Nuestro gran cronista, Enrique Cerdán Tato (foto 1), cuenta en La Gatera una anécdota muy curiosa sobre la visita de la actriz Elsa Martinelli a la playa del Postiguet.
Y quién nos lo iba a decir.
Quién nos iba a decir que Elsita, Elsa Martinelli, a la que tan sólo conocíamos de un celuloide medido a tijeretazos, nos enseñara, en vivo, sus largas piernas y sus braguitas, oooooh, en el Postiguet, una noche de octubre, cuando le dio por meterse en el mar y dejó a toda una panda de mirones, entre perplejos y cachondos.
Estaba Esla, Elsita, con el productor inglés Foxwell, el director inglés Guy Hamilton, y los actores Pedro Armendáriz y Trevor Howard, y unos cuantos amigos y periodistas, en el restaurante «Postiguet» inaugurado a primeros de junio de aquel año 56 y «dotado de las mayores comodidades y adelantos técnicos», cuando a la Martinelli le pegó la ventolera y se nos fue no precisamente de cabeza, sino con las faldas bien arriba, hacia las apacibles aguas del otoño.
Qué pálpitos, en aquella juventud que aguardaba. Y en los que la guardaban, también, aunque con reprimidos suspiros.
Después, días después, en Tabarca, desembarcarían un coche y le pondrían luz con los generadores del carguero griego «Capitán Costas», para filmar unas secuencias de la película «Manuela», cuya acción se supone en algún país latinoamericano.
Estaba Esla, Elsita, con el productor inglés Foxwell, el director inglés Guy Hamilton, y los actores Pedro Armendáriz y Trevor Howard, y unos cuantos amigos y periodistas, en el restaurante «Postiguet» inaugurado a primeros de junio de aquel año 56 y «dotado de las mayores comodidades y adelantos técnicos», cuando a la Martinelli le pegó la ventolera y se nos fue no precisamente de cabeza, sino con las faldas bien arriba, hacia las apacibles aguas del otoño.
Qué pálpitos, en aquella juventud que aguardaba. Y en los que la guardaban, también, aunque con reprimidos suspiros.
Después, días después, en Tabarca, desembarcarían un coche y le pondrían luz con los generadores del carguero griego «Capitán Costas», para filmar unas secuencias de la película «Manuela», cuya acción se supone en algún país latinoamericano.
Tabarca, tan sufrida, parpadeó con asombro. Pero aún habrían de pasar bastantes años, antes de que disfrutara de su propia instalación eléctrica. Y de tantas otras cosas como le faltaban y como todavía le faltan y le sobran.
Y es que mediados los cincuenta, Alicante recibió sorpresas cinematográficas, algunas en el filo del rumor: Sofía Loren y Gary Grant.
Otras, constatadas más que de sobra. Que se lo cuenten si no a aquellos que abordaron el yate «Zaca» de Errol Flynn, de un Errol esquivo tras su telón de lona y que ordenó a su marinería que le dieran una manta de palos a los audaces reporteros.
Y es que mediados los cincuenta, Alicante recibió sorpresas cinematográficas, algunas en el filo del rumor: Sofía Loren y Gary Grant.
Otras, constatadas más que de sobra. Que se lo cuenten si no a aquellos que abordaron el yate «Zaca» de Errol Flynn, de un Errol esquivo tras su telón de lona y que ordenó a su marinería que le dieran una manta de palos a los audaces reporteros.
Y casi.