No descubriremos a nadie hoy la grandeza del artista alicantino Gastón Castelló Bravo , cuya magia en la pintura y los mosaicos cerámicos dejó inundada la ciudad de Alicante de bellísimas escenas que plasmaron nuestras costumbres y tradiciones, así como la esencia de nuestra cultura alicantina.
En edificios públicos y privados hay auténticos tesoros firmados con su nombre: murales en edificios públicos, mosaicos de teselas...
El mural de la provincia, al fondo de la estación. A la izquierda observamos la escalinata al paso subterráneo que conectaba los muelles de pasajeros para evitar el peligro de atropellos, hoy tapiada.
La llegada del turismo de masas, la evolución de los autobuses y de las carreteras, marcó un antes y un después en nuestra ciudad. La que debía haber sido Plaza de Séneca, se colmató para albergar una coqueta estación con sus muelles de pasajeros. A ella llegaban visitantes de la provincia y de todo el país.Hoy queríamos compartir con vosotros el deleite de observar los dos magníficos murales de la Estación de Autobuses de Alicante, un magnífico edificio racionalista levantado entre 1943 y 1947 por el arquitecto Félix de Azúa, con una estructura de costillas de hormigón armado que forma su gran vestíbulo interior.
La obra de Gastón Castelló se hizo a medida para tan insigne lugar: la puerta de la ciudad, por la que todos los viajeros llegados por carretera en autobús pasarían.
Gastón Castelló en pleno proceso de elaboración de su mural.
La temática fue clara: ofrecer una síntesis cultural y etnográfica de nuestra provincia en un mural de uno de sus frontales interiores, y en el opuesto, una visión imposible aérea de la ciudad, resaltando los lugares emblemáticos que se recomendaría visitar al viajero para conocer adecuadamente Alicante.
Esta directa y clara "Guía turística en resumen" ha llegado hasta nuestros días como un auténtico tesoro que muestra la visión que se quería dar de nuestra provincia y ciudad entonces. Lamentablemente, se encuentran bastante deteriorados, con desconchados y grietas, y requieren de una inminente restauración para que sigan luciendo muchísimos años más.
Os recomendamos visitarlos, sentaros frente a ellos y observarlos detenidamente. No pararéis de encontrar simbolismos y curiosidades entre sus muchos detalles.
Bajo el paisaje de las montañas que dominan nuestro horizonte, y junto a una escena con un almendro en flor, vemos la ciudad de Alicante, con la actividad portuaria como protagonista, y los hitos urbanos destacados: los castillos de Santa Bárbara y San Fernando, las estaciones de Benalúa y Renfe, Luceros, el Mercado, la Diputación, el Ayuntamiento, San Nicolás, Santa María, la Plaza de Toros, el Jorge Juan, el Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, los Franciscanos, Correos y la Plaza de Gabriel Miró, el Hospital Provincial, la Iglesia de Los Ángeles, la ermita de San Roque, la Lonja del Pescado, el Varadero, las viviendas de Heliodoro Madrona en el puerto... sin olvidar los modernos edificios del Perpetuo Socorro y Sanidad en Campoamor. Por supuesto, dedica especial atención a su Benalúa natal, donde tantos amigos tenía; de allí destaca el estadio de Bardín, el Cuartel, la Iglesia, el Templete de la placeta, el pontet sobre el barranco... También aparecen edificios tristemente desaparecidos: la ermita del Raval Roig, los antiguos Salesianos, el Chalet Madre-Hijo, el antiguo Club de Regatas, la Comandancia de la Marina...
La modesta red de carreteras que vertebraba la provincia a mediados del Siglo XX, se acompaña en su lado marítimo por una escena de pescadores recogiendo sus redes cargadas de capturas. En el interior aparecen escenas de labranza y de industrias propias de nuestra tierra.
Este último mural, nos parece una obra tan singular, que logra reflejar el espíritu que queremos transmitir en Alicante Vivo, por lo que decidimos que fuera una de nuestras insignias más visibles: