Para Alicante Vivo – Jaime Pomares Bernad
Un buen amigo me ha solicitado que le escribiese algo sobre este título.
No es fácil hacerlo.
¿De qué vino desea que escriba? Hoy no existe ya vino en la Condomina, salvo alguna pequeña cantidad que algún aficionado lo obtenga, precisamente por eso: por afición, pero en tan exigue cantidad que no permite su comercialización.
Veamos:
Condomina, debe ser una corrupcion del latín "condominium", del que derivó "condominio", o sea, cosa de dos o varios. No es aventurado pensar que en época romana, el territorio que rodeaba a la ciudad de Lucentum, fuese propiedad del común, y que el mismo lo cediese para su aprovechamiento y cultivo a diversos ciudadanos.
¿Vino de la Condomina?
¿Cuál?
¿Cuáles?
Los íberos, que tenían una ciudad en lo que hoy se denomina Cerro de las Balsas, tendrían vino; y más tarde los romanos, que fundaron Lucentum, igualmente disfrutarían de él; y lo lógico, dado lo difícil de los transportes en aquellas épocas (por tierra imposibles y por mar, caros y aventurados) es que tanto íberos y romanos, lo produjesen en tieras cercanas.
La llegada de los musulmanes, encontraría más de un viñedo en producción. Y como sus preceptos coránicos les prohibían beber vino, solucionaron el asunto produciendo pasas, cocer mosto, y obtener arrope, que en árabe se denomina "arrub"...; y también, por qué no, de paso algún que otro golpetazo se trasegarían.
La conquista cristiana encontró las viñas, y como entre otras cosas, el vino era necesario para consagrar (y más al no haber prohibición), para su deleite, festejos, etc..., el vino de Alicante (del que buena parte procedía de La Condomina), llegó a ser el más famoso y caro del mundo conocido.
Había también vino blanco, que se bebía en Alicante y por los moradores del entorno (el término municipal comprendía El Campello, Muchamiel y San Juan). Y no estaba mal, pues hasta 1709 el fuero de Alicante, que exoneraba a los alicantinos de pagar impuestos sobre el vino, les protegía de competencias desleales de calidad y precio al estar absolutamente prohibido en Alicante la entrada de vinos de fuera, y mucho menos todavía embarcarlos.
Llegó Felipe V, abolió los fueros, prohibió el valenciano, le pegó fuego a Xátiva, etc...; pero nuestros vinos, los de La Condomina, se mantuvieron. Y no era sólo el vino de Alicante, famoso mundialmente, ni tampoco el blanco de consumo diario y común, tal vez por aquello de que aguar un vino blanco es algo imposible.
Había también el famoso Aloque, rancio, seco, y algo abocado; también Malvasia y Moscatel, o sea que La Condomina más bien lo que tenía era vinos, pero circuscribiéndonos a tiempos no muy lejanos, digamos hasta los años 50 del siglo pasado, lo que quedó después del desastre de la filoxera, fue practicamente el Vino de La Condomina.
¿Cómo era?
Tal vez lo recuerden los que hoy superan los 70 años de edad. Era un vino recio, tinto, de hombres. Nada de vino joven, ni de Beaujolais noveu; para ser típico de La Condomina debía tener como mínimo un año bien cumplido, y si tenía dos, todavía mejor. Las uvas, monastrell, garnacha tintorera y algo de valensí negre. Nada pues de bobal, tempranillo, ni otras uvas por el estilo.
Y como los fermentos del terreno se empeñaban en no morirse hasta que el mosto en fermentación había superado los 15º y aún los 16ª, y como el viticultor cumpliendo un antiguo y heredado procedimiento artesanal, lo guardaba en grandes toneles, que al que menos tenía 100 años, ocurría aquí durante este uno o dos años en tonel, lo que muy pocos conocen: el vino perdía agua por evaporación, pero como el alcohol no evapore, a la hora de traseger para su venta tenía cerca de 18º naturales.
Era este vino al que exigían los jornaleros en el mercado de San Juan; el proporcionarles 2 litros por cabeza y jornada, aparte del jornal pactado, era algo sagrado.
¡Hay del que no ahorrase unas pesetas o suministrar otros vinos que no eran el de La Condomina!
A la vez próxima podía encontrarse que nadie quería ir con él.
¡Hay... Estos vinos ya no volverán!
Era vino, vino, alimento, reconstituyente y medicina, todo a la vez. Pero era para hombres, y lo extraño del caso, era que no eran nada cabezones.
¡Estos tiempos. El vino de La Condomina, no volverán!
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