Hace meses, nuestro gran amigo Jaime Pomares Bernat nos entregó un curioso documento sobre el Tranvía de la Huerta. La Asociación Cultural Lloixa ya lo publicó tiempo atrás en su revista mensual y en su web, gracias al enorme trabajo de Alfredo Campello.
Hoy, Alicante Vivo se une a la historia de este tranvía con la publicación del trabajo que ya hicieron otros.
Espero que os guste.
Durante siglos el ir a Alicante, desde la huerta, era una empresa costosa y nada fácil. Muy pocos tenían carruaje o carro, caballo, mula o acémila, así que la mayoría lo hacían a pié. Muchos de ellos, incluso descalzos para no deteriorar las alpargatas,que luego se ponían al llegar a la ciudad.
Pero a finales del 1800 se estableció en Alicante la compañía denominada FERROCARRILES VECINALES DE ALICANTE, que con oficinas y cocheras en el barrio de Florida, ponía en funcionamiento dos líneas del ferrocarril que el pueblo bautizó con el nombre de “TREN CHICHARRA”: una de Alicante a Elche y Crevillente, y la otra desde más arriba de Muchamiel, que pasando por San Juan y Santa Faz, terminaba en Alicante
“Línea de Alicante a Muchamiel – Nace ella junto a las verjas de un jardín frondoso, callado y triste, en donde descansan los restos del gobernador Quijano, hombre de raras virtudes cívicas, victima de su filantropía durante una época de epidemia cruel que sembró el luto y el dolor en Alicante. Avanza el tren lamiendo los muros de la Fábrica de Tabacos, y en las horas de salida de las labore, el turista puede observar escenas llenas de color y bullicio. Después, la vía se aleja por una llanura dilatada y desnuda, y el hermoso castillo de Alicante os va presentando todos sus lados de elegantes líneas. Sube el tren por terraplenes propios, y a trechos por la carretera del Estado, y llega, por fin a una altura desde donde alcanzáis un panorama imponderable: la huerta alicantina, alfombra lujosa que luce los colores de una vegetación feraz, regada con las aguas del monumental Pantano de Tibi. A la izquierda y en frente los confines de este risueño lago de verdores los forman gigantesca montañas como Aitana, de fiera altitud; Puig Campana de estructura esbelta y al Sudeste, azules del Mediterráneo, donde asoma el islote de Benidorm”.
Salpicaban el paisaje infinitas “villas” suntuosas, como la del Marqués de Benalua, la del Barón de Finestrat, la del Barón de petrés, la del Marques del Bosch y otros aristócratas y alicantinos opulentos, cuyos viñedos producían los ricos vinos de mesa regionales. Torreones árabes y palmeras solitarias sobresalían de la frondosa apretada; y lejos descuellaban los campanarios de la Santa Faz, Sant Joan y Muchamiel. Muy inmediato al segundo de estos pueblos se hallaba “Pinohermoso”, maravilloso jardín de los Sres. De Prytz, rico de estatuas de mármol, en paseos y estanques versallescos y laberintos floridos.
Entre vergeles pasaba el tren; cruzaba los tranquilos pueblecitos, mas allá de Muchamiel, la linea acababa entoldada por viejos almendros y algarrobos.
Este tren era a vapor, llevaba un vagón máquina con una caldera alimentada por leña y carbón, arrastrando dos vagones, uno techado pero descubierto lateralmente, con bancadas transversales, que se llamaba “jardinera”, y muy apto durante el verano, el otro iba cerrado, con dos plataformas descubiertas, y dos bancos uno frente a otro, de madera igualmente, en su interior.
En aquella época, aparte de los habitantes del entorno, este tren lo usaban muchas de las “tabaqueras”, operarias de la Fábrica de Tabacos, que en 1903 tenía una plantilla de 3665 operarias y 85 trabajadores. También acortaba el camino a los trabajadores que acudían a las labores del puerto.
Pero a principios de siglo unas tremendas lluvias torrenciales destrozaron los tendidos del tren, hasta tal extremo que dejó de funcionar.
La línea de Elche Crevillente, acabó para siempre, mientras que la de la huerta, fue aprovechada para funcionar con arrastre por mulas, en la que tres de estos animales arrastraban uno de los remolques del antiguo tren chicharra. El recorrido del mismo: Fábrica de Tabacos-Muchamiel, y las cocheras sirvieron también de cuadra para las mulas.
Una sociedad, denominada “DE LOS NUEVE”, amplió el tranvía de mulas existente de la Plaza de Ramiro –con las cuadras en los bajos de la Iglesia de Santa María, en la calle de Jorge Juan- hasta el barrio de Benalúa, y en 1903 otra línea que iba desde la calle de Bilbao, por la Rambla, hasta la calle de Sevilla, para enlazar mediante transbordo con el de Muchamiel.
---continará----
JAIME POMARES BERNAT
Abogado
Abogado