19 enero 2008

CASA MODERNISTA DE NOVELDA

Esta joya de edificio modernista es, sin duda, el sueño de una mujer: la de una noveldense, doña Antonia Navarro, una rica mujer, además progresista, vanguardista, feminista y formada culturalmente.

Se casó en 1866 y tuvo dos hijas y un varón, que murió joven. Enviudó a los ocho años de matrimonio, tenía 28 años y no se volvió a casar más. Viajó por Barcelona, Viena, París, donde debió ver la Exposición Universal.
La vida de esta señora debería ser recordada en próximos catálogos Novelda. Existe un estudio de La casa modernista como espacio doméstico de Dora Nicolás Gómez de la Universidad de Murcia. Este trabajo adjunta una importante bibliografía sobre este estilo arquitectónico en el Levante español. En este estudio se cuenta el idilio arquitectónico modernistas entre la dama noveldense, como cliente-mecenas, y el gran arquitecto murciano don Pedro Cardán Martínez (1862-1947), que era el más famoso de aquella época, autor de numerosos edificios en Murcia.
Pero no hemos de olvidarlos que quien construyó la casa, quien puso los ladrillos y el trabajo, fue el maestro de obras Ceferino Escolano, natural de Novelda, que trabajó para la familia Navarro y no tienen una calle con su nombre en esta ciudad, porque los trabajadores sin títulos universitarios lo tienen muy crudo para el callejero, salvo que hayan muerto como héroes en alguna batalla.

Se iniciaron los trabajos en 1900 y se finalizaron en 1903. Hoy es propiedad de la Caja de Ahorros del Mediterráneo que la adquirió en 1975. Se compone planta baja y dos pisos, patio con columnas de mármol..., pero estos detalles se pueden leer en cualquier catálogo, a mí me interesa contar mi experiencia.
Al entrar en la casa, que es como una casa grande de muñecas, las almas pobres se llenan de asombro, se admiran de su exquisita decoración y grandeza artística singular y rescatada del sueño del tiempo. En la planta baja y, bajo una suntuosa escalera de forjadas barandillas, se encuentra una maqueta del Santuario de Santa María Magdalena, pero no una maqueta cualquiera, sino una gran maqueta a escala con minuciosos detalles. En el centro, mirando arriba se abre un tragaluz con balconada, ventanal interior de madera de cedro y caoba. Los salones se decoran con la exquisitez de unos artistas que supieron captar la sensible belleza de la época modernismo y el gusto de una mujer. En el patio interior, cubierto de claraboya, que no es de grandes dimensiones como los claustros de los monasterios, aparecen rodeado de columnas de mármol blanco, tiene un zócalo de azulejos con estampas noveldenses de primeros de siglo, algunos repetidos como muestro en el reportaje fotográfico. Un tronco de hiedra retorcido como el vergajo de un toro, sube como un chorro de fuego vegetal entre las columnas vírgenes. Di un rápido repaso a la casa, porque la verdad es que esta casa-museo tiene mucho que ver y admirar para asombrarnos. Subí al primer piso por unas escaleras en espiral, redondas formas, con las paredes ilustradas con grecas y cenefas pintadas de flores y ornamentos modernistas. Esta redondez le da más amplitud a la casa.

Como no soy arquitecto, no me voy a meter en términos de “Art Nouveau” o arte nuevo, porque en realidad las vanguardias son una evolución contra las formas clásicas del romanticismo.
En esta casa se guarda el legado de Jorge Juan, que fue adquirida por la CAM en 1996, epistolario, cartas, anotaciones científicas…

 
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