Para bien o para mal, el Gran Sol (cuyo nombre real es Edificio Alonso) es un icono de la ciudad de Alicante. Quizá porque es prácticamente imposible no verlo desde casi cualquier punto de la ciudad o cuando te vas aproximando a ella, o incluso, por estar en pleno centro neurálgico, plantando cara al Benacantil en nuestra fachada marítima.
Es un error (y un pelotazo como nos contó Jaime Pomares) del urbanismo desastroso del desarrollismo que se produjo en Alicante en los años 60, y de este edificio hemos hablado ya mucho. Poco podremos aportar nuevo... salvo que hubo un momento en que se barajó la posibilidad de haber edificado un segundo "Gran Sol".
El Gran Sol, desde el Portal de Elche, con su fachada medianera como protagonista de la escena urbana.
Esto parecía olerse desde un primer momento en el planteamiento del primer rascacielos, puesto que de sus cuatro fachadas, dos eran abiertas a la calle, y las otras dos, recayentes al interior de la manzana, se hicieron ciegas (medianeras) como se acostumbra a hacer en la edificación tradicional en manzana, cuando se prevé que un edificio de la misma altura se construirá a continuación, tapando este muro y adosándose al primer edificio.De no haberse detenido esta hecatombe, Alicante podría haber tenido un "downtown" catastrófico, tratando de imitar a las ciudades americanas de rascacielos sobre una trama de la ciudad del siglo XIX, sin servicios, calles ni espacios abiertos que pudieran soportar semejante densidad. Tratemos por unos instantes, de imaginar el entorno del Portal de Elche y la Rambla con rascacielos de 100 metros de altura creando una auténtica muralla entre la ciudad y el mar.
Aunque sea una visión dantesca, alguien lo imaginó hace ya medio siglo, y por suerte, con la primera prueba hubo suficiente como para no admitir ninguno más.
Esta es la explicación a la pregunta que tanta gente se hace sobre el motivo de que un rascacielos tan esbelto y sin edificación que lo rodee, no tenga fachadas recayentes a sus cuatro costados, sino medianeras ciegas (aunque al menos, con unos inmensos murales que ya son parte de la cultura urbana alicantina).
A continuación, publicamos la noticia aparecida en el Diario Información, el 20 de Febrero de 1966, contagiada del lenguaje (optimista por definición) del régimen en aquellos años de desarrollo febril a toda costa:
Las alturas, tema y problema. Parece que en esta coyuntura todo está supeditado a las exigencias derivadas del precio del solar, y consecuentemente se produce esta doble circunstancia: el metro cuadrado está por las nubes y hacia las nubes se dirigen los pisos. Es un colosalismo impuesto por este Alicante grato y cordial donde todo es posible, donde todo interesa. El vertiginoso desarrollo de la población nos ha desbordado. Hemos sido víctimas -gozosas víctimas- del "boom turístico" que tanto ha favorecido aquel desenvolvimiento de una ciudad poco menos que dormida al socaire de una frase decimonónica: "La millor terra del mon".Artículos relacionados:
Al alicantino le satisface su ciudad, aunque en no escasas ocasiones haya de sufrir los inconvenientes que plantea a diario. La postal más popular, la que más circula, es aquella que muestra edificios suntuarios, altos, abiertos a la luz natural mediterránea. ¿Manhattan? Pues sí. Un poco de Manhattan, pero más expresivo, más luminoso. Aquí como allá, como en no escasas poblaciones de la Costa Azul o de la ribera brasileña, todo el mundo quiere ver el mar, asomarse al mar, y para ello no hay más solución que la verticalidad. Alicante no es la excepción. El desarrollo vertical no es, pues, un caso singular de la "terreta", hay múltiples antecedentes que no invocamos porque requieren mucho espacio.
Recientemente, según informó el Ayuntamiento y puntualizó F. Bas en una de sus atinadísimas "Jornadas", la Comisión de Urbanismo ha informado el expediente relacionado con esta construcción de nueva planta: "Sótano, planta baja, entreplanta, seis pisos y ático en la Calle Bilbao con vuelta a la de San Fernando". Es un expediente más, pero con una singularidad: se refiere al edificio que ha de ser vecino de la famosa Torre ya en pie, levantada por el señor Alonso y que tiene fachada a la calle de San Fernando y a la Rambla de Méndez Núñez. Aquí está el tema, y el dilema. Millares de personas han hablado y hablan del "rascacielos de la Rambla"; también se ha hablado del no menos interesante proyecto -que fue sometido a la Comisión de Urbanismo y del que hacemos alusión- redactado por una constructora que une a su vitalidad de acción, a su despliegue de fuerzas, la no despreciable circunstancia de trabajar bien, decorosamente.
Hay múltiples muestras en la ciudad de este quehacer trepidante y sugestivo que se inicia con la adquisición de un solar y concluye con la creación de un atractivo núcleo residencial. Según parece y en el caso concreto del solar de las calles Bilbao-San Fernando, se pretendía con argumentos que pueden ser sólidos, construir un edificio que cubriría la medianería Poniente de la Torre inmediata, con altura suficiente para ello. Crear un cuerpo compacto, airoso, con nobleza. Con ello, el rascacielos de la Rambla tendría un hermano gemelo en el ángulo San Fernando-Bilbao, lo que concedía mayores atractivos y una más sugestiva visión general y de conjunto.
Se habla del problema de aparcamiento. Es un tema manido. Aparcar en Alicante es difícil, incluso en enero. Habría que irse haciendo el ánimo de cortar al tráfico rodado algunas calles de Alicante que acusan un auténtico desbordamiento comercial; pero si ello no es conveniente o prudente, en el caso concreto que comentamos tenemos idea de que la empresa constructora del edificio vecino al rascacielos de la Rambla pretendía dedicar cuatro o cinco plantas para aparcamiento de vehículos, naturalmente, dotado de los correspondientes elevadores automáticos, con lo que se cubrirían no sólo las necesidades del proyectado edificio, sino las de los inmediatos, como son el Hotel Carlton y el mismo edificio Alonso.
Salvado este problema, al que sin duda hay que prestarle la debida atención, resulta por otra parte que el aspecto estético del proyectado edificio Bilbao-San Fernando no desentonaría nada, pues su fachada formaría un conjunto armónico con la del vecino rascacielos, y en cuanto a su perspectiva Norte no sería en absoluto malograda ya que se pensó en un retranqueo a partir de la altura del Banco Españold e Crédito para conseguir luces y vistas y obtener así una fachada más. Si como parece no prospera este proyecto, reducido a las dimensiones en altura enunciadas por la Comisión de Urbanismo, el rascacielos de la Rambla se quedará sin un vecino "ad hoc". Estéticamente, lamentable. Aunque es sólo una opinión. Se supone que aún es tiempo de reconsideraciones que eviten lo que pudiera plasmarse en lamentable realidad. Los gráficos son, por otra parte, decididamente explicativos.
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