Como nos sigue contanto Andrés Ortolá en este tercer artículo sobre la historia antigua de Calpe, prácticamente todos los marineros calpinos conocían de la existencia de un submarino de la segunda guerra mundial hundido a muy pocas millas del Peñón de Ifach y que durante décadas todos los barcos pesqueros trataban de evitar para no “engancharse” las redes en sus restos. Muchas han sido las leyendas que el hundimiento de este submarino ha suscitado en la imaginación de la clase marinera, aunque la más destacable sea la existencia de un tesoro (nada menos que de Hitler) en lingotes de oro.
Durante la Segunda Guerra mundial los submarinos alemanes fueron la pesadilla de las fuerzas aliadas y sobre todo de los convoyes que suministraban combustible, armas o avituallamiento de cualquier tipo. Estos convoyes eran perseguidos por los submarinos y posteriormente atacados, tratando de hundir cuantos más barcos mejor.
Estos submarinos durante mucho tiempo fueron imbatibles y estaban acostumbrados al éxito en casi todas sus misiones. Se podían hacer ataques con torpedos estando sumergidos y también se utilizaba el cañón de 88mm para hacerles las señales de advertencia, para ser requisados y luego para ser hundidos. Mientras estaban sumergidos podían detectar el sonar y los ruidos propios de los barcos mediante detectores acústicos pasivos que les daban orientación y distancia relativa a juicio del operador.
Ahora bien, el punto flaco de estos sumergibles era su corta autonomía estando en inmersión (sólo 90 millas y a 8 nudos de velocidad) ya que utilizaban motores eléctricos.
Debido al gran peligro que representaban los submarinos para los convoyes aliados que transitaban el Mediterráneo, los ingleses destacaban en su base del Peñón de Gibraltar a dos escuadrones de aviones antisubmarinos a patrullar las aguas del sur de Portugal y el mar Mediterráneo. Estos escuadrones eran el 233 (que tenía su base en el peñón desde Julio de 1942 hasta Febrero de 1944) y el 48 escuadrón (que pasó a Gibraltar a partir de Diciembre del 42). Dos aviones de estos escuadrones fueron los responsables del hundimiento del submarino que nos ocupa: el U-77, que se encontraba a sólo 9 millas del Peñón de Ifach en Calpe, en las coordenadas 38º 33” 309 N- 000º 14” 85 E.
El día 28 de Marzo de 1943 a las 11.25 horas el U-77 fue avistado y atacado con bombas por un avión perteneciente al 48 escuadrón, el cual averió parcialmente al submarino aunque no le impidió el sumergirse y con ello perder su rastro. Este aviador solicitó ayuda inmediata y, a las 17.45, acudió otro avión del 233 escuadrón. Este segundo avión, un Lokheed A-28 Hanson lanzó 4 cargas de profundidad. Las cargas cayeron a menos de 5 metros del sumergible, según consta en el informe redactado por el oficial de vuelo.
El hundimiento del submarino se les atribuyó a los dos escuadrones.
Al día siguiente los marineros del barco calpino Peñón de Ifach que se encontraba faenando por aquellas aguas escucharon gritos de auxilio, acudiendo inmediatamente para ver que sucedía. Encontraron a nueve hombres ateridos de frío sujetos alrededor de una balsa salvavidas que estaba invertida. Rápidamente los izaron al bote que habían echado al agua y los subieron a bordo del pesquero donde les proporcionaron café caliente, mantas y alimentos. El patrón del pesquero inició la maniobra para ver si habían más supervivientes con vida y durante un par de horas así lo hicieron, no encontrando ni rastro de más supervivientes con lo cual decidieron regresar al puerto de Calpe.
Dos embarcaciones de Altea, La Mari Paqui y la Mauricio sacaron del mar cinco cadáveres que recibieron sepultura en dicha población.
En el cementerio de Alicante fueron enterrados 31 cadáveres.
Los 9 supervivientes fueron hospedados en la fonda Querol sita en la calle Arrabal del Mar.
Hubo 36 fallecidos, 2 desaparecidos y 9 sobrevivientes.
Todos los fallecidos enterrados en Altea y Alicante fueron trasladados en 1983 al cementerio alemán de Cuacos de Yuste (Caceres), entre los que se encontraba el comandante Otto Hartmann.
En reconocimiento a su labor de salvamento de los náufragos del U-77, los marineros del Peñón de Ifach recibieron del Agregado Naval de la Embajada Alemana un reloj de pulsera, un salvavidas y mil pesetas a repartir entre la tripulación.
El patrón Andrés Perles García recibió a través del Cónsul alemán en Alicante la Condecoración de la Orden del Mérito del Águila Alemana y un diploma en reconocimiento por el gesto de su tripulación.
Pero existe una leyenda negra en el comportamiento de los mandos de los submarinos alemanes hacía los náufragos de los mercantes hundidos. Parece ser que tenían órden de ametrallear a los supervivientes de sus barcos enemigos. Había un decreto del propio Hitler en ese sentido, con el fin de no dejar rastro de la situación de sus submarinos a las tropas aliadas.
En 1941, Gran Bretaña les gano un pulso a los submarinos en esta situación combinando los convoyes, el radar, la detección por sonar y un mejor táctica en las escoltas. Adicionalmente, la captura de los libros de códigos y de la máquina de códigos Enigma propició que los británicos pudieran descifrar los mensajes dirigidos a los submarinos, lo que tuvo como consecuencia que ya no pudieron operar en secreto.
La puesta en marcha de nuevos equipos que rastreaban a los submarinos los convirtió en blancos muy fáciles para los aviones ingleses. El año 1943 fue su peor año, a partir de ese momento los submarinos fueron cayendo uno detrás de otro. Sobre todo en el llamado “Mayo Negro” por parte de los alemanes. Durante ese mes fueron hundidos más submarinos que barcos mercantes.
Finalmente, 800 de los 1.100 submarinos U-boats construidos fueron hundidos. Casi 30.000 de los tripulantes de los submarinos nunca volvieron a casa.
El U-77 fue construido en los astilleros de Bremen en sólo 7 meses. Alternativamente perteneció a la 7ª, 23ª y 29ª flotilla. En el momento de su hundimiento pertenecía a la 29ª flotilla con base en la Spezia (Italia)
Después de su botadura el U-77 patrulló el Mediterráneo Occidental donde ejecutó 12 misiones de ataque, hundiendo 16 barcos, totalizando 37.358 toneladas de registro bruto.
Averió gravemente 4 barcos con un total de 8.264 toneladas.
Al contrario que otros submarinos alemanes durante su periodo de servicio que perdieron vidas humanas en accidentes y otras causas, este submarino no sufrió ninguna incidencia hasta su hundimiento en 1943.
Estos submarinos durante mucho tiempo fueron imbatibles y estaban acostumbrados al éxito en casi todas sus misiones. Se podían hacer ataques con torpedos estando sumergidos y también se utilizaba el cañón de 88mm para hacerles las señales de advertencia, para ser requisados y luego para ser hundidos. Mientras estaban sumergidos podían detectar el sonar y los ruidos propios de los barcos mediante detectores acústicos pasivos que les daban orientación y distancia relativa a juicio del operador.
Ahora bien, el punto flaco de estos sumergibles era su corta autonomía estando en inmersión (sólo 90 millas y a 8 nudos de velocidad) ya que utilizaban motores eléctricos.
Debido al gran peligro que representaban los submarinos para los convoyes aliados que transitaban el Mediterráneo, los ingleses destacaban en su base del Peñón de Gibraltar a dos escuadrones de aviones antisubmarinos a patrullar las aguas del sur de Portugal y el mar Mediterráneo. Estos escuadrones eran el 233 (que tenía su base en el peñón desde Julio de 1942 hasta Febrero de 1944) y el 48 escuadrón (que pasó a Gibraltar a partir de Diciembre del 42). Dos aviones de estos escuadrones fueron los responsables del hundimiento del submarino que nos ocupa: el U-77, que se encontraba a sólo 9 millas del Peñón de Ifach en Calpe, en las coordenadas 38º 33” 309 N- 000º 14” 85 E.
El día 28 de Marzo de 1943 a las 11.25 horas el U-77 fue avistado y atacado con bombas por un avión perteneciente al 48 escuadrón, el cual averió parcialmente al submarino aunque no le impidió el sumergirse y con ello perder su rastro. Este aviador solicitó ayuda inmediata y, a las 17.45, acudió otro avión del 233 escuadrón. Este segundo avión, un Lokheed A-28 Hanson lanzó 4 cargas de profundidad. Las cargas cayeron a menos de 5 metros del sumergible, según consta en el informe redactado por el oficial de vuelo.
El hundimiento del submarino se les atribuyó a los dos escuadrones.
Al día siguiente los marineros del barco calpino Peñón de Ifach que se encontraba faenando por aquellas aguas escucharon gritos de auxilio, acudiendo inmediatamente para ver que sucedía. Encontraron a nueve hombres ateridos de frío sujetos alrededor de una balsa salvavidas que estaba invertida. Rápidamente los izaron al bote que habían echado al agua y los subieron a bordo del pesquero donde les proporcionaron café caliente, mantas y alimentos. El patrón del pesquero inició la maniobra para ver si habían más supervivientes con vida y durante un par de horas así lo hicieron, no encontrando ni rastro de más supervivientes con lo cual decidieron regresar al puerto de Calpe.
Dos embarcaciones de Altea, La Mari Paqui y la Mauricio sacaron del mar cinco cadáveres que recibieron sepultura en dicha población.
En el cementerio de Alicante fueron enterrados 31 cadáveres.
Los 9 supervivientes fueron hospedados en la fonda Querol sita en la calle Arrabal del Mar.
Hubo 36 fallecidos, 2 desaparecidos y 9 sobrevivientes.
Todos los fallecidos enterrados en Altea y Alicante fueron trasladados en 1983 al cementerio alemán de Cuacos de Yuste (Caceres), entre los que se encontraba el comandante Otto Hartmann.
En reconocimiento a su labor de salvamento de los náufragos del U-77, los marineros del Peñón de Ifach recibieron del Agregado Naval de la Embajada Alemana un reloj de pulsera, un salvavidas y mil pesetas a repartir entre la tripulación.
El patrón Andrés Perles García recibió a través del Cónsul alemán en Alicante la Condecoración de la Orden del Mérito del Águila Alemana y un diploma en reconocimiento por el gesto de su tripulación.
Pero existe una leyenda negra en el comportamiento de los mandos de los submarinos alemanes hacía los náufragos de los mercantes hundidos. Parece ser que tenían órden de ametrallear a los supervivientes de sus barcos enemigos. Había un decreto del propio Hitler en ese sentido, con el fin de no dejar rastro de la situación de sus submarinos a las tropas aliadas.
En 1941, Gran Bretaña les gano un pulso a los submarinos en esta situación combinando los convoyes, el radar, la detección por sonar y un mejor táctica en las escoltas. Adicionalmente, la captura de los libros de códigos y de la máquina de códigos Enigma propició que los británicos pudieran descifrar los mensajes dirigidos a los submarinos, lo que tuvo como consecuencia que ya no pudieron operar en secreto.
La puesta en marcha de nuevos equipos que rastreaban a los submarinos los convirtió en blancos muy fáciles para los aviones ingleses. El año 1943 fue su peor año, a partir de ese momento los submarinos fueron cayendo uno detrás de otro. Sobre todo en el llamado “Mayo Negro” por parte de los alemanes. Durante ese mes fueron hundidos más submarinos que barcos mercantes.
Finalmente, 800 de los 1.100 submarinos U-boats construidos fueron hundidos. Casi 30.000 de los tripulantes de los submarinos nunca volvieron a casa.
El U-77 fue construido en los astilleros de Bremen en sólo 7 meses. Alternativamente perteneció a la 7ª, 23ª y 29ª flotilla. En el momento de su hundimiento pertenecía a la 29ª flotilla con base en la Spezia (Italia)
Después de su botadura el U-77 patrulló el Mediterráneo Occidental donde ejecutó 12 misiones de ataque, hundiendo 16 barcos, totalizando 37.358 toneladas de registro bruto.
Averió gravemente 4 barcos con un total de 8.264 toneladas.
Al contrario que otros submarinos alemanes durante su periodo de servicio que perdieron vidas humanas en accidentes y otras causas, este submarino no sufrió ninguna incidencia hasta su hundimiento en 1943.
INFO Y FOTOS: Historia del Calpe Antiguo