Por el camino del Faro hacia el Cabo de la Huerta. Llamado así, Faro del Cabo de la Huerta, cuando estas lo rodeaban. Ahora no hay huertas. Se plantan ladrillos. De niño recorría este camino en bicicleta. De entonces ahora está irreconocible. Entonces, un paraje virgen, salvo algunos chalets que se acercaban al faro con timidez. Ahora el descaro, el ladrillo no pregunta, lo invade todo. Las urbanizaciones lo van acorralando, lo amenazan, le presionan cada vez más dejándole menos espacio libre a su alrededor.
El faro está situado en la punta del Cabo de la Huerta. Dominando la bahía de la playa de San Juan, la de Muchavista y el litoral de Campello, Villajoyosa y Benidorm. Por el otro lado, la bahía de Alicante, con el cabo de Santa Pola y su faro en su cima al fondo de la bahía A sus pies, calas pequeñas. Se construyó sobre los restos de una antigua torre vigía, llamada de l´Alcodre.
... el litoral de Campello, Villajoyosa y Benidorm.
... con el faro y el cabo de Santa Pola al fondo
Ancianos que dejan pasar sus recuerdos mientras pescan ...
... con el faro y el cabo de Santa Pola al fondo
Desde su atalaya se encuentra seguro. Seguro del hombre. Una valla firme frena a la especulación. No sabe por cuanto tiempo. Pero lo frena ó eso es lo que parece. Seguro de los golpes de mar. Cuando el mar ruge enfadado no le alcanza. Tan sólo algunas gotas al golpear las olas con las rocas. Y da seguridad. A los barcos que buscan su luz en la noche para no chocar con la costa.
Desde allí arriba ha visto crecer a muchos niños, niños que ya son adultos, que pasean con otros niños, sus hijos, por el sendero que lo rodea. Ancianos que dejan pasar sus recuerdos mientras pescan entre las rocas. Navegantes imprudentes que han encallado sus embarcaciones tan cerca de la orilla. Alguna sorpresa. Un helicóptero y un barco. ¿Persecución ó entrenamiento?. Y lo que más le emociona, las tormentas. Cuando el mar se oscurece tanto que se confunde con las nubes del atardecer. Los rayos. Los relámpagos. El mar embravecido. Y ante este caos … su luz triunfante en la negrura de la noche. Victoriosa sobre las crestas de las olas.
Desde allí arriba ha visto crecer a muchos niños, niños que ya son adultos, que pasean con otros niños, sus hijos, por el sendero que lo rodea. Ancianos que dejan pasar sus recuerdos mientras pescan entre las rocas. Navegantes imprudentes que han encallado sus embarcaciones tan cerca de la orilla. Alguna sorpresa. Un helicóptero y un barco. ¿Persecución ó entrenamiento?. Y lo que más le emociona, las tormentas. Cuando el mar se oscurece tanto que se confunde con las nubes del atardecer. Los rayos. Los relámpagos. El mar embravecido. Y ante este caos … su luz triunfante en la negrura de la noche. Victoriosa sobre las crestas de las olas.
Ancianos que dejan pasar sus recuerdos mientras pescan ...
helicóptero y barco, ¿persecución ó entrenamiento?
Desde allí arriba ha visto tantas cosas que prefiere no acordarse de todas. La evolución de la ciudad, que le amenaza. Los cambios y los hábitos sociales de la dictadura a la democracia.
Desde allí arriba ve como está pintado el horizonte con el azul marino del cielo, el turquesa del mar, el azul intenso de las montañas. El Cabeçó d´Or, el Puig Campana, la Sierra Aitana, la Carrasqueta, la Sierra helada, la isla de Benidorm, … por el norte; la Sierra Grosa, la Sierra de Santa Ana, el castillo Santa Bárbara… por el sur. Y ese hormigeo humano que llena la playa en verano, que le distrae y le acompaña, lejos de las mañanas tranquilas y solitarias de invierno. Esta soledad obligada de un faro, antes también de los fareros. Ahora un ordenador y unas placas solares son sus brazos y sus oídos. Pero el faro sigue allí. Vigilante. Atento. Para siempre.
Desde allí arriba ve como está pintado el horizonte con el azul marino del cielo, el turquesa del mar, el azul intenso de las montañas. El Cabeçó d´Or, el Puig Campana, la Sierra Aitana, la Carrasqueta, la Sierra helada, la isla de Benidorm, … por el norte; la Sierra Grosa, la Sierra de Santa Ana, el castillo Santa Bárbara… por el sur. Y ese hormigeo humano que llena la playa en verano, que le distrae y le acompaña, lejos de las mañanas tranquilas y solitarias de invierno. Esta soledad obligada de un faro, antes también de los fareros. Ahora un ordenador y unas placas solares son sus brazos y sus oídos. Pero el faro sigue allí. Vigilante. Atento. Para siempre.
Cabeçó d´Or, ...
... Aitana, Puig Campana, ...
... Aitana, Puig Campana, ...