10 enero 2008

LAS AVES EN LA CIUDAD DE ALICANTE

Nuestro amigo Elías Gomis de Naturalicante nos envía un interesante artículo hablándonos de las aves de Alicante. Esperamos que sea la primera de muchas colaboraciones para poder conocer, respetar y admirar mejor esta naturaleza que trata de convivir con nosotros en la ciudad. No dejéis de visitar su web para adentraros en el mundo de la avifauna alicantina y poder iniciaros en la observación de nuestros amigos voladores.

Es normal que uno de los mayores sueños del hombre siempre haya sido poder volar: cuando ves el vuelo de un ave y el batir de sus alas, te hipnotizas y sientes el impulso irrefrenable de querer hacer lo mismo y poder ser realmente libre

LAS AVES DE LA CIUDAD DE ALICANTE

En este artículo queremos mostrar a las aves que comparten nuestra ciudad. Sin pretender hacer un listado exhaustivo, esperamos dar unas nociones básicas y que el lector se inicie en el conocimiento de la avifauna urbana de Alicante.

Elías Gomis. www.naturalicante.com

Por poco que nos fijemos en nuestro nervioso y acelerado medio de vida urbano, podremos contemplar a cierto número de aves que conviven con nosotros en Alicante. En efecto, ciertas especies de aves eligen vivir en nuestras ciudades por diversas causas lo que nos permite que podamos contemplarlas en nuestros parques, jardines y calles. La ciudad ofrece ciertas ventajas para algunas especies, lo que ha facilitado su presencia habitual. Estas ventajas son:

Temperatura. Dentro de las ciudades y por efecto de la actividad humana (calefacción, industria...) la temperatura es unos 2 ó 3 grados centígrados mayor que en las afueras. Este efecto es conocido como “isla térmica”. Puede parecer poco, pero es suficiente para que algunas aves se desplacen al interior de las urbes.

Alimentación. Como consecuencia de los desperdicios humanos, algunas aves, especialmente aquellas cuya alimentación es omnívora, encuentran una fuente segura de alimento, incluso en el duro invierno. El aumento de pequeñas zonas ajardinadas dentro de las urbanizaciones, proporciona también un buen lugar donde localizar insectos y lombrices a las aves cuya dieta se compone de este tipo de alimentación. También es regular la existencia de agua en muchos puntos de las poblaciones (fuentes, estanques, riegos, etc.), sin que se vea afectada por los períodos estacionales.

Seguridad. La caza, en cualquiera de sus modalidades, está prohibida dentro de los núcleos urbanos. La presencia de depredadores naturales es mucho más reducida, si bien se pueden encontrar con otros a los que están menos acostumbrados como perros, gatos y ratas. De todas maneras, ciertas especies de pequeñas aves rapaces pueden acceder o, incluso, anidar en el centro de las ciudades. En el caso de Alicante se pueden encontrar a ejemplares de cernícalo vulgar, mochuelo común o lechuza común en su casco urbano, incluso nidificando.

Insecticidas. Las cantidades de plaguicidas e insecticidas vertidas en las ciudades son mínimas, al contrario que en muchas zonas agrícolas. Esto permite que, por un lado, existan más pequeños invertebrados de los que alimentarse y por otro, una notable reducción en los niveles de sustancias tóxicas disponibles en los alimentos, que al ser ingeridos podrían provocar serios trastornos, pérdidas de puestas de huevos o la muerte de las aves.

Alicante desde el Castillo de Santa Bárbara
(Foto Elías Gomis)

Todas estas “comodidades” hacen más apetecible la vida en contacto con los seres humanos que en un medio más salvaje. Esta situación ha hecho que, por ejemplo, el mirlo común (Turdus merula) o merla comuna, que podemos observar en nuestras ciudades, haya sufrido una notable adaptación a nuestra presencia, mostrándose más tranquilo y a menor distancia que sus congéneres que viven en campos y áreas no urbanas.

Se cree que el mirlo común lleva viviendo en las ciudades desde hace tan sólo unos 150 años y su tolerancia a la presencia humana, demuestra el cambio en el comportamiento en función de preferir esto y poder disfrutar de las comodidades que hemos citado.

Pero el que sin duda ha sufrido (o disfrutado) de una mayor adaptación es el gorrión común (Passer domesticus), teuladí en valenciano, que convive con los seres humanos desde hace unos 10.000 años. Fijémonos en el significado del nombre científico: passer es traducible como pájaro y domesticus lo hace como doméstico. Esta ave ha conseguido tal nivel de dependencia de la actividad humana que resulta muy raro verla alejada de núcleos de población. Su dieta omnívora, la ubicación de sus nidos en cualquier pequeño agujero en las construcciones y el no exigir a sus congéneres un excesivo celo en el respeto a los territorios, ha permitido que, de alguna manera, sea un huésped permanente en nuestras ciudades. Todas estas cualidades son las que presentan, en mayor o menor medida, el resto de las aves urbanas.

LAS CONSTRUCCIONES HUMANAS Y LAS AVES

Las construcciones humanas tienen diversas opciones para la presencia de las aves. Dependiendo de las características de los edificios que componen las diversas barriadas de la ciudad es posible, incluso, distinguir ciertos barrios también para las aves. Algunos tipos de construcciones ofrecen numerosas opciones para la reproducción de distintas especies. Otras, las más modernas, a veces verdaderos cubos de hormigón y acero, presentan pocos espacios aprovechables.

Dos modelos arquitectónicos: en el edificio acristalado y homogéneo
se refleja una construcción más antigua (Foto: Elías Gomis)



Así, los edificios cuyas fachadas están totalmente acristaladas y que además no disponen de aleros ni tejados, carecen de lugares para instalar los nidos. Sin embargo, los más antiguos y las construcciones históricas tienen un gran valor para muchas especies. Los huecos y grietas son utilizados por especies como el gorrión común, el estornino negro (Sturnus unicolor) conocido como estornell en valenciano, o las palomas domésticas (o cimarronas) así como algunas pequeñas rapaces, esntre las que se encuentran el cernícalo vulgar (Falco tinunnculus), el cernícalo primilla (Falco naumanni), xoriguer y xoriguer petit en nuestra lengua vernácula o la lechuza común (Tyto alba), òliba. Los aleros y huecos de los tejados son aprovechados por vencejos comunes (Apus apus), falcias, y aviones comunes (Delichon urbica), oroneta de cuablanca.

En otros lugares, sobre torres o campanarios podemos encontrar la típica estampa de la cigüeña común (Ciconia ciconia) construyendo sus grandes nidos. En Alicante esta especie se puede ver ocasionalmente durante la migración.

PARQUES Y JARDINES

Otro factor determinante en lo que se refiere a la presencia de ciertas especies en las ciudades es la función que desempeñan los parques y jardines. Podemos destacar entre estas funciones el hecho de que las plantas y árboles ofrecen refugio a aquellas especies más reacias a las construcciones humanas. Igualmente, la presencia de agua es más constante lo que permite la presencia de algunos patos, abundan más los insectos y los restos de alimentos consumidos por los humanos. También ciertas especies vegetales pueden servir de alimento a algunas aves, especialmente en el invierno, incluso a algunas especies básicamente insectívoras.

Pareja de ánades reales volando en un
parque de La Condomina (Foto: Elías Gomis)


Sin embargo, son muy escasos los árboles grandes que puedan ofrecer huecos para la instalación de nidos que, además, suelen estar ocupados por el gorrión común. Las ratas o los gatos pueden acceder a ellos o alcanzar a ejemplares jóvenes inexpertos. Los paseantes y la celebración de actividades masivas al aire libre pueden afectarnegativamente al buen desarrollo de las tareas reproductivas que, generalmente, quedan limitadas a algunas especies que acostumbran a anidar en las zonas más altas de los árboles, como puede ser el caso del verdecillo común (Serinus serinus), nuestro popular gafarró.

Lo que si es más frecuente observar en los parques son aves migradoras e invernantes, que aprovechan durante breves espacios de tiempo las ventajas de estos lugares para descansar y alimentarse.

LAS SITUACIÓN GEOGRÁFICA DE LA CIUDAD Y SU ENTORNO

Evidentemente, la ubicación de la ciudad en su entorno también es un factor determinante en cuanto al número de especies y ejemplares que podamos encontrar. El hecho de que Alicante sea una ciudad costera implica la posibilidad de observar especies litorales y marinas, a veces en el centro de la ciudad y otras, en mayor cuantía, en sus playas y zonas portuarias.

Alicante desde el Cabo de la Huerta (Foto: Elías Gomis)


De esta manera podemos observar con mucha facilidad a la gaviota patiamarilla (Larus cachinnans/michahellis), el gavinot argentat que decimos en valenciano, en la dársena del puerto, en la orilla de la Playa del Postiguet o formando bandos (especialmente en invierno) sobre los edificios, con dirección hacia el mar o tierra adentro, en busca de alimentos en los vertederos próximos.

Esta especie está registrando un fuerte crecimiento en sus poblaciones debido a su facilidad para alimentarse de desperdicios en esos lugares y de hecho, desde hace unos pocos años, nidifica en el Monte Benacantil, donde la vemos volar de forma casi constante, incluso de noche.

Otras especies de láridos que podemos observar, aunque en zonas más alejadas de la ciudad pero en su entorno, son la gaviota reidora (Larus ridibundus) gavina vulgar, la gaviota sombría (Larus fuscus), gavinot fosc, y la gaviota de Audouin (Larus audouinii) o gavina corsa, ésta más frecuente en la costa como el Cabo de las Huertas o en Tabarca.

Gaviota patiamarilla, una de las más
abundantes en Alicante (Foto: Elías Gomis)

En invierno también podemos encontrarnos con otras especies como el correlimos común (Calidris alpina) y el correlimos menudo (Calidris minuta) territ menut, en tramos de costas más tranquilos. Podemos observar, en la misma estación, al cormorán grande (Phalacrocoraxcarbo) corba marina grossa, y en época estival al charrancitocomún (Sterna albifrons) mongeta, en la zona de El Palmeral y Agua Amarga, zambulléndose en un veloz picado para atrapar algún pez.

Si en la ciudad se cuenta con la presencia de cauces fluviales es posible encontrar especies de aves ligadas a este medio. Estas especies pueden aprovechar las zonas de vegetación de ribera (si existen) para refugiarse y nidificar, además de alimentarse allí. A estos lugares pueden acudir otras especies de aves no relacionadas directamente con las riberas pero que pueden aprovechar la mayor presencia de alimentos. Si el cauce es importante pueden observarse algunas especies de aves migradoras que aprovechan su trazado para internarse en la Península Ibérica, tras sus viajes anuales, en busca de los lugares de destino estival o invernal.

En la ciudad Alicante no existen cauces de ese tipo, siendo los únicos que disponen de un cierto caudal el Barranco de las Ovejas y el Barranco de Agua Amarga, donde podemos observar a la garceta común (Egretta garzetta) garseta blanca, o al martín pescadorAlcedo atthis), blauet, siempre que no haya sufrido molestias o que se disparen los niveles de contaminación de las aguas.

Martín pescador, ave de brillantes colores, frecuente en zonas
de aguas limpias (Foto: Elías Gomis)


Hemos de destacar la presencia de aves de medios litorales y de aguas interiores en los Saladares de Agua Amarga, al sur de la ciudad.

La presencia de tres pequeñas formaciones montañosas (Monte el Tossal, Monte Benacantil y la Serra Grossa) dentro del perímetro urbano ofrece, a pesar de sus escasas alturas (85, 166 y 173 metros, respectivamente) una variada presencia de aves que aprovechan sus cortados (naturales o artificiales) y zonas de pinares y otros tipos de vegetación. Aquí podemos encontrar especies como la collalba negra (Oenanthe leucura) còlbit negre, o el mochuelo común (Athene noctua) mussol, nuestra más frecuente rapaz nocturna.

En las áreas periféricas de las ciudades podemos encontrar especies de aves típicamente urbanas y otras que son de espacios menos humanizados. La presencia de antiguas zonas de cultivos (generalmente en abandono) permiten localizar especies como la abubilla (Upupa epops) puput, la curruca capirotada (Sylvia atricapilla) busquereta de casquet o la tarabilla común (Saxicola torquata) bitxac, todas eminentemente de zonas de campo y matorral.

Otra ave que es fácil observar en estos lugares es la golondrina común (Hirundo rustica) oroneta que, como el resto de las aves de alimentación insectívora, aprovechan la menor contaminación atmosférica de estos puntos para buscar alimento.

Bastante más difícil de encontrar y observar es la golondrina daúrica (Hirundo daurica), oroneta cua-rogenca mucho más habitual en zonas alejadas de las actividades humanas y próximas a cursos de agua.

Diversos miembros de la familia de los alaúdidos frecuentan la periferia urbana, desplazándose de los medios esteparios, su ambiente habitual.

AVES EXÓTICAS Y ESCAPADAS

Otras aves que podemos ver ocasionalmente en nuestras ciudades son ejemplares de avifauna exótica. Se trata siempre de ejemeplares escapados de jaulas o zoológicos, destacando especialmente loros y periquitos, como la cotorra de Kramer (Psittacula krameri). Se calcula que existen unas 10.000 de estas aves exóticas en Madrid y Barcelona. Muchas veces vuelven a ser capturadas (por otras personas diferentes a sus dueños) y continúan su encierro obligatorio. De todas formas, siempre resulta sorprendente observar o escuchar a estas aves en libertad dentro de nuestras ciudades.

Ciertas especies exóticas han logrado sobrevivir y reproducirse en libertad, apareciendo así un nuevo habitante en el censo ornitológico. Esto puede ser preocupante si su presencia en el medio natural altera el equilibrio ecológico, al desplazar a otras especies autóctonas y provocar su disminución de forma directa o indirecta. Como ejemplo, y aunque no se trata de una especie de ave urbana pero sí de la avifauna de los humedales de la provincia de Alicante, podemos citar la aparición de ejemplares escapados de parques de malvasía cariblanca (Oxyura jamaicensis) que se hibridan con la escasísima y autóctona malvasía común (Marmaronetta angustirostris) haciendo caer en picado las poblaciones originales, ya habitualmente muy mermadas.

En otras ocasiones la invasión es más lenta y de aspecto más natural. Así, la tórtola turca (Streptopelia decaocto), tórtora turca, ha ido colonizando Europa desde Asia. Podemos verlas en buen número en zonas como La Condomina o Vistahermosa.

Desde hace algo más de un año, varios ejemplares de cisne vulgar (Cygnus olor) se han ido adaptando a vivir en varios puntos de la provincia, escapados de algunos campos de golf. En la Playa de la Almadraba tenemos dos de ellos, bastante acostumbrados a comer de lo que le dejan las personas que allí van. Resulta muy curioso cómo comparten la playa con los bañistas.

Los cisnes de la Playa de la Almadraba
(Foto: Elías Gomis)


Pero, sin duda, también las ciudades pueden ofrecer inconvenientes y peligros para las aves, incluso, las más urbanas. La ciudad se puede volver más inhabitable para estas especies, planteando serios problemas a las aves.

Desde Alicante Vivo recomendamos ver el video-documental sobre la destrucción del Cabo de las Huertas (parte 1 y parte 2)

LA CIUDAD COMO PROBLEMA

El crecimiento de la ciudad crea unos mayores niveles de contaminación atmosférica que reduce la presencia de insectos, lo cual, a su vez, ocasiona la desaparición de las aves de dieta insectívora de las zonas más contaminadas, generalmente la zona centro de la ciudad. Estas aves se desplazan a los parques o la periferia, donde es más fácil conseguir alimentarse. A la contaminación hay que añadir que pueden crearse grandes distancias entre los lugares de cría y de alimentación.

Algunas aves como las golondrinas o los aviones necesitan barro para la construcción de sus nidos. Con la colocación de baldosas y asfalto en las calles de la ciudad, la obtención de ese material se complica, debiendo recurrir a parques y jardines o algún punto de las afueras donde poder encontrarlo.

Lechuza común atropellada en una carretera.
Son las otras víctimas del asfalto
(Foto: Elías Gomis)

Al gasto energético de estos desplazamientos hay que sumar el riesgo de colisión con cables y antenas, especialmente en días de escasa visibilidad. También los atropellos o choques con automóviles causan bajas, de mayor número en ejemplares jóvenes.

Otro problema es la restauración de edificios (muchas veces públicos y con dinero de las administraciones públicas) en épocas de cría de estas especies de aves urbanas, algunas de las cuales están protegidas por la Ley. Como ejemplo cercano, podemos citar el derribo, en 1987, de un edificio junto a la Torre de la Illeta, en El Campello, justo en el momento que varias decenas de nidos de vencejo común estaban ocupados por sus inquilinos. Si se hubiera hecho unos pocos meses antes o unos pocos después no habría afectado en absoluto a estas aves, que se encontrarían a varios miles de kilómetros, en África. Sin embargo, y por estúpidos intereses políticos (el Ayuntamiento de esa localidad se colocó a él mismo una etiqueta de “ecológico” por este derribo) el edificio fue dinamitado a pesar de las protestas de varias organizaciones ecologistas.

La urraca hace poco que ha llegado a la ciudad de Alicante. Se la puede
ver en zonas peroféricas como Rabasa o Vistahermosa (Foto: Elías Gomis)

También se crea un problema con la propia existencia de algunas aves urbanas en la ciudad. Ciertas especies han proliferado de forma tan desproporcionada que causan daños a edificios, monumentos, conducciones, etc. Las palomas y los estorninos están entre los principales autores de esos desperfectos que, en algunos casos, llegan a ser de una envergadura relevante, especialmente si afectan al patrimonio histórico o artístico. El control de estas aves es complicado, ya que al carecer prácticamente de depredadores, las poblaciones mantienen un ritmo de crecimiento continuo. Las medidas que se pueden tomar son de dudosa eficacia y de impacto negativo en la sensibilidad de los ciudadanos, si bien en ocasiones, los daños pueden en cierta manera justificar métodos expeditivos para reducir el número de ejemplares.

Para mantener y conservar a las aves urbanas, más beneficiosas que perjudiciales, en nuestras ciudades se podrían considerar algunas medidas que, también irían en beneficio directo o indirecto de los ciudadanos.

La creación de parques y zonas ajardinadas puede ser una de ellas. Además de permitir el esparcimiento de las personas, la reducción de la contaminación atmosférica y acústica, la realización de actividades y deportes al aire libre (lo que ya es más que suficiente como para justificar su implantación) permite a las aves encontrar las ventajas que habíamos citado anteriormente. Si se plantan especies vegetales diversas y de interés por sus frutos para las aves, podremos diversificar la presencia de especies.

La instalación de cajas-nido es de poca utilidad ya que suelen ocupadas por gorriones, a no ser que el modelo sea específico para alguna especie y que el gorrión no sea capaz de aprovecharla, lo que es bastante complejo. Si resultan más útiles la adecuación de zonas donde las aves puedan beber son seguridad. Dejar ciertos puntos en los parques, alejados del tránsito de personas, donde sea posible obtener barro es muy importante para aviones, golondrinas y vencejos.

Los comederos para aves deberían instalarse cuidadosamente ya que pueden atraer a los roedores. Además, el aporte continuo de alimento puede crear una dependencia excesiva del ave a ese lugar, creando un hábito nuevo y antinatural. Sin embargo también hay que tener en cuenta el valor educativo que pueden tener entre los visitantes al parque.

Los tendidos eléctricos cercanos a la ciudad deberían estar convenientemente preparados para evitar la colisión o electrocución de las aves que se desplazan en esas zonas, al igual que antenas, vallados, etc.

Un control de la periferia de la ciudad para evitar las actividades de individuos que, ilegalmente, pueden capturar aves y unas reglas de procedimiento ante la aparición de aves no comunes en la zona debía estar establecida en las funciones de las policías asignadas a la población.

Pero la actuación más interesante desde el punto de vista del conocimiento y conservación de las aves urbanas (y de las no urbanas y sus hábitats) es la educación ambiental.

Ésta puede orientarse a cualquier grupo de población pero, sin duda, resulta más interesante dirigirla hacia los más jóvenes.

Las posibilidades de actividades en este campo son muy extensas. Pueden tener una actitud más pasiva y permanente como la instalación de información sobre las aves más comunes en los parques de las ciudades o en otras de sus zonas frecuentadas por estos seres y paseantes como playas, grandes bulevares o áreas recreativas.

Otras pueden ser más activas y desarrollar actividades para acercar el mundo de las aves a los ciudadanos.

Mediante éstas se les puede iniciar en los conceptos básicos de la conservación y el estudio de las aves, a través del poder de atracción que poseen estos animales y, de ahí, a que comprendan la necesidad y la importancia de la defensa de la Naturaleza, comenzando por lo que nos es más cercano pero con un planteamiento global de esa actitud.

Para más información sobre aves en Alicante:
http://www.naturalicante.com/">www.naturalicante.com

 
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