07 diciembre 2007

LA PEÑA DE LOS AMIGOS DEL TANGO DE ALICANTE

Si hay algún rincón recoleto en la ciudad para escuchar música los sábados por la noche ese es la peña de los amigos del Tango, o lo que todos llaman la peña el tango. Que podéis encontrar anunciada su entrada en la calle San Carlos de Alicante, ya de espaldas a la tabacalera, en uno de sus chaflanes.

Nacida en 1962 es todo un homenaje a Carlos Gardel y al tango. Yo la conocí hace ya 25 años y prácticamente no ha cambiado nada, su entrada con una pequeña barra de bar donde parece que detrás no vamos a encontrar nada y una mínima puerta de aluminio de las de antes. Entramos en un universo nuevo, como si cayéramos dentro de Buenos Aires, con sus carteles del cantante nacido en Toulouse y porteño de adopción, su escenario imitando una concha hecho de cartón piedra, sus cantores… todo al frente del mismo presidente de siempre, engolado y vestido elegantemente, con sus sortijas de oro y su puro, pidiendo silencio cuando el murmullo pasa por encima de las voces.

Arranca siempre y desde entonces con el trío Costablanca (Ya estaban en el Piache de la calle Quintana en los años 70), con su música sudamericana y sus acordes con tres guitarras, para dar paso a los cantores y al arrabal, al Tango con mayúsculas. Ya no están ni un anciano que tocaba el bandoleón ni el maestro Federico, que tocaba el viejo piano que se ve en las fotos, ni el pibe que ya era octogenario en los 80, ni Antoñito el Guapango, la voz de Cristal (que siempre cantaba el pasodoble Alicante), el guapo de Benidorm… pero está nuestro constructor de Hogueras Pedro Soriano, al que a uno le eriza el cogote al oirlo cantar el tango Silencio en la noche (Cuentan que Gastón Castelló alguna vez también cantó aquí), o al alicantino Roberto del Plata, ya casi octogenario, que acaba sus intervenciones con Adiós Pampa mía dando la mano a todos los que disfrutan del espectáculo.



De aquí al sorteo y la subasta par financiar el mantenimiento de a peña. Una baraja que la gente compra carta a carta y las que sobran se pujan, para que una mano inocente (antiguamente la hija del presidente de la peña) sortee un par de botellas de sidra. Y de este descanso, más tangos y más música, hasta las tres de la mañana donde estas personas, publico, músicos y cantores abandonan con aires de melancolía este universo arrastrao , sonando en el interior de todos ellos el Adiós muchachos de César Felipe Verdani




Adiós muchachos, compañeros de mi vida,
barra querida de aquellos tiempos.
Me toca a mi hoy emprender la retirada,
debo alejarme de mi buena muchachada.
Adiós muchachos. Ya me voy y me resigno...
Contra el destino nadie la talla...
Se terminaron para mi todas las farras,
mi cuerpo enfermo no resiste más...


No esta de más la visita de los amantes de la música en vivo a la peña, para dar vida y calor a este pequeño reducto porteño en Alicante. Buena música y precios populares, y con un sabor que aunque tenga deje bonaerense tiene mucho de la terreta.

Rafael García (Plácido)

 
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