“Mariola es uno de los principales montes del Reyno de Valencia, si sólo atendemos a su altura y vegetales; pero el primero y sin igual si se considera las riquezas que proporciona a los pueblos arrojando hacia todas partes ríos o copiosas fuentes como por especial privilegio de la Naturaleza”
(Cavanilles)
Una de las montañas mas bellas de nuestra provincia tiene, como no podía ser de otra manera, una de las leyendas más hermosas de Alicante.
Para conocerla, tenemos que viajar en el tiempo a bordo de Alicante Vivo para remontar a la dominación romana, cuando toda la provincia estaba englobada dentro de la Contestania.
Eran los tiempos del empeador Tiberio Claudio Nerón.
Hubo entonces en nuestros parajes, un pequeño poblado gobernado por el noble Sexto Mario, sus familiares y sus siervos. Era un hombre muy rico, que había obtenido enormes ganancias gracias a las minas de oro situadas en el corazón de la Sierra de Mariola, y que explotaba íntegramente para su propio beneficio.
¡Minas de oro!
Sí.
Lo habéis escuchado bien.
Aunque la existencia de minas de oro en la provincia de Alicante nunca ha podido ser constatada científicamente, ya el historiador Frances Diago nos hablaba de ellas siglos atrás, cuando decía que “en la Sierra Mariola hay minas de oro y de ellas se extrajo mucho en tiempos de los romanos”. Frances también mencionaba un enorme castillo, hoy desaparecido, que estaba situado entre Agres y Bocairente, y que todavía existía en tiempos de la conquista cristiana de Jaime I.
La cuestión es que las riquezas de oro proporcionan una muy buena vida a Sexto, pero también propiciaban la envidia en aquellos que querían hacerlas suyas. A Tiberio Claudio Nerón, que no le sobraba el dinero y tenía al pueblo un tanto revuelto, le pareció bien que dichas minas pasaran a su patrimonio.
Tramando, tramando..., e intrigando, intrigando…, empezó por querer conquistar a la hija de Sexto Mario, que era una joven bellísima. La doncella se llamaba Mariola, y con frecuencia era vista por los campesinos de la zona caminando por la sierra que hoy tiene su nombre, en compañía de una enorme pantera que Sexto le había traído de la misma África.
A pesar de las conquistas de Tiberio, Mariola le dejó bien claro al emperador que ella no quería casarse con él.
Y el emperador, que tenía mal perder, debió de pensar: “os vais a enterar”.
Y vaya si se enteraron.
Sexto Mario fue acusado de incesto y como castigo se decidió que ambos, padre e hija, fueran despeñados desde la roca Tarpeya, uno de los lugares en Roma que estaban destinados a llevar a cabo las penas capitales por medio de las precipitaciones.
Desde entonces, cuenta la leyenda que la Sierra más hermosa de nuestra provincia tiene el nombre de aquella muchacha que se negó a los caprichos de un tirano emperador.
De las minas, nunca más se supo. Y, por desgracia, no se ha encontrado restos que ayuden a señalar su ubicación. Su memoria se perdió completamente, difuminada por el humo de la Historia.
Historietas de romanos y moriscos con pepitas de oro, y viejas leyendas, han circulado hasta nuestros días por las tierras de la sierra Mariola. Pero lo único tangible que nos ha quedado es el nombre, que bien pudo pertenecer a aquella muchacha ibera prevalenciana que plantó cara al mismísimo emperador y que se paseaba por los senderos de la montaña en compañía de una pantera.
En 1965, los espeleologos del Centro Excursionista de Alcoy encontraron en el interior de la Cueva de la Sarsa, en Bocairent, huesos que fueron identificados como pertenecientes a una pantera africana.
En seguida, la fantasía popular se exaltó.
¿Era el eslabón perdido de nuestra leyenda?
¿La cueva de la Sarsa fue el último refugio de la doncella antes de ser apresada por las tropas del emperador?
¿Los huesos hallados pertenecieron a su pantera?
Hoy en día, no pocos pastores cuentan en los bares de las poblaciones cercanas haber visto por la sierra, en las horas del crepúsculo, la figura evanescente de una mujer envuelta en blancas y flotantes vestiduras, como si se tratase de un jirón de niebla.
Un bonito final que inunda a la montaña de misterio y encantamiento.
info: Valencia: Pintoresca y Tradicional.
José Soler Carnicer
Historietas de romanos y moriscos con pepitas de oro, y viejas leyendas, han circulado hasta nuestros días por las tierras de la sierra Mariola. Pero lo único tangible que nos ha quedado es el nombre, que bien pudo pertenecer a aquella muchacha ibera prevalenciana que plantó cara al mismísimo emperador y que se paseaba por los senderos de la montaña en compañía de una pantera.
¿Sexto Mario y Mariola despeñándose por la Roca Tarpeya? Posiblemente sí. Foto e información de la web "El Rincón de Leodegundía"
En 1965, los espeleologos del Centro Excursionista de Alcoy encontraron en el interior de la Cueva de la Sarsa, en Bocairent, huesos que fueron identificados como pertenecientes a una pantera africana.
En seguida, la fantasía popular se exaltó.
¿Era el eslabón perdido de nuestra leyenda?
¿La cueva de la Sarsa fue el último refugio de la doncella antes de ser apresada por las tropas del emperador?
¿Los huesos hallados pertenecieron a su pantera?
Hoy en día, no pocos pastores cuentan en los bares de las poblaciones cercanas haber visto por la sierra, en las horas del crepúsculo, la figura evanescente de una mujer envuelta en blancas y flotantes vestiduras, como si se tratase de un jirón de niebla.
Un bonito final que inunda a la montaña de misterio y encantamiento.
info: Valencia: Pintoresca y Tradicional.
José Soler Carnicer