Con el fin de paliar la sed provocada por la escasez del abastecimiento a una ciudad que crecía en población pero no así en recursos, se crearon los pozos del Garrigós en la conocida como Plaza del Puente, denominada así por un acueducto que por allí pasaba recogiendo las aguas pluviales que bajaban por el Benacantil
Existen muchas dudas respecto al origen de estos gigantescos aljibes. Se cree que al menos uno de ellos data de los tiempos de la dominación musulmana y el resto del siglo XVI.
Son cuatro grandes aljibes que captaban el agua de lluvia de la ladera del Benacantil, para acumularla en su interior (con una capacidad de 500 m3) y abastecer a los alicantinos. Además, tenían una doble función: la de depósitos contra las riadas, para detener las entonces frecuentes avenidas que asolaban la ciudad, descendiendo con violencia y arrasando cuanto se encontraban por en medio.
Se excavaron en la roca viva entre los años 1862 y 1863 y se coronaron con fábrica de ladrillos. Se ha descrito que el maestro de obras fue Don Antonio Garrigós, cuyo apellido heredaron las cisternas. A pesar de esto, se sigue careciendo de datos que confirmen definitivamente su gestión.
Se configuraron con una planta irregular, y se cubrieron con una bóveda en la que se abrieron las bocas, los rebosaderos y los respiraderos.
Los tres habitáculos, excavados en la roca, tienen una capacidad de 141.000, 275.000 y 425.000 dm3 (un total de 807.000 litros) y su área de captación, al estar situados en un punto de reunión de aguas de escorrentía, abarca 54.000 m2 de la zona existente entre la alcazaba y las murallas. Cabe destacar que durante la ejecución del Parque de la Ereta, se documentaron dos depósitos en cotas más altas que ampliaban este conjunto hídrico.
El agua acumulada se vendía por la ciudad en cántaros y, posteriormente se canalizó con bombas y canales hasta cotas más bajas: inicialmente hasta la casa 47 de la calle Mayor, en cuya planta servía a la clientela; y posteriormente hasta San Antón, Raval Roig, Santa Cruz y Villavieja.
Entrada desde la nueva sala de exposiciones a la cavidad de entrada que se utilizó como vivienda tiempo atrás.
Las únicas aperturas originales son los brocales para la extracción del agua y la puerta del último aljibe que permitía entrar a limpiarlos periódicamente a través de la escalera.
Al tratarse de un único sistema hidráulico, la necesaria conexión entre los depósitos se realizaba mediante los aliviaderos, tubos situados donde se inicia el brocal, y que permitían, por gravedad, derivar el agua de una cisterna llena a la siguiente.
Una vez Alicante pudo tener agua permanente gracias a la traída de Aguas de Sax, en 1898, se dejaron de utilizar por obsoletos e innecesarios.
Sin embargo, durante la Guerra Civil, tuvieron un nuevo uso: el de refugios antiaéreos, así como el de una vivienda (que se instaló en el depósito más exterior).
Se reconstruyeron con una reforma del arquitecto Miguel López, y en 1995, el arquitecto J. Martín los adaptó de nuevo para convertirlos en Museo del Agua, pero tuvo un éxito más bien discreto, y durante la última década permanecieron bastante olvidados.
En los últimos años, en sintonía con las operaciones de rehabilitación del Casco Antiguo, de la Medina, y el Parque de la Ereta, se ha proyectado un nuevo edificio expositivo polivalente municipal junto a los pozos, en la Plaza del Puente, y se han recuperado para que vuelvan a ser visitables en el conjunto con el Parque de la Ereta.
Es un espacio realmente original, curioso y singular como pocos en la ciudad, y tanto el edificio anexo, como los pozos fueron inaugurados recientemente, por lo que ya podéis acercaros a conocerlos y disfrutar esta parte imprescindible de la historia de Alicante, que permitió sobrevivir a muchísimas familias gracias a su agua. Sentirse dentro de las entrañas del Benacantil es una experiencia que se disfruta al máximo.
Aunque la sala municipal de exposiciones es un magnífico espacio nuevo, los pozos no se han beneficiado todo lo que podría haberse hecho, y su interior continúa muy desaprovechado y en un estado mejorable.
La humedad aflora dentro del pozo por filtración: la diferencia de presión entre la roca y el vacío hace que entre el agua, "suden" las paredes y provoque la aparición del musgo y el desconche de la pintura.
Un paso con los cables eléctricos pasando por el techo de un modo muy desafortunado. Una canalización empotrada en el suelo habría sido la mejor opción.
Aparejo de ladrillo incrustado en la roca. Debería limpiarse y hacerse resaltar para mostrar al visitante la compleja obra mixta de excavación y construcción.
Fuente: Guía de Arquitectura de la Provincia de AlicanteUn paso con los cables eléctricos pasando por el techo de un modo muy desafortunado. Una canalización empotrada en el suelo habría sido la mejor opción.
Aparejo de ladrillo incrustado en la roca. Debería limpiarse y hacerse resaltar para mostrar al visitante la compleja obra mixta de excavación y construcción.
Puedes localizar los Pozos del Garrigós en nuestro Mapa de Panoramio.
Para ampliar la información sobre la historia del Agua en la Ciudad Alicante, consulta este artículo: el Agua Potable.