Oímos unos tiros detrás de uno de los barracones y nos estremecemos sabiendo lo que significan. A cuatro pasos de nosotros, Mariano Viñuales y Máximo Franco (…) se estrechan la mano izquierda mientras levantan las pistolas a la altura de su sien.
-¡Nuestra última protesta contra el fascismo…!
Suenan a un tiempo los dos disparos. Un instante permanecen en pie ambos. Luego se hunden verticalmente como si les hubiera fallado a un tiempo músculos y huesos (…)
Un momento los contemplamos en silencio. Luego echamos a andar lentamente hacia la salida. Frente a mí, veo a los soldados que nos aguardan. Pienso en las ilusiones desvanecidas, en el ejemplo de cuantos cayeron en el largo camino. Alguien murmura a mi lado:
-Pronto envidiaremos a los muertos.
Asiento sin palabras.
Es el primero de abril de 1939.
¡La guerra ha terminado!
Suenan a un tiempo los dos disparos. Un instante permanecen en pie ambos. Luego se hunden verticalmente como si les hubiera fallado a un tiempo músculos y huesos (…)
Un momento los contemplamos en silencio. Luego echamos a andar lentamente hacia la salida. Frente a mí, veo a los soldados que nos aguardan. Pienso en las ilusiones desvanecidas, en el ejemplo de cuantos cayeron en el largo camino. Alguien murmura a mi lado:
-Pronto envidiaremos a los muertos.
Asiento sin palabras.
Es el primero de abril de 1939.
¡La guerra ha terminado!
(EDUARDO DE GUZMÁN. "LA MUERTE DE LA ESPERANZA")
Mientras me cogía las manos, me contaba esa mujer, con lágrimas en los ojos, cómo con siete años hicieron el trayecto desde el puerto de Alicante hasta el campo de los almendros. Y sólo sentía miedo. Ví como, a los presos que como yo habían subido hasta allí, les obligaban con golpes y apuntándoles con las pistolas a levantar las alambradas de espinos.
Y sólo sentía miedo, luego vino el hambre y la sed.
Nos comíamos las almendras verdes y cuando éstas se acabaron, las hojas de los almendros. Éramos muchos, no sé, miles. El agua de los pozos que quedaron dentro del campo se agotó pronto. Entonces empezaron a venir de vez en cuando algunos niños con cubos de agua y nos la daban a través de las alambradas. ¿Por qué ellos estaban fuera y nosotros dentro?, le preguntaba a mis padres. No lo entendía.
Oí el llanto de un niño recién nacido, luego me dijeron que una de las presas había parido un niño.
Y mientras me cogía las manos, me daba las gracias a mi y a todos los que estábamos ese domingo plantando un pequeño almendro en flor, en memoria de todo lo que allí sufrieron. Y me preguntó: ¿por qué han tenido que ser los nietos de los que estuvimos aquí los que nos han podido recordar?.Nunca, querida amiga, nunca se os ha olvidado.
Soy yo el que ahora busco las manos de esta mujer, casi con lágrimas en mis ojos, para pedirle perdón por no ser capaz de más. Por vivir en la misma tierra que éstos que asesinan no sólo un almendro, sino la misma razón, el derecho último al recuerdo, a la dignidad y niegan, así, cualquier acto de diálogo, cualquier supuración de heridas.
Pedimos diálogo desde hace mucho tiempo y ésta es su respuesta.
Hoy, dos días después de plantar ese simbólico almendro y junto a la herida abierta en la tierra por el asesinato de la razón, no he podido soportar la vergüenza y la pena.
Y he llorado.
Y he llorado.
Los que alientan estas acciones deberían pensar muy seriamente cuál es el futuro que nos espera; los que se encogen de hombros ante estos actos, deberían estar atentos a este resurgimiento del neo-fascismo, a esta falta de respeto a la dignidad humana. Quien sabe, quizás, si el Grupo Municipal del PP en Alicante hubiera apoyado la construcción del Memorial del Campo de los Almendros contestando a ese diálogo que reclamamos se hubieran evitado, quizás, actos como estos.
Sinceramente, no creo que esto beneficie al Partido Popular en vísperas de una campaña electoral. Lo que si tengo claro es que esto no beneficia a nadie y mucho menos a la ciudad de Alicante.
Traigo aquí y ahora un informe redactado en San Juan, el 3 de abril de 1939 y que forma parte de la documentación de la Fundación Max Aub, 22[3.7] (Lafuente Caja 22):
"Tengo la inexcusable necesidad de hacer llegar al conocimiento de S.E. que el actual campo en que están concentrados los prisioneros rojos, o parte de ellos, procedentes del Puerto y de la Ciudad de Alicante, es absolutamente inadecuado, lo mismo desde el punto de vista de la seguridad que de la higiene. No quisiera que S.E. supusiera que esta afirmación entraña la menor lástima haci los que fueron hasta hace unas horas nuestros enemigos, pero el perímetro del lugar escogido necesitaría muchas más fuerzas de las que dispongo para impedir con eficacia evasiones, sobre todo nocturnas."
"Por otra parte, la proximidad inmediata a la carretera aumenta las posibilidades de fuga y el que los internados reciban ayuda desde fuera. Las dos últimas noches hemos tenido que disparar sobre no pocos que intentaban escaparse y aunque las ametralladoras y patrullas estaban dispuestas según las ordenanzas, no pudimos hacer uso normal de nuestras armas por miedo de que algunas balas perdidas fuesen a herir a otros pelotones situados del otro lado del campo. Anádase la falta absoluta de agua que nos obliga a traerla en tanques, que tenemos en número insuficiente. Podría añadir que el cuerpo de mando es inadecuado y algunas otras deficiencias, pero me parece que basta con lo anterior para que S.E. tome las medidas pertinentes"
No puede negarse la evidencia, ni esperarse a que Dios quiera hacer un Memorial en el Campo de los Almendros."...Pero hay un rayo de sol en la lucha que siempre deja la sombra vencida"
Miguel Hernández
Daniel Moya y Juan José Amores