Según los académicos, una albufera es una ”laguna formada por el agua del mar en playas bajas”.
La Partida de la Albufera, como tal, ya aparece en unos documentos oficiales fechados en 1700, ofreciéndonos algunas de sus curiosas circunstancias. La más grave de ellas, era de carácter sanitario, pues las aguas allí retenidas “provocaban terribles males a la población”.
Más datos abalan la necesidad de reducir al mínimo, en cuanto ello sea posible, esta marisma: “cubrir y terraplenar, para evitar los contagios y muchas enfermedades que originan la detención de las aguas” (6 de marzo de 1704).
Sin embargo, el problema sigue vigente en 1710 pues se cita un “privilegio aprobando una ordenanza para que en la Albufereta no se pudiera amerar ni curar lino, cáñamo ni otras cosechas, para preservar la salud”.
Es evidente la preocupación de la ciudad por sanear el almarial donde crecía la barrilla, ya que servía para hacer la sosa. Alicante siempre ha tenido “amor patrio” hacia dicho producto, ya que se le denominada “barrilla de Alicante” y era el mejor del país.
Pero, como preocupaba y mucho la salud del vecindario, en 1729, fue convocada la junta de terratenientes para que se aportara dinero “para los gastos de la obra para evitar las enfermedades”. El 5 de abril del mismo año, se produjo una declaración de los peritos sobre “la necesidad de hacer un paredón para sostener y preservar el terraplén que se debía hacer para cegar la Albufereta”.
La Partida de la Albufera, como tal, ya aparece en unos documentos oficiales fechados en 1700, ofreciéndonos algunas de sus curiosas circunstancias. La más grave de ellas, era de carácter sanitario, pues las aguas allí retenidas “provocaban terribles males a la población”.
Más datos abalan la necesidad de reducir al mínimo, en cuanto ello sea posible, esta marisma: “cubrir y terraplenar, para evitar los contagios y muchas enfermedades que originan la detención de las aguas” (6 de marzo de 1704).
Sin embargo, el problema sigue vigente en 1710 pues se cita un “privilegio aprobando una ordenanza para que en la Albufereta no se pudiera amerar ni curar lino, cáñamo ni otras cosechas, para preservar la salud”.
Es evidente la preocupación de la ciudad por sanear el almarial donde crecía la barrilla, ya que servía para hacer la sosa. Alicante siempre ha tenido “amor patrio” hacia dicho producto, ya que se le denominada “barrilla de Alicante” y era el mejor del país.
Pero, como preocupaba y mucho la salud del vecindario, en 1729, fue convocada la junta de terratenientes para que se aportara dinero “para los gastos de la obra para evitar las enfermedades”. El 5 de abril del mismo año, se produjo una declaración de los peritos sobre “la necesidad de hacer un paredón para sostener y preservar el terraplén que se debía hacer para cegar la Albufereta”.
La obra se hizo, como lo demuestra una resolución capitular de 25 de septiembre de 1730 “para que los dueños de la tierra de la Albufereta pagaran lo que se había repartido para costear la obra”.
Desde siempre, la Albufereta ha estado prácticamente incomunicada de la capital. Como las plantaciones habían sido objeto de prohibición o eliminación, la Albufereta vivió prácticamente despoblada durante muchos lustros. Es natural, se trataba de un generoso joyero arqueológico por los restos del antiguo puerto interior y por los hallazgos relacionados con la antiquísima urbe que tuvo su asiento en el tossal (Lucentum).
Dicen las crónicas que a la Albufereta sólo se podía llegar por Vistahermosa, ya que el paso por la Sierra de San Julián (Grossa) estaba limitado a una senda incómoda y peligrosa. Cuando Francisco Figueras Pacheco, describe un viaje a la Albufereta, recuerda que “Hasta no ha muchos años no había en ella más que acantilados y derrumbaderos imponentes”. La carretera actual, dice, “Se abrió por entre la roca y el mar, a bastante altura sobre los peñascos donde rompen las olas”. “De una parte, la masa de la montaña cortada casi a plomo para darnos paso, parece gravitar sobre nosotros, de otra el mar que ruge en la hondura, a nuestra derecha, socava la costa que recorremos, orlándola de quiebras y peñascos.”.
El viajero actual todavía puede encontrar denominaciones antiquísimas no desaparecidas o perdidas. Desde el Tossal verá (o intuirá) dónde está el Mollet o Serra Grossa, la playa de la Almadraba, la Cala de los Judíos, la Cala Cantalares y la Cala Palmera. Pues dicen, justificándolo todo, que la sierra es gorda, que allí permaneció instalada durantes muchos años una almadraba y hubo una colonia de judíos expulsados y mucho cantos de piedra en la cala y palmeras en otras.
Esta zona de la Albufereta es, naturalmente, millonaria en alusiones y generosa en comentarios vertidos por Francisco Figueras Pacheco, que es autor del libro titulado “El antiguo puerto interior de la Albufereta de Alicante”. En él describe amplia y documentadamente lo que fue el antiguo puerto “este lodazal era una espaciosa laguna de agua dulce, rica en pesca, formada por las aguas de las corrientes próximas y de los manantiales que brotaban entonces en las raíces orientales de la sierra de San Julián”.
Dicen las crónicas que a la Albufereta sólo se podía llegar por Vistahermosa, ya que el paso por la Sierra de San Julián (Grossa) estaba limitado a una senda incómoda y peligrosa. Cuando Francisco Figueras Pacheco, describe un viaje a la Albufereta, recuerda que “Hasta no ha muchos años no había en ella más que acantilados y derrumbaderos imponentes”. La carretera actual, dice, “Se abrió por entre la roca y el mar, a bastante altura sobre los peñascos donde rompen las olas”. “De una parte, la masa de la montaña cortada casi a plomo para darnos paso, parece gravitar sobre nosotros, de otra el mar que ruge en la hondura, a nuestra derecha, socava la costa que recorremos, orlándola de quiebras y peñascos.”.
El viajero actual todavía puede encontrar denominaciones antiquísimas no desaparecidas o perdidas. Desde el Tossal verá (o intuirá) dónde está el Mollet o Serra Grossa, la playa de la Almadraba, la Cala de los Judíos, la Cala Cantalares y la Cala Palmera. Pues dicen, justificándolo todo, que la sierra es gorda, que allí permaneció instalada durantes muchos años una almadraba y hubo una colonia de judíos expulsados y mucho cantos de piedra en la cala y palmeras en otras.
Esta zona de la Albufereta es, naturalmente, millonaria en alusiones y generosa en comentarios vertidos por Francisco Figueras Pacheco, que es autor del libro titulado “El antiguo puerto interior de la Albufereta de Alicante”. En él describe amplia y documentadamente lo que fue el antiguo puerto “este lodazal era una espaciosa laguna de agua dulce, rica en pesca, formada por las aguas de las corrientes próximas y de los manantiales que brotaban entonces en las raíces orientales de la sierra de San Julián”.
Si quisiéramos saber algo más de la historia de la Albufera, habría que someter a esta zona a la acción de las modernas y eficaces máquinas excavadoras. Por desgracia, la evolución turística ha tapado, destruído o sepultado la mayor parte de su pasado.
Francisco Figueras Pacheco, se ocupó de resumir el amplio repertorio de sus investigaciones. “Los datos y observaciones reunidos prueban que la Albufereta no sólo fue un puerto en el sentido estricto del vocablo, sino tambíen que reunió todas las comodidades apetecibles, dentro de la limitación de su recinto: Manantiales próximos a la aguada, de los barcos; abrigo absoluto de vientos y temporales; defensa fácil en trances bélicos, por la guarnición de la contigua plaza fuerte; muelles permanentes de sólida cantera; anchura suficiente para las naves de la época; capacidad bastante para carga y descarga de ocho a diez embarcaciones a la vez; y ensenada exterior, segura y amplia, donde fondear las de eslora superior a la corriente y esperar turno las que no cupiesen en el recinto de los muelles. Lógico es tambien suponer que el tráfico marítimo aconsejó la construcción y reparación de los buques y nada tendría de extraño que el emplazamiento de los astilleros fuese en la orilla izquierda del fondo de la Albufereta. En síntesis: Un puerto importante. Como consecuencia final podemos deducir que la Albufereta reune, tanto por sus condiciones marineras de abrigo como por las dimensiones medidas, suficiente capacidad para que fuese utilizada sin inconveniente alguno tanto por las naves comerciales como por las militares de dimensiones normales”
Francisco Figueras Pacheco, se ocupó de resumir el amplio repertorio de sus investigaciones. “Los datos y observaciones reunidos prueban que la Albufereta no sólo fue un puerto en el sentido estricto del vocablo, sino tambíen que reunió todas las comodidades apetecibles, dentro de la limitación de su recinto: Manantiales próximos a la aguada, de los barcos; abrigo absoluto de vientos y temporales; defensa fácil en trances bélicos, por la guarnición de la contigua plaza fuerte; muelles permanentes de sólida cantera; anchura suficiente para las naves de la época; capacidad bastante para carga y descarga de ocho a diez embarcaciones a la vez; y ensenada exterior, segura y amplia, donde fondear las de eslora superior a la corriente y esperar turno las que no cupiesen en el recinto de los muelles. Lógico es tambien suponer que el tráfico marítimo aconsejó la construcción y reparación de los buques y nada tendría de extraño que el emplazamiento de los astilleros fuese en la orilla izquierda del fondo de la Albufereta. En síntesis: Un puerto importante. Como consecuencia final podemos deducir que la Albufereta reune, tanto por sus condiciones marineras de abrigo como por las dimensiones medidas, suficiente capacidad para que fuese utilizada sin inconveniente alguno tanto por las naves comerciales como por las militares de dimensiones normales”
El historiador alicantino señala igualmente que el viejo Cabo del Aicodre (Cabo de las Huertas) defendía admirablemente el fondeadero de los temporales de Levante, “pues son los únicos molestos de la costa” y señala que el geólogo Jessen que había recorrido la zona años atrás “no dejó de ver que esta enseriada, sobre ser la más segura de la bahía, es mucho mejor que el sitio en que se emplazaron los actuales muelles de la capital.
Como ya hemos dicho al principio del artículo, por allí están las ruinas de Lucentum... junto al gran asentamiento turístico-playero que fue creado por los promotores locales a partir de los años sesenta de este siglo: por los locales, los regionales, los nacionales y los internacionales, que todos acudieron con entusiasmo a este lugar donde se creaban colmenas habitables para surtir el gran mercado de la demanda.
Pero antes que llegara el boom turístico, la Albufereta tenía mucho gancho, un evidente atractivo para los alicantinos que visitaban, frecuentemente la playa en la época estival. No era fácil llegar por un viejo camino, porque la actual carretera, aunque mas estrecha, nace en los años treinta de este siglo y hasta entonces se iba por un senda. Antes que la carretera había llegado el ferrocarril que tuvo en la Albufereta su estación más proxima a la capital.
Pero antes que llegara el boom turístico, la Albufereta tenía mucho gancho, un evidente atractivo para los alicantinos que visitaban, frecuentemente la playa en la época estival. No era fácil llegar por un viejo camino, porque la actual carretera, aunque mas estrecha, nace en los años treinta de este siglo y hasta entonces se iba por un senda. Antes que la carretera había llegado el ferrocarril que tuvo en la Albufereta su estación más proxima a la capital.
Gabriel Miro, maestro de la literatura, calificó de “ferrocarril inquieto” al popularmente conocido por el “de la Marina”, pues desde su salida de Alicante hasta su llegada a Denia, el ferrocarril rompía constantemente la monotonía y se lanzaba atrevidamente entre montañas ciñéndose a sus ladera, en un gesto entre deportivo y valeroso.
Fue en 1870, cuando se decidió la construcción de este ferrocarril de via estrecha que había de suponer un gran alivio para los visitantes de la Albufereta.
Años despues, en 1879, la Diputación Provincial resolvió entregar 60.000 reales (parte de un donativo del Gobierno) para “la construcción de un camino que partiendo de la playa de Santa Ana discurra hacia la huerta por la ladera Sur de la Sierra de San Julián”.
Años despues, en 1879, la Diputación Provincial resolvió entregar 60.000 reales (parte de un donativo del Gobierno) para “la construcción de un camino que partiendo de la playa de Santa Ana discurra hacia la huerta por la ladera Sur de la Sierra de San Julián”.
Las obras se iniciaron un año más tarde y sería la base de la via actual.
La Británica, refinería de petróleo situada en la salida de Alicante hacia la Albufera, y de la que hablamos en ESTE enlace.
La Albufera, poco después de retirar las casetas de madera. Ya estaba construido el Alfin.
Fachada marítima de la Albufera en 1945. ¿Encontráis las 7 diferencias?
info: Alicante de la A a la Z
fotos: Memoria Gráfica de Alicante y Provincia
Puedes localizar la Playa de la Albufereta en nuestro Mapa de Panoramio
fotos: Memoria Gráfica de Alicante y Provincia
Puedes localizar la Playa de la Albufereta en nuestro Mapa de Panoramio