El voto a las mujeres de 1931, obedeció a la revisión general de la legislación emprendida con el nuevo régimen. El texto de la Constitución estableció el principio de la igualdad de derechos en su articulo 25: "No podrán ser fundamento de privilegio jurídico: la naturaleza, el sexo, la filiación , la clase social, la riqueza, las ideas políticas, ni las creencias religiosas".
A partir de entonces, las españolas gozaron de los mismos derechos políticos que los varones.
A partir de entonces, las españolas gozaron de los mismos derechos políticos que los varones.
El fracasado alzamiento de julio de 1936 catapultó a las mujeres de la España republicana hacia nuevas actividades en el mundo político y social.
Si bien las reformas emprendidas tras la proclamación de la República eliminaron parte de las trabas que el colectivo femenino debía superar para obtener igualdad de derechos, fue la Guerra Civil la que le otorgó un nuevo rol dentro de la sociedad, actuando de catalizador de la movilización femenina.
En el verano de 1936 la figura heroica de la miliciana se convirtió rápidamente en el símbolo de la movilización del pueblo contra el fascismo. Algunas se dirigieron a los frentes de Aragón, de Guadalajara, del País Vasco y de la sierra madrileña. Su decisión de participar en el combate armado venía motivada por el deseo de defender los derechos políticos y sociales que habían adquirido durante la Segunda República y a demostrar su repulsa al fascismo.
Fue el momento de famosas milicianas como Lina Odena, Rosario Sánchez "La Dinamitera" y la vasca Casilda Méndez.
Las mujeres pues, desempeñaron un papel decisivo en la resistencia civil al fascismo.
Frente a las instituciones oficiales que siempre habían ignorado a la mujeres, surge durante la guerra un interés oficial para que ocupen cargos de responsabilidad. La dirigente anarquista Federica Montseny fue la primera mujer ministra en España. A ella se deben numerosas iniciativas en el ámbito de la asistencia social, la ayuda a los refugiados y la sanidad pública. También se debe en gran parte a ella el proceso definitivo de legalización del aborto que la Generalitat de Cataluña promulgó en diciembre de 1936.
La nueva situación de la mujer dentro de la España republicana alcanzó a tratar incluso al milenario problema de la prostitución y de las enfermedades venéreas iniciando propuestas innovadoras que condujeran a cambiar la mentalidad, la conducta de género y los patrones sexuales de los hombres.
No podemos tampoco olvidar el papel movilizador que siempre detentó la dirigente comunista Dolores Ibárruri "La Pasionaria". En efecto, la figura más bien maternal que exhibía, iba a simbolizar a las madres de la clase obrera en la tragedia de la Guerra Civil. Su carisma captaron la atención internacional mientras en España era una figura recurrente no solo del papel de la mujer republicana en el conflicto sino de la lucha contra el fascismo. Llegó a ser Comandante del 5º Regimiento y vicepresidenta del Parlamento.
Evidentemente, todo este deseo de renovar los roles de género necesitaba de una serie de organizaciones femeninas que canalizaran el esfuerzo del colectivo de mujeres. Entre ellas destaca sobre todas la AMA (Agrupación de Mujeres Antifascistas), de orientación comunista. Para el verano tenía más de 50.000 afiliados. Su objetivo era integrar a las mujeres en la causa antifascista y al mismo tiempo promocionar al Partido Comunista de España. Su secretaria general, Encarnación Fuyola, promovía la unión de todas las mujeres como garantía de igualdad de derechos. La AMA estaba integrada por mujeres comunistas, socialistas y republicanas así como por republicanas católicas vascas.
El programa de la AMA se centraba en la incorporación de las mujeres a la lucha antifascista, la igualdad laboral, la defensa de la retaguardia, la protección de la salud de las madres y de los niños, la mejora de la educación, la cultura, la formación profesional y la asistencia social y la eliminación de la prostitución.
La polarización política obstaculizó la realización de un proyecto común social entre las mujeres republicanas.
Posteriormente, fue la total derrota republicana en la guerra la que acabó definitivamente con el ideal emancipador de las mujeres.
Si bien las reformas emprendidas tras la proclamación de la República eliminaron parte de las trabas que el colectivo femenino debía superar para obtener igualdad de derechos, fue la Guerra Civil la que le otorgó un nuevo rol dentro de la sociedad, actuando de catalizador de la movilización femenina.
En el verano de 1936 la figura heroica de la miliciana se convirtió rápidamente en el símbolo de la movilización del pueblo contra el fascismo. Algunas se dirigieron a los frentes de Aragón, de Guadalajara, del País Vasco y de la sierra madrileña. Su decisión de participar en el combate armado venía motivada por el deseo de defender los derechos políticos y sociales que habían adquirido durante la Segunda República y a demostrar su repulsa al fascismo.
Fue el momento de famosas milicianas como Lina Odena, Rosario Sánchez "La Dinamitera" y la vasca Casilda Méndez.
Las mujeres pues, desempeñaron un papel decisivo en la resistencia civil al fascismo.
Frente a las instituciones oficiales que siempre habían ignorado a la mujeres, surge durante la guerra un interés oficial para que ocupen cargos de responsabilidad. La dirigente anarquista Federica Montseny fue la primera mujer ministra en España. A ella se deben numerosas iniciativas en el ámbito de la asistencia social, la ayuda a los refugiados y la sanidad pública. También se debe en gran parte a ella el proceso definitivo de legalización del aborto que la Generalitat de Cataluña promulgó en diciembre de 1936.
La nueva situación de la mujer dentro de la España republicana alcanzó a tratar incluso al milenario problema de la prostitución y de las enfermedades venéreas iniciando propuestas innovadoras que condujeran a cambiar la mentalidad, la conducta de género y los patrones sexuales de los hombres.
No podemos tampoco olvidar el papel movilizador que siempre detentó la dirigente comunista Dolores Ibárruri "La Pasionaria". En efecto, la figura más bien maternal que exhibía, iba a simbolizar a las madres de la clase obrera en la tragedia de la Guerra Civil. Su carisma captaron la atención internacional mientras en España era una figura recurrente no solo del papel de la mujer republicana en el conflicto sino de la lucha contra el fascismo. Llegó a ser Comandante del 5º Regimiento y vicepresidenta del Parlamento.
Evidentemente, todo este deseo de renovar los roles de género necesitaba de una serie de organizaciones femeninas que canalizaran el esfuerzo del colectivo de mujeres. Entre ellas destaca sobre todas la AMA (Agrupación de Mujeres Antifascistas), de orientación comunista. Para el verano tenía más de 50.000 afiliados. Su objetivo era integrar a las mujeres en la causa antifascista y al mismo tiempo promocionar al Partido Comunista de España. Su secretaria general, Encarnación Fuyola, promovía la unión de todas las mujeres como garantía de igualdad de derechos. La AMA estaba integrada por mujeres comunistas, socialistas y republicanas así como por republicanas católicas vascas.
El programa de la AMA se centraba en la incorporación de las mujeres a la lucha antifascista, la igualdad laboral, la defensa de la retaguardia, la protección de la salud de las madres y de los niños, la mejora de la educación, la cultura, la formación profesional y la asistencia social y la eliminación de la prostitución.
La polarización política obstaculizó la realización de un proyecto común social entre las mujeres republicanas.
Posteriormente, fue la total derrota republicana en la guerra la que acabó definitivamente con el ideal emancipador de las mujeres.