Como es lógico de suponer, la Guerra Civil produjo grandes transformaciones en la vida alicantina. Aunque se ha dicho mil veces que Alicante fue una ciudad de “retaguardia”, durante una guerra esto no es más que un eufemismo sin sentido.
Sede del Partido Comunista, en un edificio propiedad del Círculo Unión Mercantil, en la Explanada de España (Sánchez, AMA)
Nada más estallar el conflicto, una parte de la sociedad alicantina (la de ideología derechista), quedó “en el otro bando” y, por tanto, sospechosa, proscrita y sujeta a una severa represión que afectó a sus vidas, costumbres y pertenencias.
El juicio y posterior fusilamiento en Alicante, el 20 de noviembre de 1936, del líder de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, tuvo una enorme trascendencia nacional y estigmatizó a la capital alicantina durante muchos años.
Cartel con la imagen de Stalin en la Rambla. La ayuda militar sociética fue uno de los factores clave del ascenso del Partido Comunista durante la guerra. (Sánchez, AMA)
Aunque es verdad que nuestra provincia quedó alejada de los frentes durante toda la guerra, también lo es que en ellos combatieron y murieron miles de nuestros jóvenes. Como consecuencia de ello, las mujeres alicantinas tuvieron que asumir un importante protagonismo en las tareas de producción y en la vida social.
En su función de retaguardia, muchos edificios de la ciudad y de la Huerta fueron convertidos en “Hospitales de Sangre” para atender a los heridos de guerra, a la par que se realizaba un enorme esfuerzo de solidaridad para dar cobijo a los miles de refugiados civiles y niños que huían de los estragos de la guerra, especialmente del frente de Madrid y tras la caída de Málaga.
Cartel con la imágen de Lister, en la Rambla (Sánchez, AMA)
Pero, como todo, fueron los bombardeos y las subsistencias los dos problemas que más afectaron a la vida cotidiana de nuestra ciudad. Los bombardeos, que empezaron en el otoño de 1936, se hicieron cada vez más frecuentes y mortíferos hasta culminar en la catástrofe del bombardeo del Mercado Central el 25 de mayo de 1938. Allí, con más de 300 muertos y centenares de heridos, se fraguó la mayor tragedia de la historia de Alicante.
El esfuerzo por construir refugios antiaéreos trajo en jaque a las autoridades, pero no pudo impedir que, al anochecer, miles de ciudadanos abandonaran el núcleo urbano para pernoctar en los alrededores, fenómeno conocido entonces como “La Columna del Miedo”.
Las escuelas construídas en Los Ángeles, durante la República, fueron convertidas en Hospital de Sangre, a cargo del Socorro Rojo Internacional (Sánchez, AMA)
La escasez de productos de todo tipo llevaría a un afanoso quehacer cotidiano para procurarse el mínimo de subsistencias en las interminables colas que a veces degeneraban en verdaderas trifulcas. La tasa y el racionamiento trajeron consigo el inevitable mercado negro, perseguido y nunca controlado por las autoridades, y la aparición de formas primitivas de trueque. La vida económica durante la guerra fue dominada por los sindicatos y las instituciones públicas, mediante fórmulas generalmente colectivas.
Un acto de Altavoz del Frente, en el Teatro Principal. Altavoz del Frente era una organización de la Alianza de Intelectuales Antifascistas en la que se integraron muchos hombres de la cultura alicantina: Gastón Castelló, Melchor Aracil, José Juan, Antonio Blanca o José Ramón Clemente (Sánchez, AMA)
Durante la guerra, la vida política e institucional alicantina estuvo en manos de los partidos “marxistas”, socialistas y comunistas, con el acompañamiento siempre incómodo de los anarquistas, y de algunos republicanos. La razón fue que, al estallar la guerra, se produjo una formidable revolución igualitaria de carácter proletario que recorrió toda la sociedad, desde sus cimientos económicos, pasando por las instituciones políticas, hasta llegar a la ideología y las costumbres. El problema de cómo hacer compatible este derroche de energías con el objetivo imperativo de ganar una guerra, que prácticamente siempre tuvo un signo adverso, se mostró, al cabo, irresoluble. Las divisiones y enfrentamientos fueron casi permanentes para desgracia de la causa republicana, de la que Alicante fue un bastión y su último y dramático escenario.
Efectos de uno de los bombardeos de la aviación franquista sobre Alicante. (Filmoteca Española)
Porque fue precisamente en el puerto alicantino donde la República vivió sus últimas y agónicas horas, cuando miles de refugiados, que huían del avance final del ejército de Franco, esperaron inútilmente la llegada de barcos hacia el exilio para escapar de una represión que pronto se abatiría implacable sobre los vencidos. Mientras esto sucedía, la ciudad fue ocupada militarmente por las tropas italianas de la División Littorio, un 30 de marzo de 1939
info: Juan Martinez Leal, doctor en Historia por la Universidad de Alicante. Ha sido profesor asociado de Historia e Instituciones Económicas, del Departamento de Análisis Aplicado. En la actualidad es Catedrático de Enseñanza Secundaria. Ha publicado numerosos estudios sobre el periodo de la II República, la Guerra Civil y el primer Franquismo.
fotos: Memoria Gráfica de Alicante y Comarca. Diario Información