (II)
Retratos de una Ciudad (III)
Retratos de una Ciudad (IV)

29 marzo 2008

LA NOCHE DE SANTA FAZ

En unos días, el gentío, el bullicio.
Los botijos y la caña de azúcar inundarán "el Llogaret"
Todos querremos llegar al monasterio, unos a pie con la peregrina de caña y romero; otros con la pesada carga del carro del Pryca hasta las trancas de garrafón; los menos ideando mil caminos para meter el coche a la misma plaza, si pudieran.

Todos los caminos conducen a Roma, así por tradición, por costumbre o por devoción, gentes de la comarca y de la provincia acuden a la Santa Faz, pero ¿que pasa el resto de los días del año?
Nada.
No pasa nada.
Los tranvías dejaron de humear y los coches y los autobuses dejaron de jugarse el tipo en la doble curva de la plaza... Se acabaron los semáforos eternos al sol, ahora todo es calma y tranquilidad, espacio y color y eso en una ciudad como la nuestra es de agradecer.
Quizá la remodelación no fuese del todo acertada; quizá se han perdido elementos tradicionales entre las bambalinas de un decorado "Terramítico". La plaza esta vacía, como esperando un revulsivo en forma de café, de lecturas tranquilas, de aire universitario... mientras tanto aguarda en silencio, cargada de soledad viendo pasar al sol y sobretodo a la luna en las frescas noches de invierno.

Nunca acaba esta noche, nunca acaba ya pasa poca gente por la calle, todos duermen, ¡malditos! descansan y esta noche nunca se acaba.

Todo parece tranquilo y en paz, las penas diarias fueron arrojadas como la ropa vieja y usada y esta noche nunca acaba.

Sólo yo voy sin rumbo en la calle, piso la ciudad, la insulto y la escupo pero ese "saber que nadie te espera" hace enemiga a la calle desierta.

Y hace tan siniestra a esa calle poblada, por eso mis pies, por eso mis pies pisan tu espalda. Maldita ciudad, maldita ciudad.

Sólo yo voy sin rumbo en la calle pero los bares ya ni me saludan y las ventanas me cierran sus ojos.

Miro la cartelera del cine no echan nada esta noche, esta noche nunca se acaba.

Ojalá que llegara el fin del mundo esta noche y esta noche no acaba, nunca acaba.
Maldita ciudad, maldita ciudad, maldita ciudad, maldita ciudad.

Acompaña las fotos una letra del polémico cantautor Albert Plá, que refleja la soledad de una tarde fría de hace algunos meses en esta "maldita" ciudad a la que se le puede odiar por momentos y a la que se puede querer toda una vida.

FORNA - ADSUBIA

La primera vez que oí hablar del castillo de Forna fue cuando mi buen amigo Arturo nos narró sobre él mientras comíamos en Aigues después de una dura marcha de senderismo. Y también fue la primera vez que le oí contar con tanto entusiasmo sus experiencias por la Vall de Gallinera, donde el castillo de Forna lo abre ó lo cierra, según se mire.

Cuando fuimos a ver la alineación solar en Benitaya, contado en este blog, no dio tiempo de visitarlo. Me quedó ese gusanillo perverso que no tiene fin hasta que consigue su objetivo. Visitar el castillo. Conocer el pueblecito que hay a los pies de esta atalaya. Forna. Callejear por las calles de Adsubia, con la que Forna comparte ayuntamiento. Y, también, disfrutar de la gastronomía de la zona.
La excursión estuvo en vilo la noche anterior. Mi hijo Carlos estaba un poco sombrío. Nos temíamos un resfriado inoportuno. Con niños ya se sabe. Imprevistos, muchos. El lunes de Pascua Carlos era otro. La mona. La conquista del castillo. Corretear por el campo. Fue el primero en levantarse y el primero en despertarnos a todos.

Vamos a la Comarca de la Marina Alta, al norte de la provincia de Alicante, frontera con la de Valencia. Fuimos por la autopista AP7 desde Alicante, salida por Ondara y camino de Pego y de Adsubia. Desde aquí una bifurcación hacia Forna, por una carretera estrecha. Poco antes de llegar al pueblo de Forna una carretera a la derecha, en cuesta. Junto a esta, un bar y una gran explanada para aparcar automóviles. Sobre el cerro, el castillo. Vigilante, en un cruce de caminos desde antiguo entre la Vall de Gallinera y el llano de Oliva y Denia.
Para llegar al castillo, una senda de tierra. Vegetación de monte bajo. Los altos muros de las torres, de los lienzos de las murallas, imponen. La fachada de la entrada mira al pueblo de Forna con el que nació y con el que vive desde entonces.

castillo de Forna

Residencia feudal y fortificación. Palacio y castillo. Es de planta cuadrada, con un patio central y cuatro torres rectangulares en las esquinas. Todo construido con la técnica islámica del tapial, sobre mampostería y con aberturas remarcadas en ladrillo.
Unos escalones escavados en la roca y una gran puerta de madera bajo un arco de medio punto. Da paso al patio. En el patio, un aljibe. Desde el patio, las dependencias. Cuadras. Cocina. Comedor. Un gran salón. En la sala situada en la torre del flanco Noroeste, un excelente grafito de la época bajo-medieval y renacentista. Una escena naval con una serpiente y guerreros armados.
Forna era una alquería en época islámica. Su castillo perteneció al caudillo musulmán Al-Azraq, llamado el azul por sus impresionantes ojos azules, según cuentan las leyendas del valle. Con la pérdida de este territorio con el Pacto del Pouet el rey Jaime I de Aragón incorporó a su corona el pueblo y el castillo, correspondiendo a Bernat Guillem su administración.
La propiedad del pueblo y del castillo han pasado por muchas manos. Pactos de guerras. Concesiones. Donaciones. Ventas. Actualmente el castillo es propiedad municipal, una de las fortificaciones mejor conservadas de la Comunidad Valenciana, declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento (BIC).

Desde sus ventanas, el pueblecito. Forna. Unos cuarenta vecinos. Casas encaladas. Unifamiliares. Apiñadas unas con otras. Calles estrechas y empedradas. Una fuente subterránea. Una pequeña plaza. Otra fuente. Una iglesia sin torre. Geranios. Ni un papel por el suelo. Tranquilidad. Caras del norte de Europa. Transeúntes hablando en valenciano.

Forna

Paskki

Camino de Adsubia, el pueblo hermano de Forna, forman juntos un municipio. Adsubia está situada en la entrada de la Vall de Gallinera, viniendo de Pego en dirección a Cocentaina y Alcoy. Su emplazamiento actual es de época árabe. Pueblo pequeño cuya actividad principal es la agricultura, rodeado de naranjos y de limoneros. Blancas. Amarillo albero. Anaranjadas. Sus casas tienen las fachadas de colores cálidos. Una fuente, junto a la iglesia, lugar de reunión de propios y de extraños. Frente a la fuente, un horno de pan. Cerca de la fuente, un bar. Callejeamos. La esbelta y alta torre de la iglesia acaricia el cielo. Solitarias calles un día de fiesta. Calles tranquilas. Sin vehículos. Sin ruido. Unas golondrinas planean sobre nuestras cabezas. Un pájarillo no deja de piar hasta que pasamos cerca de él. Calla y nos observa curioso desde un balconcillo de una ventana. Con su silencio nos llega el susurro del agua de la fuente. Dos caños y mucha agua.

Adsubia

El piar de los pájaros, el susurro del agua, el caminar por el monte y por las calles de Forna y de Adsuvia, nos abren el apetito. Myriam y Carlos se impacientan, tienen hambre. Tenemos mesa reservada en el Restaurante La Moleta. Ensalada Mixta. Croquetas de bacalao. Cocas. Paqui elige el arroz. Hoy será al horno. Muy bueno. Biter. Cerveza. Flan casero. Fruta. Infusión de tomillo. Café. Mistela.

cocas

arroz al horno

Por la tarde recorremos la Vall de Gallinera de extremo a extremo y salimos por Muro de Alcoy, como nos recomendó Arturo hace unas semanas, pero esta es otra historia que contaré algún día.

 
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