Difícil es saber el verdadero origen del nombre. La teoría más extendida, cuenta cómo Hércules Tebano y sus argonautas en el siglo XIII antes de Jesucristo, al contemplar el Peñón, lo compararon con el de Gibraltar, llamado entonces Calpe, y a la vista de la gran semejanza, decidieron bautizarlo con el mismo nombre.
La historia de Calpe se pierde en la noche de los tiempos. Restos arqueológicos existentes entre el Peñón de Ifach y el Morro de Toix, ponen de manifiesto que la ciudad estuvo poblada desde tiempos muy remotos. A lo largo de los siglos fue escogida por diversas civilizaciones, íberos, fenicios, cartagineses, romanos, árabes y cristianos, valorando cada una de ellas su privilegiada situación el al costa del Mare Nostrum, su benigno clima y su estratégica situación como fortaleza militar, controlando desde lo alto de Ifach a los navegantes y desde las gargantas del Mascarat, el tránsito de caballerías.
Esas mismas razones de gran fortaleza, fueron la causa de los múltiples ataques y grandes batallas. Hasta muy avanzado el siglo XVIII, piratas y corsarios llegaban a sus costas para efectuar saqueos.
De todas formas fueron los romanos los que durante más tiempo habitaron esta hermosa costa. Ellos también escogieron Calpe como lugar importante para su red de colonias que se extendían a lo largo y ancho de la Península Ibérica. La antigua ciudad de Calpe, "La puerta Tartaria", siguió siendo después una floreciente población romana. Prueba de ello son la espaciosa habitación con su corredor, pavimentada de precioso mosaico formando cenefas con dados pequeños, que apareció en el Morelló; las sepulturas, mármoles, ánforas candiles y la gran variedad de monedas romanas que continuamente se localizan entre el Peñón y La Villa, indica que Calpe asistía a un siglo ilustrado, un pasado grande y habitado por un pueblo de buen gusto.
A mitad de camino entre la villa de Calpe y el Peñón, en la misma orilla del mar, pudieron estar situados los denominados "Baños de la Reina", comidos hace ya tiempo por las olas del mar. Dicen unos que era una Edificación destinada a baños, en las que se habían instalado unas compuertas para moderar o impedir el movimiento de las olas, entrando agua por cuatro partes diferentes, dos de ellas situadas al sur y las otras dos hacia poniente, llegando de esta forma cada una de estas entradas hasta su baño correspondiente y disponiendo estos canales de tablones o compuertas que aseguraban la tranquilidad de las aguas en el interior del baño.
De todas formas fueron los romanos los que durante más tiempo habitaron esta hermosa costa. Ellos también escogieron Calpe como lugar importante para su red de colonias que se extendían a lo largo y ancho de la Península Ibérica. La antigua ciudad de Calpe, "La puerta Tartaria", siguió siendo después una floreciente población romana. Prueba de ello son la espaciosa habitación con su corredor, pavimentada de precioso mosaico formando cenefas con dados pequeños, que apareció en el Morelló; las sepulturas, mármoles, ánforas candiles y la gran variedad de monedas romanas que continuamente se localizan entre el Peñón y La Villa, indica que Calpe asistía a un siglo ilustrado, un pasado grande y habitado por un pueblo de buen gusto.
A mitad de camino entre la villa de Calpe y el Peñón, en la misma orilla del mar, pudieron estar situados los denominados "Baños de la Reina", comidos hace ya tiempo por las olas del mar. Dicen unos que era una Edificación destinada a baños, en las que se habían instalado unas compuertas para moderar o impedir el movimiento de las olas, entrando agua por cuatro partes diferentes, dos de ellas situadas al sur y las otras dos hacia poniente, llegando de esta forma cada una de estas entradas hasta su baño correspondiente y disponiendo estos canales de tablones o compuertas que aseguraban la tranquilidad de las aguas en el interior del baño.
Tras la presencia romana llegaron los árabes, que permanecieron durante varios siglos, dedicándose éstos a la pesca y la agricultura, sin descuidar la vigilancia de las rutas que pasaban por Mascarat . El fin de esta civilización se inicia en 1.254 con la conquista del castillo y la Villa de Calpe, por el Rey Jaime I de Aragón, dieciséis años después de que lo hiciera con la plaza fuerte de Valencia, creando el reino cristiano del mismo nombre. Confió la plaza a su fiel caballero Pedro Eximenis Carros, pasando después y hasta el año 1.305 a ser gobernada por el célebre almirante Roger de Lauria y a la muerte de este por otro insigne almirante de la Corona de Aragón, Bernardo de Sarriá.
La tranquilidad tardó en llegar. Las guerras y batallas continuaban. Pedro IV de Aragón y II de Valencia, tuvo que hacer frente a las amenazas moriscas de África, teniendo que reforzar las murallas de la Villa. Luego en 1.359, cuando la llamada guerra de Los Trastamara, la ciudad resistió los ataques del rey Pedro I El Cruel. Luego tras cruentas batallas navales entre aragoneses y castellanos llegó la paz.
El siglo XVI, trajo consigo el ataque continuado de piratas y corsarios, y esto motivó que por parte del rey Felipe II, se ordenara una nueva reforma de la fortificación de la ciudad, añadiéndose a sus murallas, torres vigías y una guarnición permanente. La fatalidad quiso que la noche del 3 de agosto de 1.637, la desgracia cayera sobre la población. Al no ser vistos por el vigía, la ciudad fue invadida por los moriscos, devastando la villa y haciendo prisioneros a casi todos sus habitantes, trasladándoles hasta Argel. Durante cinco años permaneció la villa casi desierta hasta que al cabo de este tiempo pudieron ser canjeados por oro y piratas presos. A la vuelta de los calpinos se realiza un nuevo reforzamiento de murallas, una que protegía el casco de la población, y la otra la ciudadela de cuyo fortín principal, sólo queda hoy en día parte del Torreón de la Peça. El 22 de octubre de 1.744, el vigía del Peñon, lanzó la voz de alarma. Cinco barcos tunecinos y a bordo de estos 800 piratas moriscos se dirigían a toda vela hasta las orillas de la playa del Ból. Una defensa heroica y la intervención de un joven llamado Jerónimo Ferrer Mulet (Caragol) que en el último instante logró cerrar las pesadas puertas de El Portalet, hizo retroceder a los moros, cayendo muerto el traidor Ali-Ben-Cofar (Moncófar) y prisioneros gran número de piratas.
Las convulsiones bélicas se continuaban. En la guerra de Sucesión, Calpe toma partido por el archiduque Carlos, hijo del emperador de Austria y aspirante a la corona de España, contando este con el apoyo de la flota inglesa que fondeó en sus aguas en agosto de 1705. Esta fue derrotada por Felipe V de Borbón apoyado por la escuadra francesa. Tras la derrota, la guarnición militar fue hecha prisionera y conducida a tierras de Castilla. Vino luego la guerra de la Independencia. De nuevo luchó Calpe contra el francés infringiéndole una grave derrota en la madrugada del 31 de mayo de 1.813.
La estratégica situación de Calpe le ha llevado a ser punto de atracción durante toda su larga historia. Y continua en nuestros días. Miles de familias de toda edad y nacionalidad han llegado a estas tierras asentándose pacíficamente en ellas. Por una vez, Calpe ha consentido una invasión: la del visitante que viene a disfrutar de su sol, playas y hospitalidad.
Puedes localizar Calpe en nuestro Mapa de Panoramio
La tranquilidad tardó en llegar. Las guerras y batallas continuaban. Pedro IV de Aragón y II de Valencia, tuvo que hacer frente a las amenazas moriscas de África, teniendo que reforzar las murallas de la Villa. Luego en 1.359, cuando la llamada guerra de Los Trastamara, la ciudad resistió los ataques del rey Pedro I El Cruel. Luego tras cruentas batallas navales entre aragoneses y castellanos llegó la paz.
El siglo XVI, trajo consigo el ataque continuado de piratas y corsarios, y esto motivó que por parte del rey Felipe II, se ordenara una nueva reforma de la fortificación de la ciudad, añadiéndose a sus murallas, torres vigías y una guarnición permanente. La fatalidad quiso que la noche del 3 de agosto de 1.637, la desgracia cayera sobre la población. Al no ser vistos por el vigía, la ciudad fue invadida por los moriscos, devastando la villa y haciendo prisioneros a casi todos sus habitantes, trasladándoles hasta Argel. Durante cinco años permaneció la villa casi desierta hasta que al cabo de este tiempo pudieron ser canjeados por oro y piratas presos. A la vuelta de los calpinos se realiza un nuevo reforzamiento de murallas, una que protegía el casco de la población, y la otra la ciudadela de cuyo fortín principal, sólo queda hoy en día parte del Torreón de la Peça. El 22 de octubre de 1.744, el vigía del Peñon, lanzó la voz de alarma. Cinco barcos tunecinos y a bordo de estos 800 piratas moriscos se dirigían a toda vela hasta las orillas de la playa del Ból. Una defensa heroica y la intervención de un joven llamado Jerónimo Ferrer Mulet (Caragol) que en el último instante logró cerrar las pesadas puertas de El Portalet, hizo retroceder a los moros, cayendo muerto el traidor Ali-Ben-Cofar (Moncófar) y prisioneros gran número de piratas.
Las convulsiones bélicas se continuaban. En la guerra de Sucesión, Calpe toma partido por el archiduque Carlos, hijo del emperador de Austria y aspirante a la corona de España, contando este con el apoyo de la flota inglesa que fondeó en sus aguas en agosto de 1705. Esta fue derrotada por Felipe V de Borbón apoyado por la escuadra francesa. Tras la derrota, la guarnición militar fue hecha prisionera y conducida a tierras de Castilla. Vino luego la guerra de la Independencia. De nuevo luchó Calpe contra el francés infringiéndole una grave derrota en la madrugada del 31 de mayo de 1.813.
La estratégica situación de Calpe le ha llevado a ser punto de atracción durante toda su larga historia. Y continua en nuestros días. Miles de familias de toda edad y nacionalidad han llegado a estas tierras asentándose pacíficamente en ellas. Por una vez, Calpe ha consentido una invasión: la del visitante que viene a disfrutar de su sol, playas y hospitalidad.
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