Que la carne es débil, nadie lo pone en duda.
Tradicionalmente, cuando la lujuria diabólica incitaba a los monjes (leasé sexo), había que encomendarse al santo de turno. Para ello, en los claustros de los monasterios había plantado un arbusto asociado a la castidad: “vitex agnus-castus”, también llamado “gatillo casto o pimiento loco”.
Lo prometo.
Preguntad a cualquiervividor párroco del barrio.
Por estos lares, el mismo arbusto tenía un nombre mucho más conocido por todos vosotros: el tomaset.
Como digo, cuando las tentaciones de la carne eran irresistibles, los monjes se reunían a su alrededor invocando fuerza y serenidad física.
Y la cosa funcionaba siempre.
Pero no por efecto del “castus”. No, señor.
Simplemente, la líbido se bajaba más rápido cuando uno tenía enfrente un matojo asqueroso que a una moza del pueblo bien entrada en carnes, muslos y pechugas.
Y ahora se preguntarán nuestros amigos de Alicante Vivo…. ¿por qué en estas tierras lo llamaban “tomaset”?
Os lo cuento, párdiez.
Porque la cosa tiene chicha.
Con perdón.
Tomás de Aquino fue un religioso muy especial.
Patrón de los estudiantes universitarios européos, nació en Nápoles en 1224. De familia adinerada, se formó en humanidades, música y religión hasta los 14 años. Después, estudió filosofía en la Universidad.
Tuvo que ser un tío listo.
De verdad.
Y peculiar.
Con 18 años y con una rotunda negativa paterna, tomó los hábitos y se marchó a París.
Su familia se quedó perpleja.
¿Monje?
De eso nada.
Antes muerta que sencilla.
Sus hermanos contrataron los servicios de las prostitutas más bellas y…. ejem… ligeras de cascos, para disuadirle de su decisión.
Pero ni con esas.
Tomás estaba decidido a llevar una vida de estudio y oración, costara lo que costase.
¿Entendéis ahora lo del “tomaset” y las lujurias demoníacas?
La familia acabó desistiendo.
Y tan felices.
Las anécdotas sobre el señor Aquino son abundantes: callado y prudente, medía más de 1,90 de estatura y era muy grueso. Su barriga era tan grande que los frailes le cortaban media circunferencia en el hueco de la mesa donde comía, para poder llegar al plato.
Lo prometo.
Preguntad a cualquier
Por estos lares, el mismo arbusto tenía un nombre mucho más conocido por todos vosotros: el tomaset.
Como digo, cuando las tentaciones de la carne eran irresistibles, los monjes se reunían a su alrededor invocando fuerza y serenidad física.
Y la cosa funcionaba siempre.
Pero no por efecto del “castus”. No, señor.
Simplemente, la líbido se bajaba más rápido cuando uno tenía enfrente un matojo asqueroso que a una moza del pueblo bien entrada en carnes, muslos y pechugas.
Y ahora se preguntarán nuestros amigos de Alicante Vivo…. ¿por qué en estas tierras lo llamaban “tomaset”?
Os lo cuento, párdiez.
Porque la cosa tiene chicha.
Con perdón.
Campus de la Universidad de Alicante, en la actualidad
Tomás de Aquino fue un religioso muy especial.
Patrón de los estudiantes universitarios européos, nació en Nápoles en 1224. De familia adinerada, se formó en humanidades, música y religión hasta los 14 años. Después, estudió filosofía en la Universidad.
Tuvo que ser un tío listo.
De verdad.
Y peculiar.
Con 18 años y con una rotunda negativa paterna, tomó los hábitos y se marchó a París.
Su familia se quedó perpleja.
¿Monje?
De eso nada.
Antes muerta que sencilla.
Sus hermanos contrataron los servicios de las prostitutas más bellas y…. ejem… ligeras de cascos, para disuadirle de su decisión.
Pero ni con esas.
Tomás estaba decidido a llevar una vida de estudio y oración, costara lo que costase.
¿Entendéis ahora lo del “tomaset” y las lujurias demoníacas?
La familia acabó desistiendo.
Y tan felices.
Las anécdotas sobre el señor Aquino son abundantes: callado y prudente, medía más de 1,90 de estatura y era muy grueso. Su barriga era tan grande que los frailes le cortaban media circunferencia en el hueco de la mesa donde comía, para poder llegar al plato.
Sus compañeros lo apodaron “el buey mudo de Sicilia”, como si de un boxeador se tratara.
Y el maestro San Alberto Magno, que descubrió muy pronto el talento de su alumno Tomás, les dijo “lo llamáis buey mudo, pero os digo que su mugido resonará en el mundo entero”.
Su vida fue leer, estudiar y meditar. Paseaba de ciudad en ciudad, pues sus servicios eran requeridos en París, Roma y demás ciudades donde se celebraran concilios religiosos. Gozaba de memoria prodigiosa y citaba la Biblia de carrerilla.
Era una persona muy próxima a los estudiantes. Ellos le llamaban "il buon fra Tommaso", mientras lo rodeaban y hablaban con confianza. Un día, volviendo de un paseo por París, un alumno le dijo:
-¡Qué ciudad, maestro!¿No le gustaría gobernarla?
-No, hijo -le respondió-. No tendría tiempo para pensar.
El 28 de enero se conmemora su festividad.
Nuestra Universidad, establecida desde los años sesenta, y la de Miguel Hernandez en Elche, no son ajenas a esta fecha.
Sin embargo, la festividad es muy diferente a la de antaño.
Y el maestro San Alberto Magno, que descubrió muy pronto el talento de su alumno Tomás, les dijo “lo llamáis buey mudo, pero os digo que su mugido resonará en el mundo entero”.
Su vida fue leer, estudiar y meditar. Paseaba de ciudad en ciudad, pues sus servicios eran requeridos en París, Roma y demás ciudades donde se celebraran concilios religiosos. Gozaba de memoria prodigiosa y citaba la Biblia de carrerilla.
Era una persona muy próxima a los estudiantes. Ellos le llamaban "il buon fra Tommaso", mientras lo rodeaban y hablaban con confianza. Un día, volviendo de un paseo por París, un alumno le dijo:
-¡Qué ciudad, maestro!¿No le gustaría gobernarla?
-No, hijo -le respondió-. No tendría tiempo para pensar.
El 28 de enero se conmemora su festividad.
Nuestra Universidad, establecida desde los años sesenta, y la de Miguel Hernandez en Elche, no son ajenas a esta fecha.
Sin embargo, la festividad es muy diferente a la de antaño.
Una imagen en el recuerdo de la Universidad de Alicante. En plena festividad de los Carnavales de 1987. Foto cedida por Carles, desde su web http://morganfitzjamesjr.blogspot.com/
En todas la universidades medievales españolas, se celebraba ese día con una eclosión juvenil. Había procesiones de alumnos por las ciudades, en donde se mostraba la bandera correspondiente, reunidos por facultades y acompañados por sus profesores. Vestían la toga de sus estudios y era la forma de dar a conocer a la ciudad la florinata de los nuevos estudiantes.
Tres días duraba la fiesta.
A la víspera ya no había clases; y continuaba hasta el día posterior.
Ya lo dice el refranero popular:
Sant Tomás festa pel davant
i festa pel detrás
Fuente:
Algunos fragmentos han sido extraídos de un artículo de 2005 de Juan Luis Román del Cerro, del Diario Información