Carta de nuestro compañero y corresponsal, Alfredo Campello, en el Diario Información de Alicante, en su edición de hoy:
"Podemos encontrar a nuestro ilustre decapitado en el parque que una vez llevó su nombre y que ahora sigue dedicado al co-fundador de la Falange y tripulante del Plus Ultra, Julio Ruiz de Alda. «Alicante dedica esta ofrenda al doctor Rico» reza su inscripción. ¿Quién sería este hombre para que la ofrenda que le dedica Alicante sea ponerle un busto decapitado?
El doctor Rico, al que podríamos calificar de ecologista prematuro, a parte de ser un gran médico, consiguió que el Ayuntamiento alicantino creará un parque en el abandonado Tossal (y no Monte Tossal) y en mayo de 1930, un mes después de lo que indica la placa, fue inaugurado su busto (con cabeza) obra del ilustre Daniel Bañuls como agradecimiento. Tras la Guerra Civil su busto fue retirado dejando el pedestal, ya que Rico era de ideas republicanas. Además se le quitó su calle y su parque. Tras la llegada de la democracia su busto fue recolocado y se le dio una nueva calle a las faldas del Tossal. Por desgracia, los vándalos decapitaron el busto a mediados de los 80 llegando así hasta nuestros días. Hoy luce decapitado y pintado de titanlux color piedra (que es más barato que limpiar el monumento).
Rico se merece tener cabeza. De no ser así, o que lo retiren por dignidad o que lo incluyan en un catálogo turístico que podría llamarse «Pierde la cabeza en Alicante» y que así los turistas puedan conocer al doctor Rico sin cabeza, al niño flautista de Canalejas partido, a Gabriel Miró sin nariz, al monumento a Nicolás Peris destrozado, al perro de Canalejas sin hocico y al mutilado Panteón de Quijano, símbolo de esta desidia monumental que caracteriza a Alicante. Ya saben, aquí sol y playa, lo demás sobra por lo visto."
Miembro del Colectivo Alicante Vivo
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El doctor Rico que da nombre a la avenida donde tú trabajas murió junto a mi casa en la que entonces era la calle Bazán; tu tía Adela lo vio, fue testigo de cómo cayó desplomado al suelo en mitad de la calle. Y es por eso por lo que a mi calle la renombraron del Doctor Rico, aunque en la actualidad se llama García Morato".
Esas palabras, esta historia contada por mi madre en repetidas ocasiones con mayor o menor riqueza de detalles, según el caso, me vino a la mente cuando leía el otro día en estas mismas páginas una carta firmada por D. Alfredo Campello Quereda haciendo referencia al lamentable estado (decapitado, para más señas) en el que se encuentra el busto con el que la ciudad de Alicante homenajea a éste para muchos desconocido galeno.
Ávido por conocer algo más sobre su vida, la del doctor Rico, y con la inestimable ayuda y guía de mi progenitora, llegué a la fuente donde saciar una gran parte de mis llamémosle inquietudes.
Antonio Rico Cabot nació en la calle de Jerusalén, a espaldas de la actual parroquia de Nuestra Señora de Gracia de la capital alicantina, el 12 de julio de 1866 (cien años antes que un servidor). Hijo de un barbero, alternó sus estudios con el trabajo de ayudante en el establecimiento de su padre, hasta que en 1783 salió de la Terreta con destino a Madrid. Allí obtuvo la licenciatura en Medicina y Cirugía, tras lo cual quiso opositar a cátedra; pero su frágil salud, castigada por bronconeumonía y hemoptisis, se lo impiden, viéndose obligado a regresar a su ciudad natal donde contraería matrimonio con Josefa Romero.
Y es aquí donde este hombre, republicano y comprometido, hizo de la medicina un sacerdocio, atendiendo a cientos de pacientes de forma gratuita, incluso costeando él mismo el precio de los medicamentos que les suministraba.
Pero no acaba aquí su labor, pues también estuvo involucrado en la fundación del Orfeón Alicante, presidió la Sociedad de Riegos El Progreso de Elche y ocupó escaño de concejal en el Ayuntamiento de la ciudad siendo alcalde D. Federico Soto Mollá (sí ese, el que da nombre a la avenida que baja de la Plaza de Los Luceros hacia El Corte Inglés).
Y tal vez por esa doble visión suya, como médico y enfermo, se erigió en promotor de la idea de que la ciudad contara con dos pulmones, los dos castillos, el de Santa Bárbara y el de San Fernando, para lo cual era necesario que su ayuntamiento adquiriera este último junto a los terrenos y monte donde se hallaba ubicado: el Tossal de San Fernando.
Desde su cargo de edil presentó la moción para llevar a cabo la operación, y según consta en el acta de la sesión en la que tuvo lugar, al no haber dinero suficiente en las arcas municipales "que los treinta y tres concejales actuales puedan afrontar cada uno mil pesetas, diez mil el señor alcalde y el resto que se saque de donde pueda...". La repoblación forestal "nada costaría al Ayuntamiento por encargarse de ello la Sociedad Protectora del Árbol".
La compra de las cuatro quintas partes del monte y fortaleza se efectuó "para destinarlo a parque y fomento de arbolado" y eran hasta entonces propiedad de D. Rafael Beltrán, D. Rodolfo Izquierdo y D. José Álamo.
He ahí el vínculo entre el Tossal y este alicantino de nacimiento y de corazón, que un día de abril de 1927 salía de visitar a un paciente en la calle de Bazán cuando cayó sin sentido al suelo, y tras ser trasladado a la Casa de Socorro, ingresó allí cadáver.
Ahora ya sé un poco más de mi ciudad, de sus gentes, de uno de sus personajes; y ahora me cuesta aún más entender lo del busto sin cabeza... o quizás no tanto."
Pepe Gil Gerona es miembro de la Asociación Española de Amigos de los Castillos.