Gabriel Francisco Víctor Miró y Ferrer (Alicante, 1879 - Madrid, 1930) nace en el número 20 de la calle Castaños siendo hijo de Juan y Encarnación. Fue el segundo hijo de la familia, siendo su padre Ingeniero de Obras Públicas. A los 5 años se trasladaron al barrio de Benalúa.
Con 8 años fue internado en el Colegio de Santo Domingo en Orihuela, donde ganaría su primer premio literario con un trabajo de redacción. Durante esta época escolar enfermó de reúma en la rodilla izquierda, hecho que motivó a sus padres para que le trasladaran de nuevo a Alicante, pasando a estudiar en el Instituto, donde termina el bachillerato. Estuvo unos meses residiendo también en Ciudad Real, ya que su padre fue provisionalmente trasladado allí.
Tras terminar el Instituto (donde hizo amistad con Figueras Pacheco), empieza a estudiar Derecho por la influencia de su padre, en la Universidad de Valencia. Tan solo permaneció un año en la capital del Turia, pues pronto volvió a Alicante para proseguir sus estudios a distancia. Finalmente, acaba matriculándose en la Universidad de Granada, donde obtiene la licenciatura con 21 años.
Durante toda la carrera compagina sus estudios con largas horas de lectura, así como pasaba mucho tiempo recibiendo lecciones de literatura y pintura de su tío Lorenzo Casanova. También fundó junto algunos amigos “El Ateneo Senabrino”, una tertulia literaria que realizaban en el bajo de un edificio de Benalúa al lado de una zapatería.
En 1901 se casa con Clemencia Maignon, la hija del Cónsul francés en Alicante. Contraen matrimonio en la iglesia de San Juan Bautista de Benalúa. Se fueron a vivir a un piso en la Plaza de Navarro Rodrigo. Ese mismo año había publicado su primera novela “La mujer de Ojeda”.
Su primera hija nace en 1902, de nombre Olympia. Para mantener a su familia, durante los siguientes años ejerce algunas profesiones burocráticas mal retribuidas, como administrativo del Hospital Civil de la Diputación, Cronista Oficial de la Provincia de Alicante, secretario del alcalde Federico Soto y auxiliar administrativo de la Junta de Obras del Puerto. En 1905 son bendecidos con una segunda hija, a la que llaman con el nombre de la madre, Clemencia.
Al mismo tiempo sigue escribiendo novelas: “Hilván de escenas” (1903) y “Del vivir” (1904) y se prepara para unas oposiciones a judicatura, que no aprueba ni en 1905 ni en 1907.
Su primer gran reconocimiento le llega en 1908, cuando gana un concurso literario organizado por la revista nacional El Cuento Semanal, merced a su novela corta “Nómada”. El jurado estaba compuesto por escritores de la talla de Pio Baroja, Ramón María del Valle-Inclán y Felipe Trigo.
Este premio le abre las puertas a la prensa nacional, y Gabriel Miró empieza a publicar regularmente en Los Lunes de El Imparcial y el Heraldo de Madrid, El Sol, el Diario de Barcelona y La Vanguardia. Incluso también publicó en 2 medios argentinos, como fueron La Nación y Caras y caretas.
Aprovechando todo este tirón, publica algunas nuevas novelas, como “La novela de un amigo” y “Las cerezas del cementerio”. Se considera a ésta última como el inicio de su madurez literaria. Trata de un joven hipersensible llamado Félix Valdivia que se enamora trágicamente de una mujer mayor llamada Beatriz. Presenta temas como el erotismo, la enfermedad o la muerte con un estilo muy personalizado.
Todavía sin un buen empleo que le permita mantener sin apuros a su familia, en 1914 se traslada a Barcelona tras serle ofrecido un puesto como contable en la Diputación. Sin embargo, apenas unos meses después abandona su nuevo empleo para escribir una Enciclopedia Sagrada a encargo de la editorial barcelonesa Vicchi y Ramos. Gabriel se vuelca en su elaboración, pero 14 meses después es suspendido por falta de fondos, repercutiendo muy negativamente en su economía doméstica.
Afortunadamente, el alicantino encuentra un nuevo empleo en el archivo del Ayuntamiento de Barcelona. Escribe en 1915 su novela “El abuelo del rey”. Considerada como una de las mejores de su obra, se trata de la historia de 3 generaciones en un pueblo levantino, en la que se plasma la pugna entre la tradición y el progreso, plasmada con grandes dosis de ironía.
También aprovecha gran parte de los conocimientos adquiridos en la elaboración de la frustrada enciclopedia para escribir el libro “Figuras de la Pasión del Señor”. También escribe en esta época “El libro de Sigüenza”, protagonizado por Sigüenza, una especie de alter-ego de Gabriel que volverá a rescatar algunos años después para la elaboración de un nuevo libro.
Su amigo, el ex Presidente del Gobierno Antonio Maura le consigue un puesto de oficinista en la Secretaría General de Justicia, por lo que en 1920 se traslada a Madrid. Dos años después mejoró su posición profesional al conseguir la plaza de gestor de Concursos Nacionales, que mantendrá durante el resto de su vida.
En el 21 Gabriel publica la primera parte de su novela ambientada en la ciudad de Oleza (trasunto de Orihuela) en la que venía trabajando desde hacía 9 años, “Nuestro Padre San Daniel”.
La salud de su hija Clemencia se resiente, razón por la que a partir de este año adquiere la costumbre de veranear a partir de entonces todos los años en Polop de la Marina.
En 1925 gana el Premio Mariano de Cavia gracias a uno de sus artículos en prensa, llamado “Huerto de Cruces”. Un año después escribe la que será su obra más polémica, la segunda parte de su novela de Oleza, “El Obispo leproso”. La novela carga contra algunos estamentos de la Iglesia, especialmente contra los jesuitas. Por esto le llueven multitud de críticas por parte de personalidades religiosas, y pasa a ser considerado como una persona “anticlerical”.
En 1927 es propuesto para ser miembro de la Real Academia Española, al tiempo que su nombre suena como principal candidato para el prestigioso Premio Fastenrath. Sin embargo, la Iglesia veta estos dos nombramientos.
Cansado y herido de orgullo por las críticas, la censura eclesiástica y gubernamental, y las polémicas que giraban a su alrededor, Gabriel Miró pasará los últimos años de su vida sin apenas escribir, con la distinguida excepción de su novela “Años y lenguas”, en la cual vuelve a utilizar a su personaje alter-ego Sigüenza para realizar una especie de memorándum de su biografía.
En 1930 contrae una apendicitis. Es operado, pero la intervención no tiene éxito y con 50 años de vida Gabriel Miró fallece en Madrid.
Gabriel Miró es habitualmente considerado actualmente como el mejor escritor de la historia de la ciudad de Alicante. Además, también fue uno de los más importantes de su generación, siendo clave dentro de la llamada “Generación del 14” o “novecentismo”.
En 1955, el alcalde Agatángelo Soler decidió crear los premios anuales de novela “Gabriel Miró”. También una de las plazas más importantes de la ciudad lleva actualmente su nombre, así como una biblioteca.
Extraído de: www.alicantepedia.com
Más información:
- Gabriel Miró niño
- La plaza de Gabriel Miró en el recuerdo