El otro día, viendo las instalaciones de la Volvo, tuve la oportunidad de visitar la réplica de la nao Victoria, el primer barco que dio la vuelta al mundo. Subir a ese pequeño cascarón de madera calafateada, conociendo su historia, es muy impresionante.
La nao Victoria aparece en las crónicas el 20 de septiembre de 1519, cuando parte de Sanlucar de Barrameda al mando del capitán Mendoza, con otros cuatro navíos: La Trinidad mandada por Magallanes, jefe de la flota, la San Antonio que capitanea Juan de Cartagena, veedor del Rey, la Concepción del capitán Quesada y la Santiago del piloto Serrano. La expedición iba a la conquista de las islas de las Especias y estaba formada por 265 hombres. Elcano no era aún el capitán de la Victoria, sino que comenzó siendo maestre de la Concepción.
Desde el principio del viaje, Magallanes y el veedor Juan de Cartagena se enfrentaron violentamente, hasta el punto de que el primero arrestó al segundo de manera ilegal, dado que el Veedor, por su condición de representante del Rey, era inviolable.
Después de recalar en Sao Paulo y en el Río de la Plata, se dirigieron al sur, hasta detenerse a invernar, en condiciones muy duras, en el golfo de San Julián, en cuyas cercanías se perdería la nao Santiago, salvándose casi todos sus tripulantes.
En el golfo de San Julián se amotinaron los capitanes Quesada y Mendoza, y liberaron a Juan de Cartagena. Pero Magallanes, avisado, se les adelantó y mandó al alguacil Espinosa a que, mediante una treta, asesinara a puñaladas al capitán Mendoza, de la Victoria. Después interceptó a la Concepción de Quesada, que intentaba huir, sofocando la rebelión. Él hubiera querido ejecutar a más de 40 hombres, incluido Elcano, pero ante la actitud indignada del resto de los tripulantes, tuvo que conformarse con decapitar a Quesada y abandonar en una isla desierta a Cartagena y al cura de la Reina, implicado también en el complot. La Victoria navegará en adelante al mando de Serrano.
Poco después se descubriría el Estrecho de Magallanes, donde desertó la San Antonio, que se volvió a España; mientras los tres navíos restantes se enfrentaban al Océano Pacífico, en cuya travesía el hambre y el escorbuto diezmaron a las tripulaciones.
Al fin, la expedición descubrió las Islas Filipinas. Magallanes impuso el bautismo a todos los habitantes de Zebú, quemando una aldea que se negaba a convertirse al Cristianismo, y el caudillo Zilapulapu se alzó en armas y mató al jefe de la flota española en la batalla de Mactán. Poco después, el rey de Zebú invitaba a los marinos sobrevivientes a una cena de despedida, donde mandó asesinarlos, cayendo acuchillados más de cincuenta hombres. Las tres naves escaparon a duras penas con los tripulantes que se habían quedado de guardia; y después de quemar la Concepción por su mal estado y falta de hombres, el maestre Elcano se hizo cargo de la Victoria; y entre él y Espinosa destituyeron al piloto Carvallo, nuevo jefe de la flota, por su mal comportamiento durante su estancia en Borneo. El jefe sería ahora Espinosa, que llevó a las dos naves hasta las islas Molucas, objetivo de la expedición. Después de cargar las bodegas con especias, Elcano partiría para Europa por el cabo de Buena Esperanza; lo que era ilegal, ya que violaba el tratado de Tordesillas. Y Espinosa intentaría volver atravesando de nuevo el Pacífico, según el primitivo plan de Magallanes, que nunca tuvo intención de dar la vuelta al mundo; pero sus hombres enfermaron y acabaron volviendo a las Molucas, donde fueron capturados por los portugueses. Solo sobrevivirían Espinosa y el marinero Ginés de Mafra.
Después de perder la mitad de sus tripulantes en las islas de Cabo Verde, apresados por los portugueses, Elcano consiguió llegar con 17 compañeros a Sanlucar de Barrameda, el 6 de septiembre de 1522, a bordo de la nao Victoria.
Poco después Elcano regresaría al Pacífico, falleciendo de escorbuto el 4 de agosto de 1526.
La Victoria fue reparada y vendida a un comerciante que la dedicó al tráfico entre España y las Antillas. Cruzó el Atlántico varias veces, hasta que en un viaje de regreso a España desapareció con toda su tripulación.
En algún lugar oscuro del fondo del océano, reposa para siempre este barco que realizó la mayor hazaña de todos los tiempos.
Miguel Ángel Pérez Oca.
(Leído en Radio Alicante el 7-10-2008)