A Alicante le harían falta más de tres reyes magos, por muy reyes y muy magos que fueran, para conseguir que desde el pesebre nuestro alcalde ad perpetuam reniege de la disciplina del voto del PP a favor de la construcción de los colegios de Benalúa y el Pedro Duque, con lo cual a nuestros niños, los Reyes Magos no les traerán un colegio nuevo, sino el carbón de unos barracones para un curso más, al menos.
Mientras tanto la ciudad de Alicante vuelve a los apagones, a la vergüenza nacional de tener una Ciudad de la Luz mientras los usuarios con velas charlan, cantan, como antaño, villancicos raspando el vidrio de una botella de anís del Mono, hasta que al menos vuelva la luz y podamos, de nuevo, ser una ciudad. Sin ser experto en nada, me pregunto yo a mí mismo si realmente el crecimiento urbanístico de esta ciudad está planificado. Propongo por tanto y en justo razonamiento que se eleve a Santa Lucía a copatrona de la ciudad, que creyendo que ya no hay remedio para la misma, quizás esta copatrona describa mejor la situación de la ciudad.
En cualquier caso, Alicante tiene lo que ha querido, con su voto, o al menos, voto lo que le habían dicho que iba a ser esta ciudad. Es hora ya de saber que Alicante ha sido engañada, vapuleada y avergonzada.
A la vista de lo sucedido en el Parlament sólo queda preguntarse cuáles son las prioridades de Alperi.
Un pueblo que no cuida la educación de sus hijos está abocado , sin remedio, a la más absoluta ignorancia y , lo que es peor, a asumir que esto no tiene remedio.