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Desde las primeras sesiones en el Café del Comercio alicantino, Teatro Principal y los vetustos barracones, al tiempo donde la Censura fue la reina.
Y nuestro maravillosos doblaje, fruto también de la política censora. Del cine folklórico con peineta y castañuela, el de “santos” y el oficial del régimen.
La Iglesia tenía su calificación moral: mayores con reparos y “gravemente peligrosa”. Y es que las películas se prohibía como tantas otras cosas. No se prohibían los altramuces liados en un cucurucho de papel o las pipas en aquellos matinales a 50 céntimos para ver al héroe de turno. Y las largas colas de la época dorada, donde incluso te tocaba ver la película de pie y no se rechistaba. Se era menos exigente. Era el ocio por antonomasia, con posterior paseo por el tontódromo de turno.
Durante los cincuenta y los sesenta, Alicante y su provincia fue plató de rodaje de películas nacionales y extranjeras. Westerns, películas de aventuras con galeotes, de “romanos”, de “santos”, con mitos nacionales, con niños prodigio... y con actores de talla mundial. Hasta producidas por Bronston.
Y que nuestra tierra ha sido cuna de actores y directores. Por otra parte, actrices, actores y productores tenían nuestra provincia como lugar de descanso. Y los cines de verano, y la plaza de toros –cine con bocata de tortilla y gaseosa-. Y aquellos cines de dos mil butacas de madera y suelo de cemento. Y los días en que no había cine. Aquellos jueves, viernes y sábado santos en donde los vestíbulos se convertían en improvisadas exposiciones de los próximos estrenos, y sobre todo , del estreno por excelencia, el del domingo de Resurrección. En Alicante tampoco teníamos cine el 20 de noviembre, aniversario de la muerte de José Antonio Primo de Rivera.
Aquellos cartelones pintados a mano por Borja en las marquesinas de los cines. Y sobre todo, las maravillosas obras de arte de cartelería en las columnas del Teatro Principal. Los afiches o pasquines (hoy, posters) pegados con engrudo por las calles. Y los folletos de mano que algunos coleccionábamos y comenzamos así a amar el cine. O las pizarras negras con letras blancas o amarillas anunciando las películas. Y las taquilleras en sus gateras, siempre con el ceño fruncido. Y la fila de los “mancos”. Y los dos asientos reservados para la autoridad en la última fila. Y los olores de nuestros cines. Y sus calores, cuando ni siquiera había armatostes de refrigeración..
Nuestras queridas salas con sus cantinas y sus cafeterías, color a café, gaseosa o refresco. Y aquellas señoras de los aseos. Son ya recuerdos.
El cine, como parte indiscutible de la historia de Alicante. El cine como edificio arquitectónico emblemáticos. Y que hemos sido los alicantinos y alicantinas, cada uno en su lugar, los que hemos hecho posible en nuestra tierra que esa magia, ese invento llamado cinematógrafo, fuera adelante. Hemos nacido, crecido y vivido en ese mundo de ilusiones, ficticio y maravillosos a la vez. Y en unas épocas queríamos vivir esas irrealidades. No queríamos despertar de ese sueño y nos refugiábamos en las salas oscuras. Y es que la realidad era mucho más dura que la ficción. El cine era evasión. Pera faltaba poco para despertar, muy poco. Muy pronto se pondrían el Fin a todo una época a muchos niveles.
info:Francisco Huesca.
"Memoria Gráfica de Alicante y Comarca"
Véase también el artículo "El cine en Alicante"
Películas disponibles en el fondo Videográfico del Colectivo Alicante Vivo:
Drácula contra Frankenstein, Jesús Franco, 1972
Molokai
99 Mujeres, Jesús Franco
El regreso de los siete Magníficos, 1966
La luz del fin del mundo, 1971
Day of the driffits
El hijo del Capital Blood
Currito de la Cruz
Búsqueme a esa chica
Noches de Casablanca
Un beso en el puerto
El último viaje
El torero
Para obtener una copia para su visualización ponerse en contacto con el Colectivo Alicante Vivo (Daniel).