La primera vez que oí hablar del castillo de Forna fue cuando mi buen amigo Arturo nos narró sobre él mientras comíamos en Aigues después de una dura marcha de senderismo. Y también fue la primera vez que le oí contar con tanto entusiasmo sus experiencias por la Vall de Gallinera, donde el castillo de Forna lo abre ó lo cierra, según se mire.
La excursión estuvo en vilo la noche anterior. Mi hijo Carlos estaba un poco sombrío. Nos temíamos un resfriado inoportuno. Con niños ya se sabe. Imprevistos, muchos. El lunes de Pascua Carlos era otro. La mona. La conquista del castillo. Corretear por el campo. Fue el primero en levantarse y el primero en despertarnos a todos.
Vamos a la Comarca de la Marina Alta, al norte de la provincia de Alicante, frontera con la de Valencia. Fuimos por la autopista AP7 desde Alicante, salida por Ondara y camino de Pego y de Adsubia. Desde aquí una bifurcación hacia Forna, por una carretera estrecha. Poco antes de llegar al pueblo de Forna una carretera a la derecha, en cuesta. Junto a esta, un bar y una gran explanada para aparcar automóviles. Sobre el cerro, el castillo. Vigilante, en un cruce de caminos desde antiguo entre la Vall de Gallinera y el llano de Oliva y Denia.
Para llegar al castillo, una senda de tierra. Vegetación de monte bajo. Los altos muros de las torres, de los lienzos de las murallas, imponen. La fachada de la entrada mira al pueblo de Forna con el que nació y con el que vive desde entonces.
castillo de Forna
Residencia feudal y fortificación. Palacio y castillo. Es de planta cuadrada, con un patio central y cuatro torres rectangulares en las esquinas. Todo construido con la técnica islámica del tapial, sobre mampostería y con aberturas remarcadas en ladrillo.
Unos escalones escavados en la roca y una gran puerta de madera bajo un arco de medio punto. Da paso al patio. En el patio, un aljibe. Desde el patio, las dependencias. Cuadras. Cocina. Comedor. Un gran salón. En la sala situada en la torre del flanco Noroeste, un excelente grafito de la época bajo-medieval y renacentista. Una escena naval con una serpiente y guerreros armados.
Forna era una alquería en época islámica. Su castillo perteneció al caudillo musulmán Al-Azraq, llamado el azul por sus impresionantes ojos azules, según cuentan las leyendas del valle. Con la pérdida de este territorio con el Pacto del Pouet el rey Jaime I de Aragón incorporó a su corona el pueblo y el castillo, correspondiendo a Bernat Guillem su administración.
La propiedad del pueblo y del castillo han pasado por muchas manos. Pactos de guerras. Concesiones. Donaciones. Ventas. Actualmente el castillo es propiedad municipal, una de las fortificaciones mejor conservadas de la Comunidad Valenciana, declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento (BIC).
Desde sus ventanas, el pueblecito. Forna. Unos cuarenta vecinos. Casas encaladas. Unifamiliares. Apiñadas unas con otras. Calles estrechas y empedradas. Una fuente subterránea. Una pequeña plaza. Otra fuente. Una iglesia sin torre. Geranios. Ni un papel por el suelo. Tranquilidad. Caras del norte de Europa. Transeúntes hablando en valenciano.
Forna
Paskki
Camino de Adsubia, el pueblo hermano de Forna, forman juntos un municipio. Adsubia está situada en la entrada de la Vall de Gallinera, viniendo de Pego en dirección a Cocentaina y Alcoy. Su emplazamiento actual es de época árabe. Pueblo pequeño cuya actividad principal es la agricultura, rodeado de naranjos y de limoneros. Blancas. Amarillo albero. Anaranjadas. Sus casas tienen las fachadas de colores cálidos. Una fuente, junto a la iglesia, lugar de reunión de propios y de extraños. Frente a la fuente, un horno de pan. Cerca de la fuente, un bar. Callejeamos. La esbelta y alta torre de la iglesia acaricia el cielo. Solitarias calles un día de fiesta. Calles tranquilas. Sin vehículos. Sin ruido. Unas golondrinas planean sobre nuestras cabezas. Un pájarillo no deja de piar hasta que pasamos cerca de él. Calla y nos observa curioso desde un balconcillo de una ventana. Con su silencio nos llega el susurro del agua de la fuente. Dos caños y mucha agua.
Adsubia
El piar de los pájaros, el susurro del agua, el caminar por el monte y por las calles de Forna y de Adsuvia, nos abren el apetito. Myriam y Carlos se impacientan, tienen hambre. Tenemos mesa reservada en el Restaurante La Moleta. Ensalada Mixta. Croquetas de bacalao. Cocas. Paqui elige el arroz. Hoy será al horno. Muy bueno. Biter. Cerveza. Flan casero. Fruta. Infusión de tomillo. Café. Mistela.