(Antoñete Gálvez)
Se cerraron las puertas de la ciudad y fue izada la bandera republicana roja.
Así se iniciaba una curiosa aventura de supuesto interés político que no sólo salpicaría a Alicante, sino que la envolvería en el dramatismo de unas lamentables jornadas en las que la parte más afectada sería la población civil.
Vayamos con la historia.
Declarada Cartagena "cantón independiente", llegaron a sus aguas las fragatas acorazadas “Victoria”, “Numancia”, “Tetuán” y la “Méndez Núñez”; la de madera “Almansa”; y los vapores de ruedas “Blasco de Garay” y “Fernando el Católico”.
Eran los buques más importantes de la Armada española.
Las crónicas de le época aseguran que tuvieron un verano muy calentito aquellos treinta y tantos mil alicantinos residentes en la capital.
En marcha el movimiento cantonal, sus dirigentes enviaron parte de su flota a distintas direcciones del litoral mediterráneo. Iniciada la sublevación el día 12 de julio, se anunció el desplazamiento hacia Alicante de la fragata “Victoria”, enterado de lo cual el gobernador civil Morlius, “adoptó la extraña resolución de abandonar Alicante, trasladándose a San Vicente”, lo que provocó las naturales criticas de la población.
En consecuencia, la “ciudad quedó a partir de entonces confiada a la única defensa de sus naturales, sin que por ello les amilanara el mal augurio que traía con su rumbo la fragata, ni las defecciones de las autoridades”.
A las cuatro y media de la tarde del domingo 20 de julio de 1873, fondeó en nuestra bahía la fragata “Victoria”, que venía capitaneada por Antoñete Gálvez.
“Vestía chaqueta larga y llevaba un quepis con tres galones de oro y un bastón de manto”.
Antoñete se encaminó al Gobierno Civil para visitar a don Juan Más, presidente de la Diputación y gobernador civil accidental. El “general” hizo saber a Mas sus intenciones: que Alicante le entreguara de 15 a 20.000 duros por “contribución de guerra” o bombardearía la población.
Pese a las severas amenazas a las autoridades, éstas no cedieron. Los cantonales resolvieron marcharse, llevándose al vapor “Vigilante”, que se hallaba en nuestro puerto, y que decidió entregarse en vista de las amenazas recibidas. Como sea que la “Victoria” arbolaba pabellón rojo (que no estaba reconocido por ninguna Marina militar) esto dio lugar a que, al “cruzarse en nuestras aguas con la fragata alemana “Federico Carlos”, calara ésta masteleros y abriera portalones como aprestándose a combatir”, pero los de la “Victoria” fueron prudentes y sustituyeron rápidamente su bandera cantonal por la tricolor de la República.
No era fácil que la calma volviera a Alicante.
Pesaba en el ambiente la amenaza de Galvez (dinero, o bombardeo) y los rumores se decantaron en dos posturas: que las personas timoratas aumentaron la emigración dejando casi desierta la ciudad, y “justa indignación que hirió todos los ánimos varoniles; varios grupos de hombres resueltos a todo, consiguieron que prevaleciese en el pueblo la idea de rechazar a viva fuerza toda imposición humillante”.
Pasadas las angustiosas horas “sin dejar ninguna huella lamentable, a excepción de la muerte de una señora que se hallaba encinta, y que al oir el cañonazo de eleva que disparó la “Victoria” a las diez de la noche del domingo, se sobrecogío de tal suerte, que falleció repentinamente” seguia en aguas alicantinas la corbeta de guerra prusiana “Federico Carlos” cuya presencia tranquilizó a los escasos vecinos.
Este barco, era el tercero de la Armada alemana. Desplazaba 4.040 toneladas y tenía una fuerza de 950 caballos; llevaba 16 cañones de enorme calibre, y 500 hombres de tripulación.
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info: Alicante de la A a la Z. Fernando Gil Sánchez