Si hubiera un día y una noche para reencontrarse con el alcayde Nicolás Peris, desde luego ese día sería hoy y la noche sería ésta.
Nuestra querida ciudad (mal)crece a pasos agigantados, ya sea urbanística o culturalmente, incorporando en sus entrañas costumbres y rasgos que no le son característicos. Puesto que desde Alicante Vivo siempre hemos enarbolado la recuperación de nuestro patrimonio cultural y artístico, es preciso recuperar un nombre y una tradición que caracteriza nuestra esencia, y dota nuestra alicantinidad del aura que le corresponde. Estoy hablando de Halloween vs. Todos los Santos, o como voy a llamarlo hoy aquí: Calabazas vs. Castañas. Comencemos en términos becquerianos, así que: "Allá va, como el caballo de copas".
Hace un año, Juanjo dedicó un artículo al Día de Todos los Santos, en el que voy a basarme (amplificatio, amigo) para volver a sentir el viento del otoño en las zigzagueantes calles alicantinas. Y es que el día 31 de octubre, la víspera del 1 de noviembre, coincide con la festividad celta "Samheim" (creyendo que el dios de la muerte hacía volver a los difuntos). Fue la masacre del emperador Dioceclano la que motivó que hubiera que dedicar un día a todos los muertos, el Papa Bonifacio IV el que dedicó un templo a "Todos los Santos", y el Papa Gregorio III el que ubicó la fiesta (y sin goblalización por medio) el día 1 de noviembre. Con el Cristianismo esta vigilia se llamó “All Hallows' Eve” (Vigilia de Todos los Santos) y su importancia fue creciendo con el paso del tiempo al mismo tiempo que se fue transformando hasta llegar a lo que hoy se conoce como “Halloween”. En definitiva: el avezado lector ya identificará que ¡es exactamente lo mismo! ¿Lo es? Entonces, ¿a qué tanto artículo?
Todos los Santos es el nombre tradicional (y si lo defendemos en las calles, ¿por qué no en las fiestas?) sin la traducción al inglés que tanto le gusta al conseller Font de Mora. Y, ciertamente, es la noche en la que las ánimas acuden a tierra y en la que los vivos pensamos acudir al camposanto. Gustavo Adolfo Bécquer escribió en las páginas de El Contemporáneo una de las leyendas más terroríficas de toda la literatura castellana: "El Monte de las Ánimas", íntegramente desarrollada el día de Todos Santos, conectando brillantemente la relación entre el mundo de los vivos y los muertos en un tiempo remoto terriblemente romántico. No aparecen en su obra huesos de santo (entendidos como dulces, claro, porque de los otros hay y muchos) ni buñuelos de viento, pero la ambientación del tercer capítulo merece por sí misma tesis enteras de la historia de la literatura. No es Jack O'Lantern, ni lleva una calabaza por cabeza, son los Alcudiel y los Borges, Alonso y Beatriz, y la sensorial noche de Beatriz que creerá en lo sobrenatural tras la poderosa visión de la cinta azul.
Todos los Santos es la noche a partir de la cual se representa , por lo menos, en un teatro en España al año (buscadlo en Google si queréis, no falla) el drama religioso-fantástico Don Juan Tenorio, que no es precisamente Truco o Trato, porque es infinitamente superior, ya que es una de la mejores materializaciones en lengua española del mito de Don Juan. Acercaos con Don Juan a su segunda parte, al cementerio de Sevilla, ante la tumba de don Gonzalo, a cenar con el comendador.
Los escaparates de las pastelerías de Alicante se vuelven hoy más jugosos de lo normal, la humeante castañara de Maissonave vuelve a ocupar su lugar en la esquina de Zara, los vivos nos reencontramos con los muertos y visitamos el inframundo como otrora don Félix en el Estudiante de Salamanca de Espronceda. En un abrir y cerrar de ojos volvemos al Alicante decimonónico y podemos seguir el olor de los buñuelos y los huesos de santo en cada ventana iluminada de este frío y lluvioso otoño que se cuela, nebuloso y volátil, en todas las ventanas de la ciudad. Es el duende satírico del día, es el "Día de Difuntos de 1836" en el que Larra se pasea por las tumbas del cementerio, como tantos alicantinos haremos en breve, y diremos "aquí yace nuestro patrimonio cultural". Atad los perros; haced la señal con las trompas para que se reúnan los cazadores, y demos la vuelta a la ciudad. La noche se acerca, es día de Todos los Santos y estamos en el Monte de las Ánimas.