Antes llamado "Explanada del Varadero", el Paseo de Canalejas surgió al ordenar y delimitar el espacio resultante tras la demolición del baluarte de San Carlos, que se utilizaba para acumular mercancías del puerto y, sobre todo, los barriles de vino que por miles salían vía marítima.
Fotografía de Thomas, a primeros de 1911. Aún se llamaba "Explanada del Varadero" ya que no sería asesinado José Canalejas (se puso ese nombre en su honor) hasta el año siguiente. Los árboles, recien plantados, dejan ver el Real Club de Regatas en fase de terminación. Aún no está instalado el famoso monumento.
1920. Resalta el monumento de Bañuls, dedicado al ilustre político, que tantas cosas hizo por la ampliación y consolidación de nuestro puerto.
Antes llamada "Casa de la Torre", la primera vivienda del lugar fue la Casa Alberola. Aquí la vemos en todo su esplendor, no mutilada y tapada como ahora. Fue construída a primeros del siglo XX, cuando las palmeras y los árboles aún eran retoños sin crecer. Se aprecia la armonia de la linea de fachada de los dos edificios siguientes, que se derribaron en los años 60 para construir la Torre de los Flores, familia de constructores que aún viven allí. Fueron los primeros pisos en Alicante que alcanzaron un precio de venta de un millón de pesetas.
En aquellos años, tuvo que ser un placer caminar por el parque: los árboles aún no tapaban la luz del sol y se notaba la presencia del Benacantill, con el Castillo de Santa Bárbara abrazando la ciudad.
Puede apreciarse que la foto está tomada en el lateral izquierdo, detrás del dispensario médico y de la Lonja de Pescado. Los árboles ya han crecido. Estamos en los años iniciales de la tercera década del siglo XX.
Frente al paseo, el Real Club de Regatas reinicia otra vez su destino errante sobre el borde del puerto y espera superar su tesonera misión de mantener vivos los usos de la navegación deportiva en nuestra ciudad.
Y sobre el ángulo del muelle de costa, el gran monumento dedicado por Bañuls, al que fuera presidente del Consejo de Ministros y prócer benefactor de esta provincia en materia de ingeniería y obras públicas.
Antes de hablar un poco más de su trágico final, una curiosidad por cortesía de nuestro compañero Alfredo Campello: la Plaza de los Luceros fue conocida, brevemente, como Plaza de Canalejas
Y sobre el ángulo del muelle de costa, el gran monumento dedicado por Bañuls, al que fuera presidente del Consejo de Ministros y prócer benefactor de esta provincia en materia de ingeniería y obras públicas.
Antes de hablar un poco más de su trágico final, una curiosidad por cortesía de nuestro compañero Alfredo Campello: la Plaza de los Luceros fue conocida, brevemente, como Plaza de Canalejas
Pero... ¿qué ocurrió exactamente con José Canalejas Méndez?
Hombre asequible y dialogante de 58 años, político liberal, defensor de la democracia, a la sazón presidente del Consejo de Ministros; gran orador, escritor y jurisconsulto, se dirigía en la mañana del 12 de noviembre de 1912, desde su casa hasta el Ministerio de la Gobernación, dando un agradable paseo. No le dejaron terminarlo: a las 11.25 caía asesinado.
Canalejas, gran amante de los libros, vio que se le echaba encima un individuo alto, barbilampiño, con un bigote escaso, vestido con un traje oscuro y una pelliza –también oscura–; llevaba en la mano un revólver. Antes de que pudiera hacer nada por evitarlo, el individuo aquel le disparó dos veces en la cabeza, a menos de treinta centímetros.
Una de las balas penetró por debajo del oído derecho –varios granos de pólvora quedaron incrustados en la carne–, atravesó el bulbo raquídeo y salió por el oído izquierdo. Canalejas se echó las manos a la cara y cayó al suelo, agonizante.
Quienes recogieron a Canalejas del suelo apreciaron que éste estaba inconsciente, y que brotaba abundante sangre de dos agujeros abiertos en su cabeza. Lo trasladaron, envuelto en una manta, al Ministerio de la Gobernación. Allí falleció, pocos minutos después; en concreto, a las 11.35, según se refería en las crónicas periodísticas.
Canalejas, gran amante de los libros, vio que se le echaba encima un individuo alto, barbilampiño, con un bigote escaso, vestido con un traje oscuro y una pelliza –también oscura–; llevaba en la mano un revólver. Antes de que pudiera hacer nada por evitarlo, el individuo aquel le disparó dos veces en la cabeza, a menos de treinta centímetros.
Una de las balas penetró por debajo del oído derecho –varios granos de pólvora quedaron incrustados en la carne–, atravesó el bulbo raquídeo y salió por el oído izquierdo. Canalejas se echó las manos a la cara y cayó al suelo, agonizante.
Quienes recogieron a Canalejas del suelo apreciaron que éste estaba inconsciente, y que brotaba abundante sangre de dos agujeros abiertos en su cabeza. Lo trasladaron, envuelto en una manta, al Ministerio de la Gobernación. Allí falleció, pocos minutos después; en concreto, a las 11.35, según se refería en las crónicas periodísticas.
Aquí os dejamos unas fotografías actuales del monumento levantado en honor a este gran hombre.
Para terminar, me gustaría ofreceros unas cuantas fotografías actuales del Parque de Canalejas. Un parque que, promesas electorales falsas a un lado, debería ser remodelado inmediatamente.