30 junio 2007

EL FUSILAMIENTO DE JOSE ANTONIO PRIMO DE RIVERA

Una de las muchas teorías que circulan sobre el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera en la cárcel de Alicante es que benefició de manera especial a Franco. La historia nos dice al respecto que el Tío Paco se adueñó no sólo de la Falange, sino que en su nombre cometió tantos actos crueles y despiadados que aún hoy nos asustan y avergüenzan.

Pero, como he dicho, que el caudillo no hiciera todo lo posible para rescatar al preso es una de las muchas teorías.

De lo que en verdad no cabe la menor duda, es que al iniciarse la nefasta Guerra Civil, hubo varios intentos para liberar a José Antonio, alguno de los cuales acabó en fusilamiento (y posterior monumento en Aguamarga) muy cerca del Barranco de las Ovejas.
Ya en septiembre de 1936, se inician desde París las operaciones para canjear a José Antonio. La petición llega a Indalecio Prieto, que fija las siguientes condiciones para el intercambio: 30 presos en manos de los nacionales y el pago de 6 millones de pesetas.

Franco da su conformidad, pero cuando se pone en contacto con Prieto, éste le informa que el plan resulta imposible porque los anarquistas que controlaban la cárcel no entregarán nunca el prisionero.

Se sigue insistiendo y se juega la baza de un canje de José Antonio por un hijo de Largo Caballero, que está preso e incomunicado en Sevilla. Pero esta operación también fracasa.
Se intenta entonces una operación de comandos. Queipo del Llano, a pesar de haber tenido un encuentro físico con José Antonio a bofetadas y puñetazos, entrega una importante cantidad de dinero para financiar las operaciones de liberación de José Antonio. Pero nada de nada.

La cuestión es que el 20 de noviembre de 1936, Jose Antonio es fusilado en un paredón. Ya alcanzado el grado de "mito" para algunos antes incluso de ser ejecutado, su final está cargado de leyendas y falsas informaciones. De su valor en las horas finales mucha gente tiene dudas. Llegado el momento de enfrentarse a una docena de rifles, el coraje suele escaparse por la pernera de los pantalones más valientes .

Sin embargo, los relatos son esos. Y esos han llegado hasta nuestros días, para deleite de algunos.



Hacia las 6 de la mañana, su hermano Miguel (preso en la misma cárcel) es despertado para comunicarle que Jose Antonio iba a ser fusilado y que quería verle. Cuando Miguel llega a la celda de José Antonio lo encuentra en compañía del director de la prisión y varios milicianos armados. Se abrazan y despiden en inglés «Help me to die with dignity». El fundador de la falange lleva una chaqueta gris sobre un mono azul y un abrigo claro.

En el patio de la enfermería de la cárcel de Alicante ya está dispuesto el piquete de ejecución, formado por 12 hombres. Seis pertenecientes al quinto regimiento y seis milicianos de la FAI. Además estaba presente un pelotón de guardias de asalto mandado por el alférez Juan José González Vázquez, por si fuera necesaria su colaboración.

Sobre las seis y media de la mañana llegaron al patio José Antonio y los otros reos. Dos falangistas y dos carlistas de Novelda. José Antonio se dirigió al sargento del pelotón, y le dijo: «Como siempre que se fusila se derrama sangre, yo quisiera que se hiciera desaparecer la que yo vierta para que mi hermano no la viera». A continuación se dirigió al pelotón de ejecución y les preguntó: «¿Son ustedes buenos tiradores?», le respondieron afirmativamente (como para decir que no).

El sargento dio la orden de disparar. Sonaron doce disparos.

Los cadáveres fueron trasladados en una ambulancia al cementerio de Alicante. Se enterraron en una fosa común sin mortaja ni ataúd. El cadáver de José Antonio recibió el número de orden 22.450 de la fosa común número 5, fila 9.ª cuartel número 12.

Cuando José Antonio entra en capilla antes de su fusilamiento, solicita entre varias cosas un confesor. Será un anciano sacerdote, José Planelles Marco, el que reciba su última confesión. Era sacerdote de Aigües, natural de Sant Joan d'Alacant, y no se le conocía cargo político alguno. Aún con la carta de libertad en su mano, José Planelles no quiso salir de la prisión. Fue ejecutado nueve días después de Jose Antonio en el patio junto a otros 50 falangistas. Su secreto de confesión, murió con él.

Tras el fusilamiento de Primo de Rivera, el comandante militar de Alicante, coronel Sicardo, se hizo cargo de todos los efectos que había en la celda de José Antonio, y se los envió a Indalecio Prieto. Estos objetos estaban en una maleta que contenía varias prendas de ropa interior, un mono, unas gafas, recortes de periódico y varios manuscritos que incluían el testamento de José Antonio.Una copia del mismo fue remitida a Serrano Suñer, cuñadísimo del Tío Paco.

A partir de ahí, todo es historia: en un alarde de falsa amistad Franco manda recuperar el cadaver de Jose Antonio y es conducido (a pie y en silencio) hasta Madrid, dónde es enterrado en El Escorial y posteriormente en aquel Campo de Concentración para "rojos" llamado "El Valle de los Caídos".

La Paz y la Libertad no llegarían hasta 40 años después














JUAN JOSÉ AMORES

PD: ¿Os imagináis el cuerpo del Negre Lloma en brazos de los falangistas y enterrado junto a Tío Paco, en lugar de Jose Antonio? Visitad ESTE enlace y sabréis de qué hablamos.

FOTO 1: Lugar del fusilamiento de Jose Antonio. Los muros aún se conservan, a pesar de haber desaparecido la cárcel en favor de un Albergue Juvenil.

FOTO 2: Jose Antonio pasa revista a un grupo de falangistas antes de ser apresado y enviado a Alicante

FOTO 3: Monumento levantado en "honor" a los 52 falangistas de la Vega Baja que fueron fusilados en el Barranco de las Ovejas por intentar liberar a Jose Antonio

FOTO 4: Jose Antonio en el patio de la cárcel de la Florida, poco antes de su fusilamiento. La foto pertenece a la web Rojo y Azul

 
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