24 septiembre 2008

SER ALICANTINO... ¡¡DUELE!!: EL VASCO QUE MURIÓ POR ALICANTE


"Con el dolor más profundo anunciamos a nuestros lectores la muerte de D. Trino González de Quijano, dignísimo Gobernador Civil de Alicante. Quijano ha muerto, no en servicio de una fracción política, sino en defensa de la humanidad. ¡Qué muerte más gloriosa! ¡Qué muerte tan envidiable! Alicante lamenta la irreparable pérdida de un padre: Alicante debe consagrar un monumento a su memoria"
Diario "Unión Liberal". Madrid


"¿Tenéis lágrimas y fe? Llorad, pues, por el que ya no existe; rogad por el que fue tan bueno"
Juan Vila y Blanco

El 9 de Agosto de 1854, se producen en Alicante los primeros casos de una extraña enfermedad: el cólera morbo. Este trastorno infectocontagioso del intestino delgado se trasmitía a través de la comida y el agua contaminada con una bacteria llamada "vibrio cholerae". En apenas unas horas, el emfermo pasaba de los vómitos, diarreas y calambres a la muerte. Aunque el cólera se había originado en la región del río Ganges, en la India, pronto se propagó por todo el mundo. En España, sólo en el año 1854, causó más de 200.000 muertes.
Una semana después de los primeros casos, el día 16 de agosto, es nombrado oficialmente Gobernador Civil de Alicante, D. Trinitario María González de Quijano, un vasco de Guetaria que contaba 47 años de edad. Su predecesor en el cargo, D. José María Montalvo, había dimitido unos días antes por problemas políticos en el país.

Estado actual de una de sus figuras. ¿Bonito, verdad?

El Alicante de entonces era muy diferente del actual: las murallas medievales aún atenazaban y circundaban toda la ciudad, impidiendo el desarrollo urbanísitco y la correcta higiene de una hacinada población. Más de 18.000 habitantes enfermos de cólera sufriendo en una desolada urbe fue el primer espectáculo que encontró Quijano a su llegada a Alicante.
Los alicantinos que tuvieron oportunidad habían escapado a los pueblos y fincas de los alrededores unos días antes, pensando que la enfermedad quedaría atrapada entre cuatro muros de piedra. Pero se equivocaron. La plaga acabaría invadiendo toda la provincia inexorablemente.
La ignorancia sobre el cólera y la falta de higiene entre los alicantinos, provocaron 1964 muertes en los 47 días que duró la epidemia. Como el éxodo a los pueblos redujo la población a unos 10.000 habitantes, se puede decir que casi el 20% de los alicantinos murieron aquel verano.

Sólo retrocediendo en el tiempo podemos contemplar sus "virtudes" en perfecto estado

El día 23, Quijano publicó un edicto en el que obligaba la apertura de todos los establecimientos públicos y tiendas de comestibles, advirtiendo "duros castigos y sanciones a los especuladores que vendan artículos de primera necesidad a sobreprecio.Y lo pido con la franqueza proverbial de los vascos".
Ese mismo día, escribió al obispo de la diócesis, Félix Herrero Valverde, denunciándole por la huída de la ciudad de la mayoría de los sacerdotes e instándole a que "les obligara a retornar y que se personase en Alicante en un plazo de 48 horas para ayudarle a confortar a los enfermos y dar ejemplo".
En su frenética actividad, se reunió con los facultativos para poner en marcha un plan de asistencia médica dando de su propio bolsillo dinero a las familias más pobres para que compraran alimentos. Es entonces cuando redactó otro edicto en el que obligaba "a la fabricación de horchata de arroz día y noche para servicio público y de enfermos".
Quijano realizó en pocos días tantas y tan buenas medidas "oficiales" que aún hoy resulta increíble y heroico su comportamiento. Por poner unos ejemplos, mandó despachar recetas gratis de medicamentos (que luego abonaría el Gobierno), concedió ayudas económicas de tres reales diarios a las familias consideradas pobres de solemnidad, otorgó exención del pago de tributos y prohíbió los cordones sanitarios que mantenían aislado a Alicante. Todo ello, mientras acudía a visitar a los enfermos, que textualmente se le morían en sus brazos.
Aquella semana del 23 al 29 de Agosto fue una de las más terribles de nuestra historia: morían más de 110 alicantinos al día, siendo el 24 de agosto la fecha de mayor número con 140 fallecidos. La epidemia saltó definitivamente nuestras murallas y se extendió por toda la provincia: Alcoi, Cocentaina, Monforte....


El desempeño ejemplar de sus funciones llegó pronto a oídos de la corte de Isabell II, que le concedió el 5 de Septiembre la Gran Cruz de Isabel La Católica. Pero él siguió con su actitud heróica, estableciendo guardias de tres médicos y cuatro practicantes en los bajos del Ayuntamiento entre las diez de la noche y las cinco de la madrugada.
El 14 de septiembre, exhausto y agotado por sus viajes a través de la provincia, su cansancio se convirtió en contagio. Los médicos tuvieron la amarga decisión de diagnosticarle el cólera morbo cuando la infección ya remitía.
"Sé que voy a morir, pero muero contento porque voy a ser yo el último de la procesión". Enterado ese mismo día que Castalla estaba infectada y sin médico, pidió su caballo para acudir con personal sanitario. Pero fue imposible. Ya se encontraba muy grave.
Delirando y entre grandes sufrimientos, expiró a la una y cuarto de la madrugada del día 15 de septiembre.
Fue enterrado en el panteón de la Iglesia de Santa María.
Un grupo depersonalidades de la ciudad decidió entonces elevar un monumento en recuerdo y gratitud del pueblo a su memoria.La primera piedra no se pondría hasta el 17 de junio de 1855 y los gastos se sufragaron por suscripción popular. Hasta el 16 de Septiembre de 1857 no se inauguraría oficialmente, aunque faltaron numerososo elementos decorativos que no se concluyeron hasta 1880, veintiséis años después de su fallecimiento.


1854 queda ya muy lejos.
La ciudad, los habitantes y los dirigentes de hoy en día, ni son ni actúan como antaño.
En ocasiones nos preguntamos desde Alicante Vivo dónde podríamos encontrar en la actualidad a un político, sea del signo o color político que sea, capaz de hacer la mitad de lo que hizo este gran hombre. Cuando el Ayuntamiento repartió en el año 2004 (coincidiendo con el 150 aniversario de su muerte) entre los escolares un folleto con parte del texto que acaban de leer en este artículo, creemos que se quedó corto. También tendría que haberlo repartido entre toda la clase política, en el Gobierno Civil, en la Diputación, en las sedes de los partidos políticos, en los Colegios de Médicos y Centros de Salud Públicos, y entre los periodistas.

Su monumento representaba alegóricamente las virtudes filantrópicas del fallecido: la fe, el valor, la caridad y la templanza. Y decimos "representaba", porque el Panteón de Quijano, tumba en la que descansan los restos de Don Trinio, ya no representa nada: como muchos otros monumentos de nuestra ciudad (leasé Barrejón o el Dr. Rico) se encuentra completamente olvidado, abandonado y en ruinas. A día de hoy, en el que los miembros de la Asociación Cultural Alicante Vivo hemos puesto un simbólico cartel sobre la figura del honorable Gobernador Civil, permanece con sus estatuas decapitadas, con las lápidas ilegibles y con cornisas y adornos deshechos. Para colmo, una mala concepcion de la jardineria impide su correcta vision, a no ser que nos subamos, literalmente, encima de él.
En estos tiempos que corren, en los que la Volvo Ocean Race, la Ciudad de la Luz o el Tram nos catapultan a puestos privilegiados de observación internacional, se nos debería caer la cara de vergüenza por consentir y alentar el desprecio de los que nos gobiernan hacia nuestra cultura y patrimonio. Creemos que los alicantinos deberíamos mirarnos un poco más el ombligo y luchar todos juntos por un pasado que está a punto de desaparecer para siempre de nuestra historia.
Hoy, más que nunca....
SER ALICANTINO... ¡¡DUELE!!


Lo que van a ver y leer a continuación, no es otra cosa que el pequeño cartel, a modo de homenaje, realizado y colocado por los miembros de la Asociación Cultural Alicante Vivo. Ojalá algún día, no muy lejano, podamos sentirnos de nuevo orgullosos de nuestro patrimonio cultural e histórico y podamos explicar a nuestros hijos quiénes fueron los verdaderos héroes de Alicante.
Nos vemos en la cuarta edición

A. C. ALICANTE VIVO
Juan José Amores, Alfredo Campello, Jesús Sánchez, Rubén Bodewig, Ernesto Martín y Pau Vicedo


D. Trino González de Quijano, natural de Guetaria (País Vasco), sólo necesitó 26 días para convertirse en el héroe alicantino más famoso de nuestra historia reciente.
Al enterarse de la epidemia de cólera morbo que azotaba nuestra ciudad en 1854, vino a Alicante a tomar posesión del cargo de Gobernador Civil.
En menos de un mes, visitó la provincia y extendió su lucha por ayudar y mejorar la calidad de vida de los enfermos.
En menos de un mes, no sólo se ganó la estima de todos los alicantinos, sino que su gesta heroica llegó a oídos de la propia reina Isabel II.
Por desgracia, murió el 15 de septiembre de 1854, a consecuencia del mismo cólera contra el que había luchado desde su cargo. Ese día, comenzaba su leyenda.
Fueron muchas las casas que adornaron sus paredes con su retrato.
En 1855, comenzó la construcción de este Panteón. Los gastos se sufragarán por suscripción popular, y la obra se inauguró el 16 de Septiembre de 1857. Sin embargo, la complejidad y número de elementos decorativos no permitieron su total conclusión hasta 1880, veintiséis años después de la muerte de Quijano.
¿Han visto cómo se encuentra hoy el monumento?
A ojos de los alicantinos, el Panteón donde descansan sus restos mortales se encuentra en ruinas. Las estatuas que representan la fe, el valor, la caridad y la templanza de Quijano, hoy son ejemplos de desidia, abandono, ruina y vergüenza.
¿Es este el homenaje que le rinde la ciudad a la que intentó salvar?
Por favor, recordemos al héroe.
Y restauremos su tumba.

 
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