Con el despegue económico producido durante la Regencia de María Cristina, la sociedad española fue incorporándose poco a poco a la llamada “revolución industrial”, que se extendía por los principales países europeos.
En Alicante y su provincia, se observó un hecho decisivo: el aumento de la población femenina con relación a la masculina. Las guerras coloniales y la emigración eran la causa principal de este desequilibrio que afectaba a numerosas familias donde las mujeres tenían que asumir nuevos roles incorporándose al trabajo para aportar sustento a sus hogares.

En la comarca de l´Alacantí, el principal trabajo de las campesinas y jornaleras era la manufactura de enseres para las labores agrícolas y domésticas, que realizaban con fibras vegetales.
Pero la necesidad de un mejor salario las empujaba hacia los pueblos y ciudades más importantes de la provincia, donde se iban instalando nuevos talleres e industrias que, poco a poco, aceptaron la mano de obra femenina. Al mismo tiempo las mujeres más jóvenes iniciaron con este tipo de trabajos una tímida independencia del medio familiar.
Pero la necesidad de un mejor salario las empujaba hacia los pueblos y ciudades más importantes de la provincia, donde se iban instalando nuevos talleres e industrias que, poco a poco, aceptaron la mano de obra femenina. Al mismo tiempo las mujeres más jóvenes iniciaron con este tipo de trabajos una tímida independencia del medio familiar.

En el sector secundario, y desde principios del siglo XIX, la Real Fábrica de Tabacos de Alicante era el principal núcleo industrial de la ciudad, por lo que el oficio de cigarrera era uno de los predominantes y mejor considerado.
Otras industrias se establecieron en la ciudad y provincia: fábricas textiles, de conservas vegetales, de elaboración de turrón, etc…; siempre aprovechando las materias primas de la agricultura alicantina.
A todas ellas se fue incorporando la mujer.
Otras industrias se establecieron en la ciudad y provincia: fábricas textiles, de conservas vegetales, de elaboración de turrón, etc…; siempre aprovechando las materias primas de la agricultura alicantina.
A todas ellas se fue incorporando la mujer.

El servicio en el hogar era una oferta que atraía a muchas jóvenes. Niñas, lavanderas, costureras, planchadoras y amas de cría realizaban su trabajo para las familias de la nueva burguesía.
Con la introducción en el mercado de la máquina de coser, fueron muy populares los talleres de costura y bordados donde se ofrecía la posibilidad de que las mujeres aprendieran un oficio muy solicitado y de futuro. Este tipo de academias o talleres se extendieron por toda la provincia.
Con la introducción en el mercado de la máquina de coser, fueron muy populares los talleres de costura y bordados donde se ofrecía la posibilidad de que las mujeres aprendieran un oficio muy solicitado y de futuro. Este tipo de academias o talleres se extendieron por toda la provincia.

Desde 1859, en que se crea en Alicante la Escuela de Maestras, las jóvenes alfabetizadas tendrán oportunidad de acceder a unos estudios que en el futuro pasarían a ser profesión muy difundida entre la clase media.
A pesar de que al principio el número de alumnas era escaso, el interés de las jóvenes por la nueva profesión fue en constante aumento. Desde su creación, la Escuela fue dirigida por mujeres, lo que animó al establecimiento en la capital de colegios privados para niñas, tanto religiosos como laicos.
A pesar de que al principio el número de alumnas era escaso, el interés de las jóvenes por la nueva profesión fue en constante aumento. Desde su creación, la Escuela fue dirigida por mujeres, lo que animó al establecimiento en la capital de colegios privados para niñas, tanto religiosos como laicos.

El Campello, a principios del siglo XX (Foto cedida por Carmina Ordoñez)
A pesar de que el Código de Comercio negaba a la mujer la posibilidad de regentar un establecimiento sin permiso o autorización marital o paterna, fueron muchas las mujeres que se independizaron después de cumplir los 21 años, como marcaba la ley, colaborando al desarrollo de sus pueblos y ciudades con pequeñas tiendas dedicadas a la alimentación, mercería, corsetería y ropa.

La sanidad también ofrecía a la mujer la oportunidad de servir a la sociedad. Desde el oficio de partera, de gran ayuda en momentos tan difíciles para la población rural, a la creación de Escuelas de Enfermería, esta profesión se fue desarrollando al compás de las necesidades de la sociedad y de la Administración, siempre con gran participación femenina, hasta conseguir ser una alicantina la primera licenciada en farmacia, en 1923, y otra en Medicina, en 1933.

Con la consecución del derecho al voto femenino en 1932, se abre una nueva etapa de mayor reconocimiento de la mujer en niveles sociales, culturales y laborales.
Los sucesivos cambios sociopolíticos ocurridos en el presente siglo han hecho que la definitiva incorporación de la mujer a todos los niveles de la sociedad no se haya producido con rapidez, sino con altibajos y vaivenes que ha sufrido la misma sociedad.
Los sucesivos cambios sociopolíticos ocurridos en el presente siglo han hecho que la definitiva incorporación de la mujer a todos los niveles de la sociedad no se haya producido con rapidez, sino con altibajos y vaivenes que ha sufrido la misma sociedad.

Los colegios religiosos se vieron desbordados ante la demanda de educación para las niñas.
Alumnas carmelitas, Alicante, 1930 (AMA)
Alumnas carmelitas, Alicante, 1930 (AMA)

Alicante, años 40 (AMA)

Taller de costura en San Vicente del Raspeig (Cercle Sequet Pero Sanet)







(Foto cedida por Pepa Sierra. AMA)


Administrativas y secretarias en el Instituto Social de la Mujer. Años 60 (AMA)

info: María José Ramón-Borja
Memoria Gráfica de Alicante y Comarca